Capítulo V

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Flor estaba acomodando ropa en el placard cuando entró Dani de sopetón y la agarró por la cintura. Flor se agarró el pecho por el susto, dejando caer las remeras recién dobladas al suelo.

—¡Ay, Daniel! Me asustaste *boludo de mierda*.

—Perdón, mi amor, es que te vi y no me pude contener.

—Bueno, hacé un poquito de ruido la próxima por lo menos.

—Estaba pensando que podríamos hacer algo hoy a la noche, tengo el día libre y estaría bueno invitar a mis viejos, unos amigos, tus hermanas pueden venir también. Hacemos un asado, tomamos unas cervezas, jugamos un truquito. ¿Qué te parece?

—¿Un asado? ¿En serio me decís? —dijo Flor enojada.

—Bueno, ponemos unas verduras para vos.

—Igual, Dani. Sabés que soy vegana y me venís a decir que querés hacer un asado en mi casa y llenar todo con olor a carne. Ya bastante me banco que trabajes en el frigorífico.

—Pero es una vez, ¿sabés cuánto hace que no nos juntamos con los chicos?

—Ese no es mi problema, los podés ver cuando quieras mientras no sea en esta casa. ¿Acaso no te acordás cómo me trataron cuando los conocí?

—Ya sé, son medio boludos a veces, pero son buenos pibes. Los tenés que conocer un poco más.

—Por eso, andá con los "buenos pibes" —dijo Flor haciendo comillas imaginarias con los dedos.

—¿Por qué siempre querés arruinar todo? Te digo que quiero que hagamos algo juntos, compartir un momento con gente que quiero y te ponés a la defensiva y atacás a todos.

—¿Yo arruino todo? —dijo Flor alzando la voz—. ¿Yo? Bien que te quedás callado cuando esos tololos que tenés como amigos se burlan de mí a mis espaldas, mirá que me doy cuenta cómo se contienen la risa cuando me ven, eh. No soy boluda. Y tus viejos también, nunca me quisieron y no me van a querer, así que deja de forzar las cosas *boludo del ano* *hmmm*

Flor se golpeó el pecho reiteradas veces y Daniel se fue de la habitación sin decir una palabra más, un minuto después se escuchó que la puerta del frente se cerraba. Flor se sentó en la cama y se largó a llorar, ya había tenido esa pelea miles de veces y siempre terminaba de la misma manera: ella llena de culpa y Daniel yéndose.

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A la mañana siguiente Flor se despertó con un nudo en la garganta, la cama estaba intacta del lado de Daniel y no había ningún rastro de que haya pasado a buscar ropa o cualquier otra cosa. Flor agarró su celular y entró al chat de él, se fijó la última conexión que marcaba había estado en línea hacía veinte minutos, seguramente ya estaba en el trabajo. Lo cerró y se sentó con un resoplido.

A la media hora ya estaba lista para ir al hotel, agarró las llaves y partió. Eligió caminar para despejarse un poco la cabeza, las peleas siempre la dejaban así, agotada, pesada. Caminó en la mañana cálida y dejó que el sol la envuelva por un rato, tomó aire, se relajó un poco y llegó al hotel.

—Hola, Leo —dijo y caminó de largo, pero sintió una mano tocándole el brazo antes de que pueda avanzar.

—Flor, hola —la saludó Jaz con una sonrisa.

—Jaz, ¿qué hacés acá tan temprano?

—Vine a hablar con Carla unos temas del contrato que habían quedado pendientes —después de un segundo continuó—. ¿Desayunaste? Estaba yendo al bar de la esquina ahora, ¿querés venir?

No hay manera de perdernosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora