Su mirada se encuentra perdida en el hermoso paisaje colorido frente a nosotros. El silencio es cubierto por la suave brisa que se desliza con calma y agita la verdosa vegetación. Incluso el gris del cielo no le quita para nada su gran esplendor. Éste parece un lugar fantástico, idílico.
― Si miras mis ojos no encontrarás nada. Si observas mi espalda verás mis marcas, cicatrices que cuentan una historia nada feliz ― sus palabras suenan lejanas, tanto como lo estarán sus pensamientos ―. Siempre quise escribir una historia ― suelta de la nada.
Sonrío un poco.
― No lo sabía ― murmuro bajo.
― Ahora lo sabes.
Más silencio nos envuelve, y aunque quisiera relajarme por completo no puedo evitar que algunos pensamientos nada buenos me dominen.
― ¿Estás segura de que quieres seguir con eso? ― reitero dudoso, y para qué mentir, también con cierto miedo. Sé que no necesito especificar para que sepa de que hablo.
― No tengo más opciones.
Quiero decirle que sí las hay, más callo porque sé que lo evaderá con una respuesta listilla o alguna frase cortante.
Ella quiere esto y yo sólo puedo ayudarla. Espero estar haciendo lo mejor.
― Okey.
Finalmente sus ojos se conectan con los míos y la incertidumbre regresa a mí. Estas dudas no se han ido desde aquella vez, pero ahora parecen acentuarse más.
¿Realmente es lo correcto?
― No pienses tanto ― saca una sonrisa, una de las que pocas veces ha permitido apreciar.
― Yo... ― mis palabras mueren apenas son formadas en mi cabeza.
Acuna mi mejilla con una de sus cálidas manos y no lo dudo, la rodeo con mis brazos atrapándola contra mi cuerpo, sintiendo una oleada de sentimientos arrollarme sin piedad.
― Eres el mejor amigo que alguien podría desear.
Un par de lágrimas traicioneras escapan con total rebeldía de mis ojos, y es que con ella no me importa ser o verme débil, mostrarme tal como soy.
― No quiero perderte ― confieso aquello que es tan obvio. Hay muchas probabilidades de que algo salga mal, ambos lo sabemos bien.
Este no es un juego.
Lentamente me devuelve el abrazo, incluso intensifica la fuerza de éste pero no me quejo porque yo sólo quiero estar así por siempre, lejos de todos los problemas, de sus demonios, de mis mentiras. De todo.
― Te quiero, Jed ― susurra.
― Y yo a ti, bella.
No sé cuando tiempo permanecemos así, realmente no me importa. Cuando se separa lo hace sólo unos centímetros nada más, nuestros rostros se encuentran tan cerca que es posible observar los sentimientos tormentosos reflejados en nuestras miradas. Acaricio su rostro y lo admiro con tanta intensidad queriendo guardar hasta el más mínimo detalle en lo más profundo de mi cabeza, queriendo hacerla inolvidable.
Por alguna razón, no sé si por lo incontrolable del momento, la distancia entre ambos se acorta pudiendo así nuestros labios tocarse. Primero es un roce leve. Seguidamente, estos anhelando conocerse, comienzan una danza que va al compás de nuestros corazones acelerados.
Pruebo la dulzura de su boca, la suavidad de sus labios, la inexperiencia de sus movimientos que de a poco, con ganas de aprender, se aventuran a intensificar aquel beso.
En segundos nuestras lenguas son participes dando bienvenida a pequeños suspiros traviesos, deseosos de demostrar lo bien que se siente la unión de nuestros labios.
Dejo una estela de besos alrededor de sus labios hasta volver a atacar su boca, esta vez con más lentitud. Todo lo que hay alrededor de nosotros se ha ido a un segundo plano tan lejano que es imposible no sentirse en una burbuja, en un sueño.
Esto es real.
Deposito unos cuantos besos más antes de alejarme. Sus ojos siguen cerrados, por lo que guío mi vista a sus labios y los encuentro de una tonalidad más rojiza de lo normal y está algo inflamados, lo que le sin duda le da un aspecto enloquecedoramente apetecible. Sus mejillas están algo coloradas lo que le da un toque adorable. Es muy extraño ver algún tipo de timidez en Maddie por lo que conseguirlo es refrescante y glorioso.
Cuando finalmente puedo ver sus ojos estos brillaban de una forma espectacular, hipnotizantes. Y casi me quedo sin aliento cuando esboza una pequeña sonrisa que amenaza con fundir todos y cada uno de mis sentidos.
Refugia su rostro en mi cuello y siento la piel de esa zona, su risa nerviosa logra despertarme de mi pequeño ensimismamiento.
― Yo...mmm...
― ¿No querías besarme? ― formula con completa y sorprendente tranquilidad. Supongo que ya se recompuso, yo en cambio aun sigo algo aturdido por sus labios sobre mi piel.
― No...no era mi idea principal ― murmuro un poco torpe.
Intento ver alguna reacción de su parte pero sólo logro casi nada de su rostro por lo que no consigo un buen resultado en mi pequeña investigación.
― Tampoco era mi idea principal ― confiesa con una sonrisilla intrigante.
Observo sus labios embelesado, aun sin poder creer lo que acabamos de hacer. Y lo peor es que quiero volver a besarla.
¡Por Dios! Es mi mejor amiga. Se supone que los amigos no se besan, ni que debería desear volver a probar sus labios. No soy ciego, sé que Maddie es hermosa pero...¿pero?
― ¿Qué somos? ― pregunto luego de un largo silencio con pensamientos confusos atacando mi mente.
Cuando pienso que no contestará, lo hace.
― No creo que exista una palabra exacta para describirlo ― murmura pausadamente ―. Más si tuviera que elegir una, supongo que esa sería...amigos ― agrega, y hay una sonrisita en su rostro colorado, sonrisa que me sabe a muchas cosas. Sonrío también.
― También lo creo.
Por supuesto que lo hago. Siempre seremos amigos...pero también podemos agregarles otras palabras a nuestra relación. Sin duda.
¡Demonios! Me gusta Maddison Collins.
¡Holis! No sé a ustedes pero a mí me encanta este cap 😍
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Donde Estés [Trilogía Buenos Amores #1]
Short Story― Jed, necesito un favor. ― Hola, Maddie. Yo bien, ¿y tú? ― No estoy para bromas, Jed. ― Amargada. Y dime, ¿en qué te puedo ayudar, bella? ― Necesito que me ayudes a fingir mi muerte. ― ¿Cómo? Espera, creo que oí mal. Repite lo que dijiste, por favo...