Capítulo 7

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No recuerdo la hora a la que me dormí, así como tampoco recuerdo cuánto llegue a llorar. Sólo sé que, junto con el alcohol, mi cabeza se rindió gracias a la limpieza que le proporcionaron las lágrimas, hasta que dejó de funcionar y dio paso al sueño.

Deseé que la noche anterior sólo hubiese sido un sueño, pero no fue así. Se reprodujo durante toda la noche, dejándome aún más cansada de lo normal. Sentí que alguien me sacudía, y abrí mis ojos. Era Lux, con su pijama rosa de flores y su peluche de felpa en la mano. Me miraba aturdida.

-         Hey, buenos días princesa. –dije, reincorporándome para que subiese a la cama-.

Se sentó delante de mí sobre las sábanas. Colocó su peluche entre ambas y me retiró varios mechones de pelo para colocarlos detrás de mis orejas.

-         Lloras mientras duermes. –dijo, y aquello me dejó destrozada-.

Lo último que quería era que alguien presenciase mi debilidad, y mucho menos la niña.

-         ¿Me has escuchado?

Asintió con la cabeza, mirando su peluche.

-         Desperté con sed, y te escuché desde el pasillo.

-         Me sentó algo mal anoche en el cumple del tito Niall. –intenté parecer creíble. Coloqué su cabello detrás de su espalda a modo de coleta invisible-. Me dolía mucho la tripa.

La niña me miraba incrédula, sin terminar de creerse mi versión. Era más inteligente de lo que yo me imaginaba.

-         Será nuestro secreto. ¿De acuerdo? –dijo, sonriendo de repente-.

Sonreí, tristemente, y asentí con la cabeza.

Empecé a bajar los escalones en círculo mientras la ayudaba a ella y a su peluche. Cuando llegamos a la cocina, Lou y su marido preparaban el desayuno. Era la primera vez que lo veía.

-         Buenos días. –dijeron ambos casi a la vez, y la niña corrió hasta su padre, emocionada de su repentina llegada-.

-         Espero que tengas hambre. Hemos preparado un desayuno demasiado grande.

Me limité a sonreír, mirando al suelo, apoyada en la pequeña barra americana situada enfrente de la cocina, que la separaba del comedor.

Una vez sentados en la pequeña mesa, su marido nos puso al día de sus últimas experiencias de negocios. Yo me presenté un poco mientras él me hacía varias preguntas personales. Era incluso mucho más simpático que Lou. Daba gusto hablar con él de cualquier tema, incluso de política.

El reloj marcaba más de las 12 de la mañana y, agradeciendo que no hubiese ningún evento, me puse en pie para comenzar a recoger las cosas.

-         No no. Tranquila. Ya lo hago yo, que tienes cara de resaca. –diría ella, obligándome a sentar-.

-         ¿Qué tal estuvo la celebración? –preguntó su marido-.

Tragué en seco, sin percatarme de la mirada analizadora de Lou desde la cocina.

-         Estuvo genial. –la peor de mis actuaciones, pues no podía ocultar mi enfado-. Pero Niall salió algo perjudicado con tanto alcohol. –me relajé, pues pensar en él era lo único que me sacaba una sonrisa-.

-         Le hemos dicho millones de veces que no mezcle. Ahí es cuando pierde el control. –Lux se había lanzado a los brazos de su padre, abrazándolo sin poder soltarlo-.

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