Capítulo 3.

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Esa mañana terminó con Se Hun marchándose a la escuela y con Lu Han quedándose en casa, pero fue bueno para el último. El sordomudo quería descansar de lo difícil que podía llegar a ser su vida escolar por culpa de otros estudiantes, aunque fuera sólo durante un día. Después de dejar pasar un rato con la mentira de que le dolía el estómago, se levantó de la cama, fue a la cocina y, con señas, le dijo a la señora Oh que ya se sentía mejor.

Los padres de Se Hun no conocían el lenguaje de señas tan bien como su hijo, por lo que a veces era más complicado para ellos comunicarse con Lu Han. Aun así, siempre hacían el esfuerzo y sentían que iban mejorando poco a poco. El hecho de que Lu Han era capaz de leer sus labios también era de gran ayuda.

—Siéntate, Lu Han —la señora Oh sonrió dulcemente—. Si ya te sientes mejor, debes desayunar, aunque sea algo ligero. Mira, tosté unas rebanadas de pan. ¿Quieres? Estoy segura de que no te caerán pesadas al estómago.

El castaño asintió y se sentó para desayunar. Había tenido que resistir el hambre durante varias horas para convencer a la señora Oh de que en verdad se sentía mal, así que el pan tostado con jalea de fresa en verdad le parecía caído del cielo en esos momentos.

Eran las cuatro de la tarde cuando Se Hun pudo recoger sus cosas y salir de la escuela, regresando directamente a su casa. Su expresión facial no mostraba mucho, pero estaba preocupado por Lu Han; quería verlo y saber si se encontraba mejor. No había dejado de pensar en él en ningún momento del día.

—¡Ya volví! —Anunció su llegada, descolgando su mochila de su hombro y dejándola en el sofá de la sala.

—Bienvenido a casa, Se Hun —escuchó la voz de su madre desde la cocina—. ¡Llegas justo a tiempo! Lu Han y yo preparamos el caldo de res con vegetales más delicioso de todo el mundo —dijo con cierto orgullo—. Ven, debes probarlo.

¿Lu Han había ayudado a su mamá a preparar la comida? Eso sólo podía significar que su mejor amigo ya se sentía mejor. Gracias a las buenas noticias, una débil sonrisa se formó en sus labios antes de entrar a la cocina. Ahí, lo primero que percibió Se Hun fue un olor bastante agradable que inundaba el lugar.

En realidad no era algo para sorprenderse, pues su madre siempre había sido buena cocinera. Sin embargo, aunque nunca lo había admitido en voz alta, las cosas sabían un poco mejor cuando Lu Han ayudaba en la preparación.

El señor Oh llegó poco después, por lo que pudieron sentarse a comer todos juntos y conversar acerca de su día.

Cuando terminó su tazón de caldo, Se Hun agradeció y se puso de pie, diciendo que estaría en su habitación, pues tenía tarea para el día siguiente.

—Ah, Lu Han... —Tocó el hombro del más bajo para tener su atención y hacer que éste volteara a verlo—. Si te sientes mejor, deberías subir conmigo y copiar mis notas de las clases que te perdiste hoy.

Lu Han asintió y, como él ya había terminado de comer también, se levantó y siguió al contrario hasta el segundo piso.

Pronto estuvieron en el dormitorio de Se Hun, quien intentaba concentrarse en sus tareas, pero no podía dejar de voltear a ver a Lu Han de vez en vez, pensando que sucedía algo extraño. El más bajo se veía tranquilo mientras pasaba los apuntes a su propio cuaderno, aunque tal vez demasiado, ni siquiera parecía haber estado enfermo recientemente.

No había notado la mirada de Se Hun sobre él ni una sola vez. El más alto suspiró, dejando su libro a un lado por unos momentos y acercándose a tomar asiento junto a Lu Han.

—Lu, ¿está todo bien? —Preguntó tanto con su voz como con sus manos.

"Estoy cansado", contestó al señalarse con el índice derecho y luego poniendo ambas manos tocando cada lado a la altura del pecho, terminando por hacer sus brazos hacia abajo al mismo tiempo que la expresión en su rostro cambiaba por una de cansancio extremo.

—Lu... ¿Es verdad que te dolía el estómago esta mañana? —Soltó de repente.

Terminó respondiendo con lenguaje de señas que sí, pero que ahora se sentía mejor. No le gustaba mentir, mucho menos a Se Hun, pero tampoco tenía ganas de hablar acerca del verdadero motivo por el cual prefirió quedarse en casa ese día.

Se Hun seguía pensando que Lu Han no estaba siendo del todo honesto con él, simplemente le parecía extraño. Además, le dolía más de lo que quería admitir. No obstante, decidió hacer a un lado ese pensamiento y continuar con su tarea en silencio.

Lu Han se fue a dormir temprano, pero Se Hun se quedó despierto hasta las dos de la mañana pensando en una triste posibilidad. Por eso tuvo problemas para alistarse antes de salir de casa y para mantenerse despierto durante las clases al día siguiente. Lu Han incluso se vio en la necesidad de picar la mejilla del más alto con su bolígrafo para despertarlo antes de que el profesor se diera cuenta de que no estaba prestando atención. Era sólo una de las muchas ventajas que traía el sentarse junto a un amigo, según decía Se Hun.

Afortunadamente no recibió ningún regaño y tuvo la hora del almuerzo disponible para descansar un poco sin que lo molestaran. Se la pasó en la azotea, acostado en una banca, usando las piernas de Lu Han como almohada, pues al más bajo no le molestaba estar así.

Continuará.

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Gracias por leer.

Sin palabras [HUNHAN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora