Capítulo XVIII

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Unos golpes en la puerta despertaron a Flor la mañana del domingo. La voz de Teresa retumbaba en su cabeza, pero Flor aún no podía entender qué estaba pasando.

—Flor, hija. Jazmín está en el teléfono.

Eso era todo lo que necesitaba escuchar para salir de la cama como un resorte. Se puso las pantuflas y abrió la puerta en un segundo. Teresa le entregó el teléfono y Flor esperó hasta que la escuchó lejos para comenzar a hablar.

—Jaz, hola.

—Flopi, perdón que te moleste tan temprano. ¿Estabas durmiendo?

—Sí, pero no hay problema. Me encanta que me llames —dijo Flor, no pudiendo contener una sonrisa—. ¿Pasó algo?

—No, quería escuchar tu voz... y preguntarte si querés venir hoy a casa. Papá no está de nuevo, así que tenemos toda la casa para nosotras.

A Flor le encantaba la idea. No había nada que le gustase más que pasar tiempo con Jaz, aunque no hicieran nada productivo cada momento con ella era valioso.

—Me copa. Dame tiempo para arreglarme y voy.

—Te espero. Ah, si querés te podés quedar a dormir acá y vamos juntas al cole mañana.

—Buenísimo. Chauchis.

—Chau, gorda.

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Media hora más tarde sonó el timbre en la casa de Jazmín. Una sonrisa inmediatamente apareció en su rostro. Bajó la escalera corriendo y abrió la puerta.

—¡Flor, al fin!— al segundo se dio cuenta de que se había equivocado—. Abu, ¿qué hacés acá?

—¿Así es como recibís a tu abuela?

—No, perdón, Abu. Pensé que eras Flor.

Jazmín le dio un abrazo y cerró la puerta tras ella. Las dos se dirigieron a la cocina.

—Tu papá me llamó y me dijo que se tenía que ir, pensé que no te gustaría estar sola. Nunca te gustó.

Era verdad. Jazmín odiaba quedarse sola cuando su papá se iba en un viaje de negocios y, a pesar de que eran muy frecuentes, no lograba acostumbrarse. Pero esta vez era diferente, se suponía que ese iba a ser un día para Flor y ella, tranquilas, sin nadie que las moleste.

—Sí, igual invité a Flor. Así que no te preocupes por mí, podés ir a hacer tus cosas si querés —Jaz estaba algo nerviosa, no quería ser mala y echar a su abuela, pero no sabía cómo decirle que justo ese día no la necesitaba—. Igual me encanta que estés acá, amo pasar tiempo con vos, pero estoy bien.

Jaz respiró profundo para recuperar el aire que había perdido al hablar tan rápido. Luisa la miró confundida, Jazmín no solía ponerse nerviosa fácilmente, pero en seguida se dio cuenta de lo que estaba pasando. Notó que seguramente en ese plazo de tiempo desde su última visita un par de cosas habían cambiado en la vida de su nieta.

—Jazmín, ¿te olvidaste de contarme algo?

—¿Eh? ¿De qué hablás, Abu?

—No sé, algo que me quieras contar... algo que tenga que ver con Flor por ahí.

Los ojos de Jazmín se abrieron como platos. ¿Tanto se le notaba?

—¿Flor? Con Flor todo bien, tranqui —dijo entre una risa nerviosa.

—Sí, por lo que veo más que bien —dijo Luisa gesticulando con la mano hacia el cuello de Jaz.

Jazmín inmediatamente se llevó una mano al cuello, de repente recordando los acontecimientos de la noche anterior.

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⏰ Última actualización: May 07, 2018 ⏰

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