Capítulo 9

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Aquel lunes el tiempo no jugaba a nuestro favor, así que tuvimos que correr hasta llegar al estudio de uno de mis programas televisivos preferidos en Londres, Alan Carr, Chatty Man. Corrimos por los pasillos Lou y yo, mientras nos seguía la pobre Lux a duras penas. Entré en el estudio, sin saludar a ninguno de os chicos, mientras regresaba a por Lux. Cuando llegue hasta ella, Louis la sostenía en brazos.

-         He visto mejores niñeras. No creo que a Lou le guste saber que la dejas sola. –diría, exagerando y fingiendo su preocupación mientras le daba un beso en la mejilla a la niña-.

Mi falta de respiración me dificultó la defensa, además de que no tenía ni la más mínima gana de discutir con él. Entré en el camerino, cerrando la puerta detrás. Ya estaban todos vestidos, sólo faltaba el maquillaje. Esta vez, se habían arreglado un poco más, llevando casi todos americanas de diferentes estilos y colores. Lou empezó a maquillar a Zayn, y yo tomé a Niall de la mano impidiéndole que terminase un sándwich para empezar a maquillarlo.

-         Lo siendo. –dije, sonriendo nerviosamente-.

-         Tranquila. -agitó su mano, restándole importancia al bocadillo inacabado, mientras terminaba de tragar el último bocado que había logrado coger-.

Le maquillé en cuestión de segundos, dejándolo impoluto. Guardé sus botes en el maletín y grité a Liam para que se sentase delante de mí.

-         ¡A la orden mi capitana! –exclamó, haciendo una reverencia-.

Reí a carcajadas, junto con él. Miré el reloj. Quedaban unos diez minutos y faltaba Louis. Me retrasé con Liam para no ser yo quien lo tocase, pero Lux empezó a llorar exigiendo sólo la atención de su madre. Aproveché para acabar con Liam e ir directo a Harry.

-         Te noto estresada.

-         No me gusta hacer las cosas corriendo. Y menos en un maldito programa de televisión.

-         Tranquila. No pasa nada. Somos las estrellas podemos llegar tarde.

Su amplia sonrisa me tranquilizó un poco. Su don para calmarme era impresionante. Empecé a masajearle las mejillas para esparcir el líquido. Luego, tomé la mota y puse polvos en su cara. Tenía los ojos cerrados. Lo tomé de la barbilla, lo giré lentamente para analizarle y le pedí que abriese sus maravillosos ojos.

-         Estás estupendo.

Sonreía como un niño pequeño e instintivamente, le tiré de los mofletes y le dejé ir. Cuando se puso en pie, Louis nos estaba perforando la garganta con los ojos enmarcados en sangre. Se me cortó la respiración y me quedé inmóvil. Luego, volví a mirar el reloj y el tiempo se nos echaba encima. Lou había salido con Lux y los demás empezaban a marcharse. Sólo quedábamos Louis y yo.

-         Me temo que no te queda otra que soportarme. –dije, buscando sus botes en el maletín-.

-         No tengo por qué hacerlo. –y con una sonrisa burlona, abandonó el camerino-.

Corrí hacia él.

-         ¡Louis! –grité, y se detuvo en seco-.

Intenté recobrar el aliento y bajar la temperatura de mi cuerpo debido al coraje.

-         Vuelve aquí ahora mismo. –le ordené-.

-         ¿Perdona? –se señaló la oreja-.

-         Me has escuchado perfectamente. Entra de una maldita vez, pon tu estúpido culo en esa silla y estate quietecito.

Se quedó inmóvil, estupefacto, y acto seguido, rindiéndose, entró. Sabía mejor que yo que no podía plantarse en la entrevista sin maquillar.

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