Harry había comenzado sus vacaciones, así que estaría más tiempo en casa. Últimamente hemos hablado más. Hemos compartido información como nuestro color favorito, lugares a los que queríamos ir, nuestra música. Me sorprendió saber que era un auténtico fan de Elvis Presley y que su color favorito era el naranja. Yo no lo entendí, porque hasta donde mis conocimientos llegaban, los ciegos no podían ver ni tenían una idea clara de las cosas. Tal vez más adelante le preguntaría acerca de eso. También me dijo que amaba cantar, pero le daba vergüenza hacerlo frente a personas.
Hoy daríamos un paseo por la ciudad. Vestí unos shorts azules con lunares blancos, adornado con un cinturón amarillo y una blusa del mismo azul con lunares blancos que se abotonaba hasta el cuello. Calcé una vans y cubrí mis ojos con los Ray.Ban amarillas.
Bajé hasta la sala y ahí estaba él sentado en el sillón con un libro en sus manos. Me acerqué a él y vi lo que tenía entre las manos. No eran más que simples círculos que él palpaba delicada y cuidadosamente cada uno. Se veía increíble. Su hermana Gemma había escogido su ropa y lo había ayudado a peinar su despeinado cabello rizado.
-¿Nos vamos? –Pregunté. Él se puso de pie y cogió su bastón. -¿No llevas gafas?
-No. Así está bien. –Sonrió. –Gemma dice que uso mucho esas cosas.
Yo reí levemente.
-Sí. ¡Nunca se las quita! –Rió su hermana. –Bueno, váyanse ya, se hace tarde.
-¿Y tú no vienes? –Pregunté. Ella negó con la cabeza.
-Tengo deberes.
Gemma me dio las llaves de su auto y salimos de casa. Era un humilde Chevrolet Cruze. Harry pudo caminar solo hasta la puerta del copiloto y yo manejaba. Conduje por las calles de Londres y mientras pasábamos por algún lugar interesante, le explicaba a Harry cómo era. Él estaba bastante entretenido escuchándome hablar, aunque me sentía un poco incómoda, ya que no traía sus lentes. Hablábamos de todo. Él me relataba breves resúmenes de los libros que había leído. Yo odiaba leer. Nunca cree ese hábito en mí y tampoco me lo inculcaron cuando era pequeña. Todo lo bueno que puedo recordar de mi infancia es la música. Yo tocando el piano. Tal vez en algún momento me anime a tocar algo para Harry.
-Oye, Harry, ¿puedo preguntarte algo?
-Por supuesto, lo que quieras.
-Ahm… -La pregunta era bastante imprudente, pero necesitaba saber. Era urgente. -¿Cómo… cómo sabes que tu color favorito es el naranja?
Él sonrió.
-Pues… He leído muchos libros. Te sorprendería lo hermoso que encuentro al mundo gracias a los libros.
-Amas leer, ¿cierto?
-Tanto como amo la música, ____, no te imaginas cuánto. Además de mi familia, eso es lo que me ha impulsado a seguir adelante. Mi vida no ha sido fácil, aunque tenga todo el dinero del mundo, puedo llegar a ser tan pobre como un mendigo.
-Imagino... –Logré decir. Estaba bastante impactada. Jamás había oído a alguien hablar de esa manera.
-No. No puedes imaginarlo. Nadie que no esté en mis condiciones puede imaginarlo. Es terrible. ¿Sabes? Jamás he estado con nadie... Ese es mi sueño.
-¿Estar con alguien?
-Sí. Alguien que me quiera tal cual, aunque no pueda ver nunca su propio reflejo en mis inservibles ojos.
-Harry, no hables así. –Dije en un tono dulce.
-Todo el mundo habla de amor, pero yo no lo siento.
Hubo un silencio. Después de eso nadie dijo nada. Conduje hasta un restaurante al que los Styles solían frecuentar. La dueña nos recibió cordialmente. Ella, su esposo e hijos saludaron a Harry como si de alguien muy importante se tratase. Con un gran amor que yo ni siquiera podría explicar. Nos llevaron hasta una mesa en una esquina, aparentemente exclusivo de Harry. Nos enseñaron el menú y nos dejaron unos momentos a solas para que pudiésemos elegir. Harry tenía su propio menú con el método braille.
-¿Qué quieres comer? –Pregunté mientras observaba su menú con curiosidad.
-Bueno, yo comeré una pasta con salsa bechamel y vino.
-Excelente elección. Creo que también comeré eso.
Harry llamó al mesonero -quien también mostró actitudes de aprecio hacia él- y pidió la cena. Mientras esperábamos, conversábamos acerca de la noche. Mientras Harry me hablaba mi menté voló a mis primero días en la casa Styles. Harry había sido muy audaz conmigo, pero ahora era todo lo contrario. Se veía más tímido. Tal vez todo lo había hecho para divertirse o causar alguna impresión. Pero me alegraba el hecho de que ahora fuese más… tranquilo. Me agradaba esa versión suya. El auténtico Harry.
-Oye, ¿por qué todos te tratan como a un rey? –Pregunté sonriente. Él también sonrió.
-Mi familia viene aquí desde que yo era un niño y se hicieron más que clientes de estas personas. Somos muy unidos, ¿sabes? Grandes amigos.
-Qué bien. Se ve que te quieren mucho. Te tratan de una manera muy especial y hasta tienen un lugar exclusivo para tu familia.
-¡Oh, no! –Rió. –Esta mesa es únicamente mía. La reservo para salidas especiales.
Al oír aquello mis ojos se extendieron y sentí como mis mejillas se enrojecían. Gracias a Dios él no podía ver aquello. Las palabras “Salidas especiales” retumbaban en mis oídos todavía. Yo definitivamente era una salida especial… No podía dejar de sonreír.
-¿Estás sonriendo?
Sonreí aún más.
-Sí… Es que acabo de ver algo gracioso.
-¿Ah, sí? ¿Y qué es? –Preguntó curioso. Yo no sabía qué responder. Bien podía mentir, pero no quería. No estaba bien. -¿Y bien…?
Justo en ese momento apareció el mesonero para salvarme. Traía los dos platos. Luego regresó a la cocina a por el vino. Le serví un poco a Harry y un poco a mí. Comimos en silencio. Harry me contaba chistes y yo no paraba de reír. Sabía divertirse él y a mí también. Después que comimos, me pidió que lo llevara a un muelle. Me gustó la idea y conduje hasta allá.
-____, ¿cómo eres? –Preguntó. Lo último que quería responder era eso. Yo no era nada agraciada. Creo que lo único bonito en mí eran mis ojos azules. El resto era un desastre.
-Bueno… Tengo ojos azules y cabello caoba. Mi piel es tan pálida que parezco un muerto. –Harry rió. –No soy tan alta.
-Oh, sí, eso lo noté. –Sonrió. –Suenas bastante bonita.
-Sí… eso dicen. –Dije con un poco de sarcasmo, pero traté de que él no lo notara.