Día 10

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Desperté pero a diferencia de otros días me sentía feliz. Martinus es un chico estupendo que da luz hasta en la más densa noche. Es alguien bueno que no quería dañar. La única persona que podía arruinar esto era yo porque Martinus siempre lograba hacerme reír. No quería lastimarlo y esa idea me atteraba.

Fui al baño a lavar mi cara para despertarme por completo. El agua fría siempre le daba un toque diferente a esta. Salí con la pregunta de todos lo días. ¿Qué voy a ponerme hoy? Quería que fuera algo especial pero nada extravagante. Elegí un vestido blanco que tenía muchos girasoles, me llegaba por la rodilla, con unos tirantes delgados y un escote no tan pronunciado. Cepille mi cabello para dejarlo suelto. Use un labial mate muy semejante al color de mis labios para que no se note mucho la diferencia y un poco de rimel en mis pestañas superiores. Me gustaba como me veía en ese instante y me preguntaba el por qué nunca lo había hecho antes.

Baje para a la cocina para poder comer. Mamá y papá no se encontraban pero mi desayuno ya estaba sobre la mesa, me senté mirando a a todos lados. Lo que le había dicho a Martinus era cierto, me sentía sola en esa casa. No me dieron ni un hermanito para poder jugar con él. Tenía una casa sola para mi, igual de sola que yo. Por suerte Martinus me alegraba la mayoría del tiempo, pasábamos juntos las tardes en su casa o en la mía. Se que el también se siente igual porque me lo confesó el día de ayer.

El tiempo se encontraba en mi contra, por pensar en todo lo malo que me a pasado no pude desayunar. Corrí para cepillarme los dientes y correr al colegio.

Martinus estaba frente a mi casa, al verme se puso de pie— Te estaba esperando ______, estaba por empezar a caminar.

Me sonroje, su voz era tan dulce— Lo siento por demorarme un poco más.

—Te ves muy linda —sonrei agachando mi cabeza.

—Gracias, tu siempre te vez guapo. No hace falta que te lo diga.

—Me gustaría que me lo dijeras, no siempre se que lo piensas.

—Lo voy a empezar a hacer —guiñe mi ojo haciéndolo reír, era muy mala haciéndolo— ¿dormiste bien?

—Si, mamá me dio un vaso de leche con algunas galletas y las subí a mi habitación anoche —se acercó a mi oreja— comí las que tu me diste y las otras se las devolví a mamá. Eso siempre me hace dormir mejor.

—No tenía idea —me recordaba al hermanito de una antigua amiga mía, siempre le daban leche y galletas para que durmiera— a mi no me gusta la leche, prefiero un té o un café.

—¿Cómo puedes decir eso? La leche es deliciosa —nunca me gustó y nunca lo hará.

—Lo siento pero en verdad la desprecio.

Llegamos al colegio y pude sentir como muchas personas voltearon a verme, era incómodo para mi. Martinus los miro y luego a mi, pude notar una sonrisa de lado de su parte.

—Llamas mucho la atención con ese vestido —rió— si sólo supieran que eres mi novia.

—Ten por seguro que no vuelvo a usar vestidos —reí también. No me gustaba que desconocidos miren mi cuerpo. No pude evitar sentir un cosquilleo en mi estómago cuando pronunció "mi novia" se sentía bien  escucharlo decir eso y más que vaya dirigido para mi.

—Puedes usarlos, te quedan muy bien pero sólo para nuestras citas o cuando estemos solos —golpee su hombro.

—Tonto —llegamos a nuestro salón.

Todas las horas siguientes pase sonrojadome. Martinus a cada instante giraba a verme y sonreía. Era raro que lo haga. Observé como muchos nos miraban cuando lo hacia y se lo hice saber pero a él no le importó. Tenía que acostumbrarme, aunque debo ser honesta, no me lo imagine así. Seguíamos actuando como amigos, no nos habíamos besado desde aquella vez ni siquiera nos habíamos tomado la mano. No me molestaba porque se que lo haríamos en su momento.

30 días junto a Martinus (Marcus Y Martinus)(Marcus And Martinus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora