Capítulo 9

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Las oportunidades van y vienen. Pero cuando te llega la oportunidad del amor, no dejes que se valla; ya que es una de esas oportunidades que la vida no deja que pase dos veces.

Sé que puede haber días en los que te sientas mal, en los que sientas que no sirves para nada. Creeme, yo solía sentirme así. Pero la vida es así, a veces subes, a veces bajas; todos tenemos problemas que queremos resolver y metas que queremos lograr. Pero a veces es mejor a lado de una persona, un compañero, un amigo, con el que sabes que estará contigo en las buenas y en las peores. Estén bien o mal. Y también en otro lugar, tal vez uno, en el más allá. Sabes que a pesar de que no la puedas ver, esa persona sí te ve a ti. Y estoy segura, que quiere que sigas sin ella. Vivir tu vida y ser feliz, aunque no sea con esa persona.

—¡Hija! ¿dónde has estado? me alegra que estés bien. —dijo mamá tomando mis hombros.

—Solamente... Caminé —miré hacia los lados, mirando quiénes estaban. Estaba la enfermera que me había atendido; mi padre con un traje beige; mi madre con una blusa blanca,un pantalón azul, una bolsa roja y unos zapatos azul marino; y Chloe, la chica de la que no sabía hace un largo tiempo, se encontraba hermosa, su cabellera rubia había crecido bastante, vestía un vestido floral unos pocos centímetros arriba de las rodillas, acompañado de unos tacones negros con un acabado que llegaba hasta el peroné.

—¿Caminar? —frunció el seño—. ¿Por dónde?

—Ya sabes, por los pasillos del hospital —dije dudosa.

<<Y también con un chico lindo>> Pensé.

—¿Por qué? —se alteró—. ¿Te duelen las piernas? ¿la cabeza?

—No, sólo estaba curioseando. Estoy bien.

<<Debo estarlo>>

—Bueno, tenemos que hablar —dijo casi susurrando.

—¿Sucede algo? —miré hacia donde estaba mi padre, Chloe y la enfermera, parecían entender lo que sucedía y se alejaron.

—Eso dímelo tú —cerró los ojos por aproximadamente cinco segundos y luego los abrió—. Es mejor discutir esto dentro de la habitación.

Entramos a la habitación, pues estábamos afuera de ella. Mis pelos estaban de punta y mis piernas temblaban, estaba demasiado nerviosa. Nunca es bueno cuando tus padres quieren hablar contigo, mucho menos a solas, y menos tu madre. Mi madre cerró la puerta con seguro. Me tomó del brazo y me sentó en la cama, dejando su bolso a un lado mío.

—¿Cuándo ibas a decírmelo? —preguntó molesta.

—¿Qué? —mordí mis labios.

—Estás más flaca de lo normal, ¡casi pareces un hueso! te rehusas a comer la mayoría de las veces, tienes dolores de cabeza y mareos, aunque no lo digas tus estudios lo demuestran, ¡tu período no ha llegado! ¿sabes lo que eso significa? —bajé la cabeza. Traté de analizar con lógica lo que me estaba pasando.

—¡Mamá no estoy embarazada! —grité.

—¿Te parece que esto es un juego? ¡anorexia! ¿qué hice yo para tener una hija con tal enfermedad? ¡te lo he dado todo! —dijo con desesperación.

—Si consideras que me lo has dado todo ¿por qué Tomas no está aquí? —lágrimas comenzaron a brotar. Aquello hizo callar a mi madre. Tomó su bolso y salió de la habitación.

<<Anorexia>> Aquello lo había visto en biología. Es un trastorno alimenticio, que principalmente se da en los jóvenes. Aquellas personas que sufren anorexia sienten un miedo real a engordar y tienen una imagen distorsionada tanto de las dimensiones como de la forma de su cuerpo. Por ello no pueden mantener un peso corporal normal. Muchos adolescentes con anorexia restringen la ingesta de alimentos haciendo dieta, ayuno e incluso ejercicio físico excesivo. Casi no comen, y lo poco que ingieren se convierte en una obsesión.

¿Realmente lo tenía? A decir verdad, no podía parar, cada vez que un alimento se introducía a mi boca, lo único que quería hacer era sacarlo inmediatamente. No lo soportaba. Sabía que estaba mal, sabía que tal vez podría tener esa enfermedad. Pero no podía escapar, pensé que lo controlaba pero se me escapó de las manos.

Llevé mis dedos a las sienes, y el llanto comenzó a hacerse más notorio, juraría que las tres habitaciones que seguían de la mía estarían escuchando aquel llanto, preguntándose lo que pasaba.

—¿Puedo pasar? —la voz de Chloe me sacó de ese transe. Yo asentí. Ella entró, cerró la puerta y se sentó a mi lado —. Yo realmente no tengo idea de que decir, se que estás pasando por una etapa bastante dura. Pero no te lastimes a ti misma, eso no solucionará nada, sólo te hará más infeliz, pero no sólo a ti, también a las personas que te rodean —Tomó mis manos, yo las alejé.

—¿Por qué nunca estás cuando realmente te necesito?

—¿A qué te refieres? —se desconcertó.

—A los doce años, nos escapamos de la escuela porque querías saltarte tu examen de física. Nos atraparon, me culpaste de todo, dijiste que te había obligado. Me suspendieron por dos semanas. A los catorce años, te acostaste con tu novio, el deportista. Publicaron un vídeo de él y tú teniendo sexo. Hiciste creer a todo en instituto que era yo con una estúpida peluca. Los rumores se aclararon, te perdoné y terminaste culpando a una chica inocente de preparatoria. De nuevo a los catorce años, mi primera vez en el hospital, no estuviste ahí. Tampoco estuviste en la muerte de Tomas, cuando pasé días en casa sin salir de mi habitación, sólo quería que mi mejor amiga estuviese para mí, pero no fue así. Tampoco estuviste en el funeral, jamás respondiste mis mensajes, ni mis llamadas, luego vuelves y actúas como si nada hubiese pasado. Te llamé hace casi tres meses, fui hasta tú departamento, no estabas ahí. Llamé y llamé, y ni siquiera devolviste mis llamadas. ¿Enserio crees que te escucharé ahora? —las lágrimas dejaron de brotar, y aquella lástima y tristeza, se transformó en furia y rencor.

—Sólo, espero que lo tomes en cuenta, te ofrezco una disculpa —suspiró —. En verdad espero que me perdones y puedas superarlo.

Salió de la habitación. Quizá me habría quitado una carga de encima. Me había desahogado. Tal vez era lo que necesitaba <<Desahogarme>> Justo eso. Podría llorar tanto que ya no me quedasen lágrimas para llorar. Hablar tanto que ya no me quedarían palabras por decir. Y pensar tanto, que mi cerebro ya no pudiese procesar más.

Podría parecer estúpido y metafórico, pero de alguna forma, todo aquello pareció cobrar sentido.

Con amor, tu mejor amiga.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora