Capítulo 2

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Los suspiros aliviados se escuchan cuando Tom cruza la puerta del orfanato cargando su baúl, María ha de llevarle para molestia de ambos. El orfanato entero parece exhalar ante su partida aún si solo es por una temporada.

—Mientras más rápido me deshaga de ti, es mejor para todos—afirma ella, Tom sonríe, de esas sonrisas que solo guarda para aquella mujer con dientes y todo siendo más una mueca cínica que nada.

—Le sorprenderá saber que concordamos en algo.

El camino transcurre silencioso en compañía de la vieja amargada, la misma que se niega a gastar y mover un solo dedo ante Tom. Joder, ni siquiera es para ayudarle el baúl, no, en su lugar Tom debe valerse de su fuerza al menos que desee besarle los pies y pedir ayuda. Es demasiado testarudo y orgulloso como para denigrarse así.

—Aquí es—Tom puede verla regocijarse en su interior, contenta de dejarle a su suerte en medio de la estación de trenes—. No causes más problemas, Riddle.

—Piérdase en el camino, señorita Cole—corresponde él, afirmando el agarre en su baúl y lanzando miradas de molestia a quienes le ven instigados.

—¿Está todo bien?

—Si, señor—miente con descaro—. Estoy esperando a mis padres.

—Ten cuidado, chico—le tiende una plataforma para subir el baúl, ayudándole el mismo—. Nunca se sabe que loco arriba los trenes.

Se despide yendo a patrullar otra zona. Tom le observa irse jugando con la cartera del señor, se la ha quitado apenas el hombre se agachó para ayudarle. Molesto, por que sabe, aquel dinero es inútil en el mundo mágico, saca los pocos billetes y deja caer la cartera de cuero en el primer bote que divisa.

No es como si pudiese asaltar un banco...Aún.

—¡Hey, tú!—grita el mismo guardia que minutos atrás le hubo ayudado, es un buen hombre pero Tom no es un buen niño—. ¡Detente, niño!

Él espera que llegue, la estación está vacía así que no es difícil asumir a quien le habla. Ha estado rondando por todo el lugar desde que llegó sin encontrar rastro alguno de la estación.

—¡Niño!—vociferan, haciéndole girar con aburrimiento ante la voz del reclamo—. ¡Tú...!

Una horda de pelirrojos pasan frente suyo, Tom mira una maleta hasta que esta misma se resbala de las manos de su dueña cayendo frente al guardia que tropieza dándose de bruces contra el suelo.

Antes de que el hombre alce la vista, Tom ha desaparecido detrás de los pelirrojos sin que nadie se percate.

Andén 9 3/4.

Apenas puede moverse entre tantas personas, si preciado espacio vital comienza a faltarle. La familia de ruidosos pelirrojos se pierden en medio de las despedidas así como él mismo se confunde entre tantos alumnos. Tom está seguro que nunca había visto tantos alumnos emocionados por volver a clases, ¡Demonios! Si hasta hay quienes se empujan para hacerse un hueco en la entrada del tren.

Necesita un lugar tranquilo. Tanto barbullo le provocara dolor de cabeza, uno del que no desea hacerse cargo por el momento, mucho menos cuando debe estar atento a una posible voz cantarina y propia de Harry.

—¿Escuchaste lo que sucedió con Crouch?—cuchichean algunos alumnos. Tom ha llegado temprano, lo suficiente como para encontrar cubículos vacíos.

Mini Señor OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora