Capítulo 12

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Narra Mike:

El cielo se encontraba nublado, había llovido un poco en la mañana, cuando esta cesó salí de mi casa para dirigirme al bosque. Quería dar un paseo entre los árboles, sentir el olor a tierra mojada, y pasar un rato tranquilo.

El aroma era inigualable, me encantaba este tipo de clima. Después de un rato salió el sol, el cielo se volvió azul, y se dibujó un arcoíris en el.

Seguí dando vueltas, hasta que algo a lo lejos llamó mi atención, me acerque para ver qué era, parecía como una especie de cabaña, pero era demasiado pequeña. Por su apariencia, se notaba qué estaba abandonada.

Pisé un pedazo de madera que ya hacía en el suelo cubierto de hojas y ramas secas, tenía algo escrito que con dificultad se podía leer, "Todos los amigos son bienvenidos".

Al ver esto automáticamente supe de que se trataba la pequeña cabaña, era el castillo Byers. La naturaleza del bosque ya se estaba adueñando de ella por años, desde que Will se marchó nunca se volvió a usar.

Entré a ver qué había adentro, vi la cama improvisada, unos cuantos comics y unos dibujos de Will, cuando esté estaba mas joven, estos estaban arrugados, y algunos hasta rotos, esto debido a la lluvia y los años que habían pasado.

Antes de quitarme, le dí una última  vista al lugar, recordé cuando nos juntamos ahí con los chicos a leer comics o libros, cuando jugábamos Calabozos y Dragones, cuando Will aun no había desaparecido.

Al volver a ver este lugar me cubrió una gran nostalgia, recordar los momentos que habíamos pasado me hacía añorar esos tiempos. Pasó una idea por mi cabeza, el cual tal vez me lleve algo de tiempo, pero con tal de sorprender a Will, lo haré.

Fui a mi casa, subí las escaleras hasta llegar a mi habitación. Saqué una libreta y empezé a hacer un bosquejo hasta que me gustó el resultado. Ya quería ver su reacción.

Narra Will:

—¡Mamá! Ya te dije que no es nada, ¡Estoy bien! —exclamé mientras esbozaba una sonrisa.

—Quiero saber quién lo hizo —insistió, acercándose a mi.

—No hace falta, ya tengo mucho con que Mike lo sepa —me crucé de brazos.

—¿Mike? —preguntó, mi sonrisa se amplió al escuchar su nombre.

—S-si —afirmé mientras trataba de disimular mi sonrisa—. Él aún está ahí como cuando niños.

—¿Enserio? —sonrió, al mismo tiempo que me veía atentamente. Me di cuenta que aún sonreía como idiota, así que mordí mis labios para evitar hacerlo, esto simplemente me estaba delatando.

—Si —respondí al instante. El ambiente estaba empezando a ponerse extraño, sentía como si mi madre estaba empezando a sospechar. Le dediqué una última sonrisa y caminé a mi habitación.

No puedo creer que mi mamá siga con el tema, después de que llegué anoche me empezó a hacer un interrogatorio, y esta mañana no fue la excepción.

Saqué una libreta y un lápiz, caminé a mi cama, para después sentarme en el centro con mis piernas cruzadas. Cuando me sentí cómodo con la posición, empecé a dibujar lo único que venía a mi mente, Mike.

Me distraje dibujando, que perdí la noción del tiempo. Traté de hacer sus facciones lo más parecido, cosa que logré, a pesar de tantos intentos.

—Will, ¿Quieres galletas?, Las prepare yo, y no es por presumir pero me salieron deliciosas —habló Jonathan entrando a mi habitación sin previo aviso, mientras le daba una mordida a una galleta que tenía en la mano.

Me sobresalté al escuchar su voz, rápidamente cerré mi libreta, y la aventé a otro lado de la cama.

—S-si claro —logré articular, por los nervios, mientras me sentaba en la orilla de esta.

—¿Qué dibujabas? —preguntó, a la par que se acercaba a mi libreta. Reaccioné con rapidez, y la tomé antes que él.

—N-nada —respondí nervioso.

Mi hermano me vio extraño, pero le restó importancia, para después irse mientras le daba otra mordida a su galleta.

Salí de mi cuarto, y caminé a la cocina. Vi la charola de galletas que estaba en la mesa, y tomé una.

Estaba de regreso a mi habitación, pero se escucharon unos golpes en la puerta. Caminé hacia esta, y la abrí, para después encontrarme con Lucas.

—¡Hey! ¿Cómo estás? —hablé sonriendo, y hacía una señal para que pase.

—Bien, solo vine a visitar —hizo una pequeña pausa—. Tengo que hablar contigo sobre algo —tomó de mi brazo, y me llevó a mi habitación.

—¿Qué sucede Sinclair? —pregunté, el moreno soltó el agarre. Por lo que cerré la puerta, y me senté en la orilla de la cama.

—Quiero conquistar a Max —dejó salir mientras tenía un leve rubor en sus mejillas.

—Ya se gustan, no sé por qué se tardan tanto —dije con obviedad, a lo que saqué una galleta que tenía guardada—, ¿Quieres? —pregunté mientras se la entregaba.

—Claro, gracias —la tomó, y le dió un mordisco—, mmm... Están deliciosas ¿Quién las preparo? —preguntó cambiando el tema.

—Jonathan —respondí.

—¿Enserio? —preguntó incrédulo, a lo que asentí—. No sabía que él preparaba postres.

—¿¡Verdad!? ¡Yo tampoco! —respondí gracioso, a lo que ambos reímos.

—Si, están deliciosas —sonrió, e hizo una pequeña pausa—. Ha, si, a lo que venía —rió—, tal vez si haya algo, pero no sé si ella quiera salir conmigo,  o si estos sentimientos son recíprocos, ya sabes, yo... —lo interrumpí.

—Estas bromeando, ¿Cierto? —él negó—. Amigo, ella está enamorada de ti, no se porque tardas en invitarla a salir.

—Pero no sé cómo —dijo mientras se aventaba a la cama—, ¿Cómo fue tu primera cita con Mike? —preguntó curioso, sentí ruborizarme.

—Aun no hemos tenido una primera cita —admití ruborizado. No me sentía mal, sabemos que nuestra relación no es bien vista por la sociedad. Por lo que salir a cenar en plan romántico era algo imposible.

—¿¡Qué!? —exclamó sorprendido.

—Justo lo que escuchaste —dije mientras soltaba unas pequeñas risas.

—¿Aun no te a invitado? —preguntó insistente. Negué—. Entonces cuando lo haga creo que será en grande —pasó sus manos por debajo de su cabeza para acomodarse.

—No lo creo —hablé—, lo único que me gustaría es que sea una noche inolvidable.

—Ese chico es un tonto enamorado, puedes creerme, amigo, será algo grande —dijo mientras me dedicaba una sonrisa—. ¿Sabes?, Mike te a esperado mucho, te puedo apostar que hará hasta lo imposible para verte feliz —sonreí y baje mi mirada.

¿Será verdad lo que decía Sinclair? O ¿Sólo lo dirá para hacerme sentir bien?.

Nos quedamos un rato platicando de distintas cosas. Y empezamos a aportar ideas para su cita con Max.

Después de un rato él moreno se fue, no sin antes llevarse unas cuantas galletas para el camino, y felicitar a mi hermano por sus nuevos dotes culinarios.

Enséñame a Amarte // Byler Donde viven las historias. Descúbrelo ahora