Había sido un largo viaje, pero luego de un par de horas había llegado a mi destino, el viejo y oxidado granero se imponía frente a mí, y a pesar de que debía temerle, más bien sentía curiosidad por saber lo que se escondía detrás de una fachada de anticuado y poco extravagante. Tuve que forzar levemente la puerta para que ésta cediera, a simple vista todo lucía común y corriente, demasiado, lo que me encendió la curiosidad, me coloqué un par de guantes en las manos y comencé a revisar cada rincón, hasta que un peldaño un poco flojo me dejó ver unas luces poco comunes en una zona fuera de la ciudad.
El trozo de madera cedió ante la leve fuerza que ejercí. Me escabullí entre los trozos de madera y llegué a una habitación que me dejó helada de la sorpresa, habían cámaras y un par de computadoras, también un par de repisas que sostenían pelucas de colores y frascos vacios, iguales a los que se encontraban en las escenas del crimen, un tocador, repleto de maquillajes con muchos tonos y colores, cepillos para el cabello, una tijera, una rizadora, una plancha y un secador, esmaltes de uñas de muchos colores diferentes. Una silla que parecía ser bastante cómoda frente al tocador, y un walk in closet con vestuarios que lucían bastante costosos y accesorios muy lujosos, zapatillas de diseñador y un espejo gigante que abarcaba toda la pared.
Parecía ser la habitación de una mujer adinerada, con la única discrepancia de que no había cama. Finalmente había encontrado la guarida del asesino, podía esperarlo hasta que apareciera y descubrirlo, pero tenía mejores planes, así que luego de echar un último vistazo y dejar las cosas como las había encontrado, me marché.
