El mes correría rápido. Los chicos terminarían con sus últimas entrevistas para luego meternos de lleno en la gira. Yo estaba muy nerviosa. Una gira entera con los chicos, estando, ésta vez, detrás del escenario, ahorrándome las horas y horas de espera en la calle, y la lucha continua durante meses para conseguir sitio en primera fila. Me pareció muy surrealista todo, incluso cuando me encontraba con ellos en el avión de camino a los Estados Unidos, que sería su primera parada.
Tratándose de la última gran gira, habían hecho un cambio de agenda normal. Empezarían por América, pasando por Europa y Asia, dejando España como el final, reservando lo mejor para aquel país en el que todo había empezado. Aquello fue idea mía, después de horas y horas haciéndoles entender que sería la forma más elegante de acabar con toda aquella farsa.
En cuanto a Louise, decidió quedarse en casa cuidando de sus hijos. Terminó aceptando mi proposición de que debía descansar y relajarse, mientras yo sería la que ocuparía su puesto durante toda la gira. A aquellas alturas, ya todo me era demasiado fácil. Aprendí a manejar las situaciones de pánico y estrés, con la ayuda de un maravilloso equipo de estilistas que siempre me ayudarían en todo.
Eleanor viajó también con nosotros, para lograr así adulzar el ambiente con ella respecto de los demás. Los encuentros eran diarios, así como las nuevas fotos o simples noticias. Su reconciliación más sorprendente fue con Harry, sorprendiéndonos a todos, incluso a mí. En cuanto a Liam y Zayn, ambos eran demasiado buenos como para guardar un rencor tan leve, en aquel caso. A quien más le costaría sería a Niall, pues seguía molesto por nuestra discordia y mi cicatriz en el gemelo derecho. No obstante, me las ingeniaba bien para convencerle de que aquello era lo mejor.
Estando en Nueva York, mientras los chicos ensayaban para el espectáculo en el maravilloso Madison Square Garden, aproveché la oportunidad de tomar algo con Eleanor. Antes, concertamos ambas una cita con Danielle, quien se encontraba por allí de casualidad. En el Starbucks más cercano, a unas cuatro manzanas del estadio antes de que empezara el show, tomábamos unos cafés bien calientes mientras ambas nos conocíamos, y me contaban anécdotas con los chicos. Danielle estaba increíblemente guapa. Había ganado un poco más de peso, para mi gusto, pues su extremada delgadez debido a su trabajo a mí no me hacía mucha gracia. Llevaba el cabello a lo natural, tal y como cuando había empezado a salir con Liam. Vestía unos jeans de cuero ajustados, con una camisa roja como el vino, transparente, a juego con sus altas plataformas cerradas, debido al frío de finales de abril. En cuanto al maquillaje, simple, pero efectivo.
Yo había optado con mi pelo también al natural, con rizos complicadamente definidos cayendo por toda mi espalda, con una diadema en mi cabeza, cubierta de diamantes en negro. Cubrí mis piernas con unas medias negras tupidas, una falda de neopreno verde oscura, unas botas militares del mismo color, y una camisa negra y pajarita marrón oscura, a juego con mi bolso mediano de Chanel. En cuanto a Eleanor, llevaba un jersey de punto plateado algo ancho, unos jeans negros y unas botas grises. En su cabeza, un sombrero fedora gris.
- Cuando estemos dentro tienes que mostrarme dónde fue eso. –dije entre risas, dando un largo sorbo a mi café-.
- Oh…no creo que vaya. –diría Danielle, cambiando su rostro a un tono más apagado-.
Miré a Eleanor en busca de ayuda, pero al parecer, ella también se había cansado de insistir.
- Creo que deberías ir.
- No sé –miró hacia la ventana, viendo los choces parar-. Son demasiados años.
Suspiré, pues tenía razón, pero sus ojos decían otra cosa.
- Te arrepentirás si no lo haces. –insistí con la mirada, a pesar de que ella evitaba contactar con mis ojos-.
- ¿Y si él no quiere verme?
