EXTRA 2: Historia Marilina

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Narra Mario:

Esta vez llegué al colegio a tiempo, me senté con mi grupito de amigos de siempre y esperé a que el timbre de entrada sonara.

Conversaba acerca de cosas cotidianas con mi grupo, cuando entonces la veo entrar por la puerta principal al lado de su hermano. No puedo ocultar la sonrisa que saco cuando la veo o cuando pasa por mi lado, siempre tan hermosa, y hoy no es la excepción.

Pero hay un detalle que hace que me sienta mal por no ir a preguntarle en estos momentos qué es lo que le pasa: tiene los ojos hinchados, parece que hubiera llorado.

Paulo nos saluda a todos de la mano, mientras que Marcelina se pasa de largo. Hago como si no la estuviera viendo para que Paulo no se dé cuenta. Al cabo de un corto lapso suena la campana y todos entramos al salón de clases.

Las pocas veces que la he visto de reojo a Marcelina, ha estado con esa misma cara triste. Le voy a hablar en el recreo, no soporto verla así.

Apenas sonado el timbre de inicio de recreo todos salen, yo también lo hago. Busco una excusa para salir de mi grupo de amigos y veo en dónde están las chicas. En seguida llamo a Alicia.

— ¿Qué pasa, Mario?

—Alicia, hazme un favor. Diles a las chicas que tienen algo importante que hacer en el patio y haz que se vayan, pero sólo dejas a Marcelina, ¿ok?

—Está bien, pero, ¿por qué quieres que haga eso? — pregunta cruzándose de brazos

—Tú solo hazlo, ¿quieres?

—Ya, ya, está bien... Sólo porque pienso que Marcelina y tú hacen una bonita pareja— me guiña el ojo y se va. Escucho cómo Alicia les dice algo sobre el nieto de su abuelo y ellas se van, luego percibo al fin que Marcelina está sentada sola.

—Hola, Marcelina— camino lentamente hasta llegar a ella, me siento a su lado.

—Hola, Mario— me da una sonrisa que a leguas se nota forzada.

— ¿Cómo estás?

—Bien, bueno, no tan bien— Marcelina baja la mirada

— ¿Por qué? ¿Qué te pasó? — pregunto y ella empieza a jugar con sus manos, como si estuviera nerviosa.

—Es Paulo, otra vez hizo algo malo— desde donde estoy puedo escuchar su respiración, se ha agitado un poco.

—Ah— lanzo un bufido— ¿Qué hizo Paulo ahora?

—Solo porque no quise hacerle el trabajo de inglés le dijo a mi mamá que el sábado pasado me había escapado a una fiesta, y no era así. Yo no salgo sin permiso de mis padres, ahora estoy castigada y Paulo se sigue burlando y me trata peor que su sirvienta— un par de lágrimas brotan de sus ojos y retengo el impulso que tengo por abrazarla.

— ¿Y por qué tu madre no te cree?

—No lo sé, porque piensa que de verdad me escapo, y por eso mis notas han bajado. Pero de verdad le he prometido que esta vez voy a esforzarme más y aun así no me cree— se limpia con una mano las nuevas lágrimas que le han salido.

—Sé que lo lograrás. Tu madre tiene que confiar en ti.

—Pero no lo hace, le cree más a Paulo que a mí— su voz quebrada le impide continuar— ya estoy cansada de Paulo y de las cosas que hace, ha pasado tanto tiempo y aún no madura.

Miro a ambos lados para verificar que no haya nadie y me acerco un poco más a ella para abrazarla. Quiero consolarla, necesito consolarla y hacerle sentir mejor.

—Ya, Marcelina, ya— su cabeza se coloca en mi pecho y la acaricio— todo se va a solucionar. Si quieres hablo con Paulo.

—No le digas nada de esto, por favor.

—Está bien. Pero de todas maneras tienes que hablar con tu madre, ¿Sí? — ella asiente con la cabeza.

—Voy a decirle también a papá— comenta por lo bajo

—Haz lo que creas necesario pero ya no llores, Marcelina— digo mientras acaricio su suave cabello y la abrazo con fuerza— Eres muy hermosa como para que el mundo te vea llorar.

One Shots  // Carrusel //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora