Flor y Jaz habían quedado en desayunar juntas, cosa que ya se había hecho un hábito para ambas. Jaz llegaba media hora antes de su horario de trabajo para pasar tiempo con su amiga y Flor ya estaba ahí, esperándola. La cocinera generalmente preparaba algo para comer y Flor hacía el café y calentaba el agua para el té o el mate, dependiendo del humor de la otra. La mayoría de los días se sentaban tranquilas en la cocina, donde nadie las molestaba y podían hablar sin que nadie las interrumpa.
—Che, Jaz. Seguro te parece re tonto lo que te voy a decir, pero me encanta empezar el día con vos.
—No es tonto. Y a mí también me gusta. Está bueno poder hablar con alguien y relajarse un poco antes de arrancar con todo.
—Igual siento que siempre soy yo la que habla hasta por los codos y vos me escuchás.
—Me gusta escuchar todo lo que tengas para decir.
—Siempre fuiste buena para eso. Siempre sabías cuándo hablar y cuándo callar y simplemente... estar.
Jazmín la miró, sonrió y se le achinaron los ojos.
—Bueno, contame algo vos. ¿Seguís pintando?
—No mucho —dijo Jazmín con una mueca—. Me cuesta sentarme y que algo me salga.
—¿Te falta inspiración?
—Así parece —respondió la cocinera con una sonrisa melancólica.
—Ya va a volver. No hay que forzar las cosas, a veces es mejor que todo fluya.
—Como decía el señor Heráclito.
—Así es —se rió Flor.
—¿Vos todo bien?
—Acá andamos, siempre lo mismo.
—¿Por qué lo decís? —le preguntó Jaz mientras se untaba una tostada con dulce de leche.
—Por Daniel. Es pelea tras pelea. Siempre lo mismo, no me escucha... o no quiere escucharme.
—Las relaciones son complicadas. Siempre el amor implica esfuerzo y muchas veces sacrificios.
—Sí, pero cuando los sacrificios son más que las satisfacciones no sé si vale mucho la pena —dijo Flor sin levantar la mirada—. Hace unos meses casi nos separamos. No le conté esto a nadie, ni a mis hermanas —después de un instante Flor continuó—. Estábamos muy mal, nos peleábamos, gritábamos, él se iba a dormir a la casa de algún amigo, y todo se repetía al día siguiente. Después de un par de días sin hablarnos me decía que iba a cambiar, que podíamos sacar la relación adelante, pero ya no sé si se puede.
Jazmín la miraba con el ceño fruncido. Le dolía ver a Flor de esa manera, sin el valor de mirarla a los ojos, sin poder pronunciar las palabras que formaban un nudo en su garganta sin que le tiemble la voz. Jaz dio la vuelta a la mesada y se le acercó despacio. Sin dejar pasar un momento Flor se le lanzó a los brazos, la abrazó fuerte, aferrándose a su remera, y lloró. Su cuerpo se movía involuntariamente, en parte por el llanto y en parte por los tics, los cuales Jaz trataba de controlar con el suyo. Lloró largando sollozos silenciosos y Jazmín no pudo hacer otra cosa más que abrazarla también y susurrarle que todo iba a estar bien, que ya iba a pasar. Se quedaron suspendidas en el tiempo con ese abrazo, las manos de Jazmín acariciando la espalda de Flor y esta última enterrando su cara en el cuello de su amiga. Después de catorce años ese abrazo se sentía como recuperar una parte que se había perdido, era como salir a tomar aire después de estar mucho tiempo bajo el agua, era necesidad, era magnetismo, era... inevitable.
—Te extrañé mucho, Jaz.
Flor suspiró estas palabras contra la piel de Jazmín, lo cual hizo que se erice todo su cuerpo.
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No hay manera de perdernos
FanfictionFlor y Jazmín se vuelven a encontrar después de catorce años. No se veían desde aquel día en que Jazmín se mudó a Córdoba con su papá, y dejó a Flor sin su mejor amiga y compañera de colegio. Más de una década después la vida las vuelve a encontrar...