Capítulo Uno: Ayuda.

188 16 2
                                    

Me muevo indecisa por la pequeña habitación que tanto me asfixia. Mis manos tiemblan y mis ojos pican por el deseo contenido de llorar.

No puedo más. No puedo más.

Siempre supe que existiría un límite pero nunca quise pensar en cuál sería el final, ahora que lo veo siento miedo, tanto miedo que no sé si podré hacerlo, y a la vez siento que ya ha sido suficiente. Todo esto me sobrepasa, no soy tan fuerte.

Observo el aparato que segundos atrás dejé sobre mi cama. Muerdo mi labio con indecisión.

¿Será qué...?

No quiero meterlo más en esto, pero sé que él me ayudaría sin titubeos.

Unos golpes en la planta baja me hacen dar un respingo y mi estómago se revuelve cuando imágenes rebeldes se cuelan en mis pensamientos sin permiso alguno.

Ya no puedo más.

Finalmente las lágrimas comienzan a caer una por una empañando mi visión, aun así logro tomar mi teléfono y marcar aquel único número que ya conozco de memoria.

A pesar de que es algo tarde sé que me contestará debido a su problema de insomnio, y no equivoco. Apenas descuelga, hablo.

Jed, necesito un favor ― digo y espero que no haya notado lo terrible que ha sonado mi voz. Parece que sí lo hizo porque hay un brusco movimiento que hace rechinar su cama.

Digamos que mis llamadas a estas horas son normales, y pocas veces son por cosas buenas. Odio hacerle eso pero es la única persona con la que puedo contar y ser yo misma sin sentir que me juzgan y me miran con lástima.

Hola, Maddie. Yo bien, ¿y tú? ― murmura con falsa tranquilidad y casi me hace sonreír. Casi.

Adoro el hecho de que a pesar de todo siempre intente sacarme una sonrisa, lamentablemente estas son muy pocas en mi repertorio de expresiones faciales.

― No estoy para bromas, Jed ― confieso con suavidad, no queriendo hablar alto y que me descubra.

― Amargada ― resopla y esta vez sí sonrió ligeramente, claro que él no me puede ver ―.  Y dime, ¿en qué te puedo ayudar, bella?

Hay otro ruido por lo que supongo que se acaba de acomodar, o eso creo.

Pienso un rato si realmente voy a hacer esto, pero por más que le doy vueltas sólo consigo la misma opción. Tengo que hacerlo si quiero acabar con esto antes de que esto acabe conmigo.

― Necesito que me ayudes a fingir mi muerte ― suelto sin más.

Un fuerte golpe, como de algo cayéndose, me pone en alerta, cuando oigo una maldición de su parte entiendo que se ha caído de su cana. Estoy a punto de preguntarle si está bien pero su voz algo elevada me lo impide.

― ¡¿Cómo?!― vocifera claramente conmocionado ―. Espera, creo que oí mal. Repite lo que dijiste, por favor.

Dejo escapar un suspiro. Sabía que algo así podría pasar, es una reacción natural ante tal descabellada declaración, lo sé.

― Escuchaste bien ― digo no queriendo repetirlo ―. Realmente necesito tu ayuda con eso. Y no bromeo ― agrego antes de que pueda decir algo más.

Hay unos segundos de silencio donde sólo escucho su respiración hasta que por fin habla, o mejor dicho grita.

― ¡¿Qué?! ¿Me estás jodiendo, Maddison?

― No, Jed ― murmuro con controlada tranquilidad para que sepa que hablo en serio.

De nuevo silencio.

Estoy dispuesta a volver a hablar pero unos golpes en la puerta me detienen. Mi cuerpo se tensa debido al miedo que trepa por el. Ni siquiera me muevo, como si eso me volviera invisible.

Cuánto quisiera que fuera así.

― ¿Maddie? ― su voz en la otra línea suena tan lejana, imposible de hacerme sentir segura como cuando me abraza.

― Está aquí ― susurro con voz queda.

― Tranquila, bella. Tranquila ― murmura suavemente en un intento de calmarme ―. La puerta está cerrada, ¿cierto?

― Sí ― musito sin mirar al único objeto que lo divide de mí. Los golpes no cesan y comienzo a sentirme mal ―. Jed...

― Calma, bella. Todo va a estar bien ― algo en su timbre de voz falla y puedo percibir el miedo en ella. Miedo, impotencia y rabia ―. ¿Quieres que vaya? ― cuestiona bajo, no queriendo alterarme más.

Niego a pesar de que sé que no me ve.

― No.

― Okey, okey. Tú sólo mantén la calma. Todo va estar bien, bella ― sigue repitiendo, casi como si se tratara de un tipo de mantra, incluso me hace repetirlo también.

Intento concentrarme solamente en el sonido de su voz y su respiración, aunque es muy difícil, pero no dejo de intentarlo. Luego de unos minutos, al fin se va, los golpes cesan y mi cuerpo se relaja lentamente. Me dejo caer en la cama soltando un entrecortado suspiro, con una mano libre limpio las lágrimas que habían caído por mis mejillas tiempo atrás.

― ¿Estás bien?

― Lo estoy ― murmuro algo ronca.

― Bien ― ahora es su turno de suspirar.

Sé que quiere hablar de eso, que quiere recordarme lo que siempre me dice, pero han sido tantas veces que he evadido el tema que supongo ya se ha acostumbrado a tragarse sus palabras. No es algo que me guste, pero sí lo agradezco internamente.

Por eso y más Jedidah siempre será mi mejor, y único, amigo.




Buenooooo, aquí está el primer capítulo de esta historia. Como ya lo dije, los caps serán alternativos entre personajes, algunos serán algo cortos, y la historia no superará los 20 capítulos.

Quiero darles gracias de antemano. Agradezco un montón su apoyo, eso siempre hace feliz y motiva a seguir, así que ¡gracias!

Les quieres mucho, yo 😘 Y espero que les guste 💜

Donde Estés [Trilogía Buenos Amores #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora