Capítulo 16. "Decepción más engaño es igual a corazón roto"

1.2K 156 46
                                    

Sonreí enternecida cuando sostuve entre mis abrazos a mi adorable sobrina —en realidad, era mi prima pero su papá es como un hermano para mí— de cuatro meses. Era absolutamente preciosa. Tenía el cabello anaranjado, ojos verdes, unos cachetes súper lindos y un rostro angelical. Cerca de su ojo izquierdo tenía una marca de nacimiento bastante bonita. Parecía una estrella.

«Me he enamorado», dije para mis adentros.

Adoraba a los niños. Eran mi debilidad sin duda alguna. Cuando tenía quince tuve algunos trabajos como niñera y los niños que cuidaba tenían entre tres a siete años. Todos se portaron muy bien conmigo. Y pagaban bien la hora. Eso me ayudó mucho para los ahorros que estaba haciendo. Gracias a esos trabajos pude ahorrar lo suficiente para alquilar un departamento para mí sola y comprar todo lo necesario para la universidad. Me gustaba ser independiente. Recuerdo que al graduarme de la preparatoria recibí una beca en una de las mejores universidades de Los Ángeles. Nunca me había sentido tan orgullosa de mí misma.

—Eres tan linda, cariño —le hablé a la pequeña bebé—. Tan diminuta y frágil...

Su pequeña mano envolvió mi dedo y una arrebatara sonrisa apareció en mi rostro. Mi corazón se derritió.

—Aws, que cosita más linda —volví a decir con voz de niña pequeña—. Serás guapísima cuando te conviertas en una señorita.

—¡Raelyn! —gritó una voz familiar detrás de mí, asustando a la pequeña Thalie—. ¡Tienes una llamada!

Thalie empezó a llorar irritada, haciendo que se removiera en mis brazos. Inmediatamente la llevé a mi hombro y empecé a mecerla de un lado a otro para que se calmara. No me gustaba  escuchar el llanto de un bebé.

—Shh, pequeña, no llores —le dije con voz dulce y suave—. Tranquila, dulzura.

—Rae, te llaman —repitió Navien. Suspiré y le entregué a la bebé; él la tomó con mucho cuidado.

—Cárgala mientras atiendo esa llamada tan urgente —solté un pequeño bufido. Me incliné para darle un beso en la frente—. No me tardo.

Caminé al interior de la casa y vi el teléfono descolgado. Lo agarré y contesté.

—¿Hola?

—¡Joder, Raelyn, hasta que por fin te encuentro! —chilló mi mejor amiga al otro lado de la línea telefónica—. ¿En dónde diablos te has metido? Te dejé cientos de mensajes en el buzón de voz.

—Lo siento, he estado muy ocupada —me disculpé—. ¿Qué pasó? ¿Por qué has llamado con tanta urgencia? ¿Ocurrió algo?

Empecé a preocuparme. No había hablado con Justin desde hace tres días. Tal vez le ocurrió algo malo y yo no estaba enterada. Recé para que no fuera así. Me volvería loca si algo le ocurriera.

—No, no, no... Para nada. Gracias a Dios todo está bien por aquí. Pero no te tengo buenas noticias —sonaba nerviosa—. ¿O ya lo sabes?

—¿Saber qué? —pregunté, confusa.

—Oh, no lo sabes... —susurró—. Justin está en Japón.

Me relajé al escuchar esto y terminé riendo por el susto que acababa de pasar.

—Uh, me asustaste —carcajeé—. Él ya me había comentado que haría un viaje a Japón. ¿Cuál es el problema?

—¿Y te dijo que se iría con otra?

Quedé muda por unos instantes.

—No... —murmuré—. ¿Cómo es eso de qué está con otra?

Don't want no fuckboyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora