Capítulo 17

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Nancy solía ser una chica completamente normal, con una familia altamente pegada a la religión cristiana. No era una chica popular, pero tampoco una chica aislada. Tenía 18 años cuando entró a la universidad del sur de Nueva Adlia a estudiar la carrera de gastronomía, pues siempre tuvo un gran talento para la cocina. Pero como para todos nosotros, la juventud es una etapa en la que decidimos quienes somos, y nuestros gustos comienzan a cambiar de forma drástica, incluyendo los sexuales.

Una noche, Nancy estaba lista para presentarle a sus padres a su nueva novia que había conocido en la universidad, London. Nancy llevaba un short de mesclilla, una blusa color verde claro con la frase "I love Paris." Y sus tenis color gris. Mientras que London llevaba un vestido color crema y unas botas que llegaban hasta sus rodillas. Ella ya les había contado que se encontraba saliendo con alguien, pero nunca les comentó que aquella persona era una chica. Sus padres abrieron la puerta, esperando que fuese el típico chico lindo, que fuese capitán de algún equipo. Pero al ver a la chica de cabello negro y ojos azules, quedaron indignados. Tocaron la puerta y los padres de Nancy abrieron.

—No sabía que traerías a una amiga —dijo su madre con sutileza. Las chicas se miraron fijamente y tomaron sus manos, lo cual hizo que sus padres entendieran la situación, la cual no la tomaron bien. Su padre la tomó fuertemente del brazo jalándola dentro de la casa y  cerraron la puerta en la cara de la chica. Nancy pudo escuchar el lloriqueó y los pasos alejándose de London lo cual le rompió el corazón.

—¿Cómo nos pudiste haber hecho esto? —dijo la mamá llena de furia.

—Les dije que estaba saliendo con alguien —dijo Nancy con lágrimas en los ojos.

—Dime ¿qué hemos hecho para tener una hija con tales pensamientos? —dijo el padre de Nancy, bastante molesto.

—¡Todos tienen la libertad de decidir con  quien quieren estar! —se defendió.

—Espero que con esto se te quiten aquellos pensamientos —gritó su padre. Se desabrocho el cinturón que llevaba en su pantalón color marrón. Lo tomó de un lado y comenzó a darle fuertes golpes por todo el cuerpo a la pobre Nancy. La chica se tiró al frío suelo, y comenzó a jadear de dolor. Miró a su madre con cara de suplica, pero ella únicamente de limitó a mover la cabeza de izquierda a derecha dos veces.

Su padre por fin la dejó después de notar que sus manos, piernas y el cuello de Nancy estaban sangrando, mientras que el resto de su cuerpo se encontraba completamente rojo y lleno de marcas que le dejó su padre. Nancy subió rápidamente a su habitación y cerró la puerta con seguro.

Se lanzó a su cama y lágrimas y más lágrimas salieron. La chica tomó una maleta y comenzó a guardar toda su ropa en ella. Tomó su chaqueta y su cartera en la cual llevaba un poco de dinero ya que trabajaba en un puesto de comida rápida. Abrió la ventana y escuchó los pasos de sus padres acercándose a su habitación. La puerta sonó.

—¡Nancy! —gritaba su madre.

Aventó sus cosas al patio de su casa y acto seguido se aventó ella lo cual le causó una raspada en la rodilla y unas cuantas en las palmas de las manos, lo cual era de mínima importancia. Cuando por fin sus padres lograron abrir la puerta, la chica ya estaba lo suficientemente lejos de ellos.

Nancy corrió y corrió lejos, tomó un Taxi, el cual la llevó al aeropuerto. Tomó el siguiente vuelo a Joli, un pequeño pueblo en Europa ya que su tía se encontraba ahí. Era una mujer comprensible y atenta. Además de que sus padres nunca la visitaban.

Pasaron meses y Nancy cada vez estaba peor, pues no tenía ningún contacto con London, ya que había dejado el teléfono en su casa y no tenía buena memoria para recordar el número. Su tía intentaba animarla, pero era inútil. Le aconsejó hablar con sus padres, a lo que ella se negó.

Pero como todo dolor, debe estallar. Nancy intentó matarse dos veces, en una de ellas tomó muchas pastillas somníferas, pero no funcionó, pues su tía se dio cuenta a tiempo, aunque terminó unos días en el hospital. Al salir, todo parecía estar bien, pero su tía se preocupó, así que decidió llamar a sus padres a espaldas de Nancy, pues pensaba que era lo mejor para ella, pero fue el peor error.

Los padres de Nancy llegaron hasta la casa y luego de muchas disculpas, Nancy los perdonó y volvieron a casa. Pero Nancy únicamente quería una cosa, ver a London. La chica le dijo a sus padres que iría a la universidad para preguntar si le darían otra oportunidad. Sus padres dudaron un poco, pero apenas se habían reconciliado con su hija y lo que menos querían era pelear con ella, así que le otorgaron el permiso.

La chica de inmediato corrió hasta la universidad. Paseó entre los pasillos buscando alguna señal de London. Su corazón se detuvo al ver a su chica caminando con los pasillos. Se acercó a ella, pero se detuvo cuando observo a un chico alto, de pelo negro, ojos cafés y lentes besándola. El chico no era para nada guapo, y mucho menos de buena estructura física, pero a London le gustaba.

London miró en la dirección en donde se encontraba Nancy, hizo una mueca de sorpresa y le susurró algo en el oído al chico, el cual se retiró inmediatamente.

London se acercó a Nancy y la miró de pies a cabeza.

—Hola —dijo con su típica voz dulce.

—Veo que me olvidaste bastante fácil —dijo Nancy.

—No creíste que lo nuestro duraría, ¿o enserio lo creiste? Yo no te amo, nunca te amé, y jamás lo haré —se burló la chica.

Siete palabras, siete palabras fueron las que provocaron que su corazón se rompiera en mil pedazos. Nancy se marchó de ahí con el corazón roto, subió todas las escaleras del edificio de la universidad hasta llegar a la azotea. Cuando llegó, no dudó en lanzarse. Pero la altura no fue suficiente para quitarse la vida, y le costó muy caro. Quedó inválida y jamás pudo volver a usar sus piernas. Al poco tiempo, sin darse cuenta, comenzó a tener depresión, lo que la llevó a presentar trastornos alimenticios, y finalmente terminó en el hospital. Ella estaba en el hospital, dos años, tres meses y catorce días antes de mi llegada.

A Nancy no le dolió las críticas, los golpes de sus padres, ni siquiera lo que dijesen los demás, o si eso arruinaría su reputación, lo que realmente le lastimó, era haber arriesgado todo, por una persona que no arriesgó nada.

<<¿Sabes qué cosa es peor que perder a tu alma gemela gracias a la muerte? Perderla, saber que está viva y a pesar de que diste todo por ella, es plenamente feliz con otra persona.>>

Con amor, tu mejor amiga.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora