17| Amarte

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  Corría sin parar con tal de llegar lo más pronto a donde trabajaba, estaba desesperado, ansiaba hablar inmediatamente con ella. Pero su turno seguía, y no tuvo más opción  que seguir trabajando, o sería despedido.

— Simón — lo llamaron.

— Dime.

— ¿Qué onda con Mar? — se puso nervioso.

— ¿Que tiene ella?...

— No lo sé, ¿Estás saliendo con Mar?.

— Ok, ¿A dónde van todas estas preguntas? — dijo algo cansado.

— Ámbar te vio, le rompiste el corazón, ¿Realmente deseabas eso?.

— No sucedió nada, Luna. Le aclaré todas las cosas, no tendría porque seguirle mintiendo, o peor, mintiendome. Te hice caso.

— Bueno, Ámbar subirá a cantar en un rato, deberías hablar con ella...

— Estoy tratando de hacerlo,  pero no puedo, Juliana puede despedirme.

— Uhm, está bien.

— ¿Luna?

— ¿Sí?

— Gracias — volvió a lo suyo, todo era alocado, tenía que ir de una punta a otra.

  Estaban organizando todo para el evento de esta noche, sí, pequeño detalle, hoy era el Open de cada mes, muchos subirían a cantar. Entre tantos, estaba su rubia de ojos zafiros a la que anhelaba besar con todas sus fuerzas, a la que quería abrazar y decirle que todo estaba bien, aunque realmente no sea así. Él quería estampar como fuese una sonrisa, una cual adorne su rostro siempre.
Después de un tiempo, de tanto organizar, servir, etc, las luces se apagaron. La pelinegra encargada de la apertura del evento subió al escenario, tomó el micrófono y sonrió.

— Bienvenidos todos al segundo Open del año — dijo con aquel tono que la caracterizaba —. Recibamos con un fuerte aplauso a Matteo.

   El primero en subir fue él, luego le siguieron varios hasta llegar a Ámbar, estaba sumergida en un atuendo que consistía en un solo color, el blanco. ¿Qué iba simbolizar?, No lo sabían, nadie. Tomó el micrófono entre sus manos y se preparó para hablar, tenía nervios al cantar por primera vez, iba a ser importante, no quería arruinarlo.

— Esta canción... — dijo con cierto nerviosismo, carraspeo levemente —.  Esta dedicada a alguien muy especial, y que sé, que después de todos mis errores me tuvo paciencia, cariño y mucho mucho amor. No puedo demostrarle lo agradecida que estoy pero, quiero que sepa que yo dejaré que sea feliz, porque lo quiero más que a nadie en el mundo. Lo dejaré volar, lo veré irse sin mí — cerró sus ojos.

Es una forma de amar, entender que volarías. Y es mejor que perdonar, recordarte cada día.

Siempre en mí, hasta el fin, sé que estás cruzando el mar, aún te siento en la brisa. Si no puedo verte más, aún me queda tu sonrisa.

  Cada palabra salía de su corazón, sentía como el peso de la culpa se iba liberando poco a poco, pero el dolor, ese, seguía ahí. Abrió sus ojos y fijo en su mirada rápidamente al mexicano de ojos cafés hipnotizantes.

   Es difícil aceptar, que tu voz, se va en el viento. Sé que hoy debo soltar, dónde estás, no existe el tiempo.

No podía aceptarlo, ¿Realmente estaba diciendo que lo dejaría ir?, ¿En serio le había echo creer que no la amaba?

Siempre en mí, hasta el fin, sé que estás cruzando el mar, aún te siento en la brisa. Si no puedo verte más aún me queda tu sonrisa.

No lo entendía, él jamás la dejaría ir, no.

Con tus alas hazme sanar, que aún te llamo sin hablar.

— Maldición — dijo.

Sé que estás cruzando el mar, aún te siento en la brisa. Si no puedo verte más, aún me queda tu sonrisa.

  Eso fue suficiente para irse a correr tras ella después de verla bajar del escenario en dirección al camerino, sería su oportunidad de arreglar todos sus errores. Sería el momento de que esta vez luchara realmente por ella, por lo que amaba.

— Bonita, ¿Por qué lloras? — preguntó.

Parecía como la primera vez, como si el tiempo nunca hubiese avanzado. Como si aún la vida estuviera dándole una segunda oportunidad.

— ¿Simón? — lo miró, estaba al lado suyo, por sus mejillas no paraban de caer lágrimas —. ¿Y Mar?.

— Ámbar, jamás vuelvas a pensar que no te amo — estaba siendo directo —. Porque no puedo evitarlo, es mí instinto, siempre lo será, te amo con locura. A veces siento que... — suspiró —. Ámbar...

— Cállate, idiota — lo abrazó sin más preámbulos, ambos querían que pasara, ella tomó la iniciativa —. Yo también te amo, Simón.

— Espera — la detuvo y se separaron, sacó de su bolsillo la cajita y de esta saco el collar con la púa.

— ¿Y eso?...

— Es para ti.

— ¿Tu púa? — preguntó.

— Solo se la daría a la chica que despertó muchas cosas en mí, esa eres tú — ella le sonrió, estaba tan alegre en estos momentos.

  Se volteó para que él le colocara el collar, al sentir el tacto de sus dedos en la piel de sí misma, la hizo experimentar una corriente eléctrica. Desbordaba de emociones, era un huracán de estas.

— Listo, se te ve perfecto — tomó delicadamente sus mejillas y la miró a los ojos —. No me arrepiento de nada, siempre voy a Amarte.

  Unió sus labios con los de ella, experimentando sabores, sensaciones y emociones diferentes. Deseaban que el tiempo se detuviera en este preciso instante, lo anhelaban con todas sus fuerzas. Pero, ya tendrían toda la vida para besarse, después de todo, las cosas serían diferentes. De una forma buena, claro.

Amarte © [Simón Álvarez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora