Sasori parqueó la motocicleta y dejó el casco sobre ella, entrando a una discoteca, siendo la una de la madrugada exactamente. Se sentó en la barra y pidió una copa de vodka, la cual tomó mientras paseaba sus orbes cenizas por el lugar. Recostó su rostro en las palmas de sus manos, analizando. Suspiró por lo bajo ante lo recién sucedido, pues si Sakura necesitaba que le mostrara su lealtad nuevamente lo haría, pero por ahora solamente quería despejar su mente; tal vez cogerse a una chica le quitaría la ansiedad tan asquerosa que lo recorría, pero para su sorpresa no sería cualquier chica, ya que ni planeado lo tenía. Al parecer mataría dos pájaros de un tiro.
La recorrió como si la examinara, parte por parte, sin dejar nada fuera de base. Sonrió con sorna, y es que, ¿quién diría que Hinata Hyüga estaría en ese sitio de mala muerte? Y lo mejor, sola. Le sonrió al ver que tenía su atención sobre él. Hinata desde la mesa observó rápidamente al costado, evitando que ese hombre desconocido la mirara, pues fue muy mala idea salir y revelarse ante los desplantes que el Uzumaki llevaba haciéndole cada que llegaba del trabajo, evitando toda conversación con respecto a la boda, boda adelantada.
Sasori continuó bebiendo sin apartarle los ojos de encima, notando el temblor que causaba en ella, y aunque sabía que estaba por irse ante su insistente mirada, no la dejaría, oh no, volvería a recuperar la confianza de Sakura y quitaría su estrés de encima. Por ahí derecho, le mostraría a la joven heredera lo que es divertido, excitante e insano. Hinata tragó pesado al verlo levantarse y caminar hacia ella. El hombre tenía porte, elegancia, picardía. Las hebras rojas le hicieron frente al color azabache, y sin decir palabra alguna la tomó de la mano, llevándola a los pasillos de la parte trasera, alejándose tenuemente el ruido de la música.
—¿Qué viene buscando por acá una niña como tú?
La gruesa voz quedó retumbando en sus oídos, detallando ella sus facciones masculinas. Sus mejillas se tornaron carmín al procesar que estaba contra la pared, acorralada por un desconocido, y en un sitio donde si su padre se llegara a enterar la mandaría directo al carajo. Mordió su labio inferior, recordando el por qué estaba ahí.
—Quiero olvidar —desvió sus pupilas al suelo al recordar el motivo de su sufrimiento.
Sasori sonrió de lado ante su pedido.
—¿Quieres que te haga olvidar?
Hinata sintió su corazón paralizado ante su susurro, apretando los puños de tan solo recordar como toda su vida fue subestimada, asintiendo con la cabeza. Sasori la tomó del mentón y capturó sus orbes, y es que debía aceptar que la Hyüga era bastante tierna, y tal vez romperla no sería lo correcto, no, es que no lo era. Pero si así Sakura estaba contenta lo haría. Tomó sus muñecas y las apresó contra el muro, sintiendo el olor a licor combinado con menta de los labios femeninos. Besó la comisura de sus labios y apretó su agarre en sus muñecas, gimiendo ella ante la ferocidad del agarre.
—¿Cómo te llamas?
—Eso no es importante —analizó como sus piernas flaquearon al sentir su respiración en el lóbulo de su oído— abre la boca.
Hinata obedeció a la demandante voz cerrando los orbes, sintiendo como su lengua era presa de la de él, además de la extraña sustancia cristalizada que con maestría el acomodó en su cavidad. Estaba un poco ebria, pero aun así veía con claridad cada facción del joven. Su sistema nervioso comenzó a reaccionar, entregándose a él en ese sitio público sin ningún remordimiento al sentir cómo su cabeza empezaba a dar vueltas. Sasori acarició de aquí para allá, cargándola a una de las habitaciones para luego de entrar azotar de un portazo la puerta. Desabrochó el botón de su jean y se quitó su camiseta.

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LIAR [Terminada]
Fiksi PenggemarEl amor, la obsesión, el desprecio, la humillación, la infidelidad. ¿Qué tanto te pueden dañar? Créditos de la portada a Annette-san.