Capítulo 3. "¿Un sueño o una pesadilla?"

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—¿Cómo diablos es que conociste a Justin Bieber? Si tú eres la chica de la mala suerte.

Esa perra.

Adoraba a Lala pero a veces era muy cruel y perra. Bueno, así tenía que aguantarla porque era mi mejor y única verdadera amiga.

—Que chistosa —rodé los ojos—. Aunque no me lo creas, todo lo que te conté es cierto.

—Pero... ¿Cómo es eso posible? ¡Es Justin Bieber! —exclamó, haciendo énfasis en su nombre, como si aún no pudiera creerlo—. No es como si me guste el chico, pero me cuesta creerlo. Sobre todo porque no es tan amable que digamos.

—Te equivocas —sonreí de costado—, es bastante amable y generoso.

—Oh, sí —rodó los ojos, bufando—. Creo que el tipo sólo es amable con sus putas.

—Con sus fans es un amor —le aclaré.

—Eso no es lo que dice la gente.

—La gente dice muchas cosas —me encogí de hombros—, eso no significa que sea verdad.

—¿Acaso te golpeaste en la cabeza o el idiota ese te dejó así?

—No seas estúpida —resoplé, golpeándola despacio en el costado—. Tú muy bien sabes que la gente suele mentir e inventar cosas para hacer quedar mal al otro.

—Sí cariño, ¿pero desde cuándo defiendes a ese tipo? Tampoco eres una de esas locas que lo idolatran como si fuese el mismísimo Zeus en carne y hueso.

Tenía razón.

¿Desde cuándo defendía a Justin Bieber? Poco me importaba su vida y lo que fuera de ella. Sin embargo, me gustaba su música y pensaba que era un buen chico. Tal vez en algún momento se perdió y está bien, no fue su culpa, la fama lo llevó a otro nivel y no lo resistió. No aguantó tanta presión. Lo admiraba por haber salido de ese agujero negro en el que estaba metido. Por otro lado, estaba consciente de que él no era ningún santo. Y es que no sólo era famoso por cantar y escribir grandiosas canciones, sino también su fama de mujeriego no lo dejaba pasar por alto ante la boca de todos aquellos que querían arruinarlo.

A pesar de saber esto, yo no podía dejar de pensar en él.

Oh, sí.

Me sentía muy estúpida por estar pensando en él. Y lo más seguro era que se haya olvidado de mí. La última vez que lo vi fue hace una semana. Habían pasado siete jodidos días y yo no podía sacarme esa maldita sonrisa de mi cabeza. Cerraba los ojos y lo primero que veía era su rostro, esos ojos mieles y esa jodida sonrisa que tanto lo caracterizaba. Era incuestionable lo guapo y despampanante que se veía en persona. Pero esa no era la razón por la cual no podía dejar de pensar en Justin Bieber.

Tampoco me lo vayan a preguntar porque ni yo misma conocía la condenada respuesta.

Simplemente estaba ahí presente en mis pensamientos.

—¡Tierra llamando a Raelyn! —Lala gritó cerca de mi oído, casi dejándome sorda y sin un tímpano—. ¡Aterriza de esa nube! ¡Te estoy hablando!

Solté un gruñido y le pegué un poco fuerte en el costado, haciéndola gemir de dolor. Rodé los ojos y bufé. Lala podía sacarme de mis casillas muy rápido cuando se lo proponía. Así como ahora.

—Estoy aquí, joder. Deja de gritarme —le gruñí, molesta.

—No has contestado mi pregunta.

—¿Podrías dejar de joderme por unos cinco minutos? Te lo agradecería.

—Ay, no seas una perra. Contesta la pregunta y te dejo tranquila.

Don't want no fuckboyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora