Capítulo 30

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-         ¿Cómo fue el parto? –sus finos labios dieron un pequeño sorbo a su mojito-.

Nos habíamos alejado de todos, dejando a los chicos con el pequeño James. Estaban ensimismados con él, así que me vino bien tomarme un respiro mientras hablaba con su padre.

Oh Dios. Su padre. Era todo tan surrealista, y había pasado tan rápido, que me parecía estar soñando. Cada vez que miraba a Niall, me acordaba de lo que juntos habíamos creado. Pero cada vez que miraba a James, recordaba el resultado de las experiencias más alucinantes de mi vida. Ahora éramos una familia. A pesar de ser ambos muy jóvenes, de no tener ni la más mínima experiencia y de que todo haya salido al revés, sabía que terminaríamos bien. Aunque no fuera necesariamente juntos.

-         Complicado. Justo como el de mi madre. No obstante, todo salió bien. –suspiré, evitando sus cristalinos ojos mientras bebía mi san francisco sin alcohol-.

-         ¿Lo sabías antes de irte? –preguntó, haciéndome voltearme hacia él-.

Se había bajado de la camilla de playa que habíamos cogido cerca del chiringuito, colocándonos en frente del mar, con la luna reflejada en el mismo. Le lancé una mirada de odio.

-         ¿De verdad quieres saberlo todo?

-         Por supuesto. –respondió, dándome un pinchazo en el estómago-.

-         Claro que lo supe después. ¿Qué diablos intentas decir? –una vez más, me puse a la defensiva-.

Dejé caer mis pies desnudos en la arena, de frente a él, teniéndolo en la misma posición. Vi como dejó el mojito detrás de sí, en el espacio libre del sillón de plástico blanco.

-         Quiero saberlo todo, porque quiero sentirme tan mal o peor que tú por haberte hecho lo que te hice.

Aquello claramente me pilló desprevenida. Fui relajando el rostro, temiendo que volviese a ahogarme con mi propio llanto.

-         ¿Por qué? –pregunté, con la voz temblorosa-.

Niall se acercó a mí y me tomó por los brazos, masajeándolos, acariciándolos. Sus ojos azules se posaron en los míos, poniéndome muy nerviosa.

-         Porque lo siento muchísimo –se detuvo un momento para pensar bien sus siguientes palabras, miró a la arena y al cabo de unos segundos, volvió a mirarme. Sus ojos estaban empapados-. Sé que haga lo que haga, ese dolor no va a desaparecer. Pero… -hizo otra pausa, ahogando un sollozo-, no sabes lo arrepentido que estoy, y lo desesperado que he estado por encontrarte. Nadie sabía decirme dónde estabas. Nos pasamos meses buscándote. Pero venir hasta aquí no es fácil. Y menos si nadie sabía exactamente dónde vivías. Luego, buscando de casualidad en casa de Lou, te dejaste una pequeña agenda con números de teléfonos. Fue entonces cuando encontramos el de tu madre, y fue Harry quien llamó. Antes, tuvimos que buscar a alguien que hablase español fluido –sonrió un poco-.

Limpió sus lágrimas, haciendo una pequeña pausa.

-         Fui un estúpido.

-         Niall, para ya.

-         No. No me cansaré de decírtelo si eso te hace sentir mejor. Fui un estúpido. Pasé unos cinco meses intentando hacerme a la idea de que habías decidido sacarme de tu vida. Pude entenderlo, claramente. Pero me costaba vivir, sabiendo que ya no estabas. Mis intentos de olvidarte fueron absurdos, y sin ningún éxito.

-         No has sido el único. –miré al suelo tras decir estas palabras, y jugué con la arena en mis pies-.

Pude ver como sus ojos me miraron, después de haberse perdido entre la oscuridad del océano mientras hablaba, sin soltarme las manos.

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