Capítulo 29

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Para ser humilde, no necesariamente debes ser pobre.

La humildad, es saber que tienes, sin creerte más.

La humildad es dar con el corazón, sin esperar recibir algo a cambio.

La humildad es perdonar, a pesar de que te hicieron mucho daño.

La humildad es un valor que nos hace mejorar cada vez más.

Si la tienes, asegúrate de no perderla.

Estaba ahí, fuera de la casa de Tomas. Llevaba un pants negro y una camisa deportiva totalmente blanca, pues recién había despertado y éramos vecinos. La puerta era grande, como de unos dos metros y medio, era color negro y con pequeñas ventanas de vidrio polarizado alrededor.

Toqué la puerta, escuché unos pasos acercarse.

—¡Catalina! —exclamó la madre de Tomas mientras abría la puerta.

Se veía bastante bien, su cabello rizado estaba suelto y cepillado. Tenía una pijama de color dorado, pues había llegado muy temprano. Tenía una gran sonrisa en el rostro.

—¡Señora Vela! —exclamé y ella se acercó para darme un abrazo.

Nos alejamos y prosiguió.

—Dime Cory, por favor —sonrió—. ¿Qué te trae por aquí?

—Quería hablar contigo, y el padre de Tomas.

—Claro linda, pasa.

Entré a la casa de Tomas, la habían remodelado por completo. La pared del lado derecho era de ladrillo rojo, mientras que las otras eran color blanco. Había un enorme espejo en la pared del frente. Las ventanas eran completamente de vidrio y dejaban entrar bastante luz. Las puertas eran de madera, excepto la de la entrada principal, el piso era de mármol y las escaleras de madera. La cocina estaba bastante grande y era de color rojo con negro.

—Ponte cómoda, ¿quieres un café?

—No, gracias, no demoraré mucho —dije mientras me sentaba en el comedor.

—Bueno, en un momento vengo, iré por Harold.

Harold era el nombre del padre de Tomas, el nombre de su madre era Cory, y su nombre era una gran historia que contar, al menos eso solía decir Tomas, nunca me lo dijo.

—Catalina, es un placer verte —dijo Harold y me abrazó fuertemente.

—Igualmente.

—¿Y de qué querías hablar? —ambos se sentaron.

—Quería pedirles disculpas —bajé la cabeza.

—¿Por qué? No tienes nada de que preocuparte —dijo la madre de Tomas.

—Porque si yo nunca hubiera conocido a Tomas, el aún seguiría aquí.

—No pienses eso, fue su decisión, además si no te hubiese conocido, quizá hubiera sido una persona distinta —dijo Harald.

—Pero al menos seguiría aquí.

—Mi niña, por favor no te culpes, nosotros estamos bien, no queremos que te culpes por ello, así que borra esa tristeza de tu rostro y sonríe, te lo mereces —Cory me tomó las manos.

Con amor, tu mejor amiga.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora