Capítulo 2.

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La gente solía decir que el tiempo volaba, cosa que él no entendió hasta que, después de seis años, los recuerdos de Lu Han y él jugando juntos le parecían bastante recientes, como si hubiera vivido todos esos lindos momentos con su mejor amigo tan sólo días atrás. Se habían vuelto inseparables.

Lu Han y Se Hun jamás dejaron de visitarse con frecuencia. Habían crecido juntos en el mismo vecindario desde los diez años, por lo que estaban acostumbrados a la presencia del otro. Se Hun había aprendido lenguaje de señas gracias a Lu Han y a la madre de éste, por lo que ya no era un problema entenderlo bien. Por supuesto, a veces cometía errores o simplemente se le olvidaba cómo era la seña para una palabra en específico, pero Lu Han siempre estaba ahí para ayudarlo.

Nunca se imaginó que terminarían viviendo juntos tras una tragedia: un incendio que se llevó la vida de una persona muy importante... Lu Han aún tenía pesadillas relacionadas con fuego y, más que nada por respeto, no hablaban acerca de ello.

Era domingo por la tarde y no tenían tareas pendientes ni nada por el estilo. El más alto salió del cuarto de baño, notando que el más bajo se había quedado sentado en la cama del dormitorio ajeno, esperando con cierta emoción a que saliera para por fin mostrarle el resultado final del nuevo color en su cabello.

—¡Tarán! —Se Hun dejó caer la toalla que cubría su cabello, revelando que ahora era de color café oscuro—. ¿Cómo me veo? —Cuestionó al contrario, haciendo también uso de sus manos al momento de hacer esa pregunta.

Lu Han sólo acarició su propia mejilla izquierda y, sin despegar mucho la mano de su rostro, la movió hacia su mejilla derecha para dejar una suave caricia hacia abajo ahí también.

—Oh, ¿en serio? —Era una lástima que Lu Han no pudiera escuchar la simpática risa de Se Hun, pero éste realmente se encontraba feliz por el simple hecho de que su mejor amigo le había dicho que se veía atractivo.

Lu Han apoyó su mano horizontalmente contra su pecho y sólo la subió un poco. Apoyó su pulgar derecho contra su barbilla, dejando la mano abierta. Luego puso toda la mano a la altura de su pecho con sus dedos índice, medio y anular extendidos hacia el frente y, en un veloz movimiento, subió esa misma mano hasta la altura de su rostro y dejó extendido hacia arriba únicamente el dedo índice. Después, puso su mano encima de su pecho otra vez, pero ahora juntando su pulgar con el dedo medio para hacer como que estiraba un hilo invisible hacia afuera. Mostró la palma de su mano a Se Hun y la movió levemente hacia delante, hacia donde estaba él, antes de subir la mano hasta su cabeza y tocar su cabello juntando su índice con su pulgar. Se veía tranquilo, sin embargo, su mirada adoptó una tristeza increíble una vez que terminó de hacer esas señas.

El más alto se sentó junto a Lu Han y lo abrazó contra su pecho, sabiendo que había dicho "A mi mamá le gustaría tu cabello". Se Hun comprendía los sentimientos del contrario, pues él también echaba de menos a la señora Lu. Lamentablemente, ella había muerto en el incendio que había sucedido unos meses después de que Lu Han cumpliera sólo catorce años, dejándolo así sin familia. Todo por un accidente en la cocina de aquella casa que ahora estaba abandonada y hasta era usada para la creación de muchas leyendas en el vecindario, cosa que al más bajo nunca le pareció de buen gusto.

A sus dieciséis años, Se Hun y Lu Han estaban empezando su segundo año de preparatoria. Les iba bien en las clases, pero a veces Lu Han tenía que enfrentarse a algunos compañeros que lo molestaban por ser sordomudo. A Se Hun no le gustaba que se burlaran de su amigo, por lo que se la pasaba defendiéndolo cada vez que podía e incluso había terminado con golpes en la cara, recibiendo un buen regaño en la oficina del director. A él no le importaba con tal de mantener a Lu Han a salvo.

Aun así, los señores Oh no podían evitar preocuparse mucho por ambos. La señora tenía que ir a la escuela preparatoria y hablar con el director por lo menos una vez cada quince días, pidiendo que se detuvieran los abusos hacia Lu Han. El hombre siempre ofrecía disculpas en nombre de sus estudiantes y le aseguraba que harían todo lo posible por crear un ambiente agradable para el sordomudo, pero esa promesa nunca se cumplía.

La siguiente semana pasó rápidamente, pero Lu Han seguía teniendo problemas en la escuela. Las burlas habían pasado a combinarse con bromas, una más pesada que la anterior. Se Hun estaba furioso y Lu Han sentía que sólo le estaba causando molestias.

En una mañana de lunes cualquiera, Se Hun se despertó temprano y se alistó para salir. Terminó de hacer el nudo de la corbata de su uniforme y fue en busca de Lu Han.

—Buenos días, Lu. ¿Estás... listo? —La pregunta del castaño más alto prácticamente murió en sus labios al entrar a la habitación del contrario y ver que éste aún seguía sentado en la cama—. ¿Por qué no te has levantado? Se nos hará tarde para ir a la escuela.

Con sus manos extendidas hacia el frente, mostrando las palmas, hizo como que agarraba algo y con una expresión de disgusto en el rostro, movió su cabeza de un lado a otro a la vez que daba vuelta a sus manos hasta dejarlas extendidas otra vez. Alzó ambos índices a la altura de su pecho y señaló hacia el frente. Luego, con sus pulgares y sus meñiques extendidos, movió sus manos hacia el frente un par de veces. Había dicho "No quiero ir hoy".

Se Hun se acercó a él con preocupación y colocó una mano encima de la frente ajena, sólo para asegurarse de que el más bajo no tuviera fiebre.

—¿Te sientes mal? —Preguntó despacio, dejando que Lu Han leyera sus labios.

El más bajo no hizo más que asentir. No le gustaba mentirle a Se Hun, pero realmente no tenía ganas de ir a la escuela ese día.

—Espera aquí, le diré a mamá —dijo antes de salir de la habitación.

Continuará.

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¡Muchas gracias por leer! Si todo sale bien, "Mucho mejor" y "En ese entonces" serán los próximos fanfics que actualizaré.

Sin palabras [HUNHAN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora