Capítulo 8. "Miradas, silencios y momentos que significan todo"

1.8K 179 25
                                    

Haber aceptado venir hasta aquí, fue una muy mala idea.

Esas montañas se veían realmente aterradoras.

¡¿Y yo iba a escalar todo eso para llegar al otro lado?! No, definitivamente no. Esta vez Justin se volvió loco. Sólo en su cabeza podía caber la idea de que él y yo escaláramos todo eso solos sin ayuda de un profesional. Quizás estaba exagerando pero me daba terror. Bien, no era tan alta, sin embargo, daba miedo. Me encantaban los riegos pero no este tipo de riesgos. Podríamos morir y nadie encontraría nuestros cuerpos porque lo más probable es que un animal salvaje se los coma.

«No seas tan cobarde», me reprochó mi subconsciente.

—¿Aterrada, Clawson? —preguntó Justin con una sonrisa burlona en el rostro.

Enarqué una ceja hacia él.

—¿Debería?

—No lo sé. Dímelo tú.

—¿Tú estás aterrado, Bieber? —reiteré.

—¿Por qué debería estarlo? —se carcajeó—. Es sólo una colina, no el Everest.

—Creí que podrías temer por tu vida, no sé.

—¿Temer por mi vida? ¿Por qué razón habría de temer por ella, cariño?

Incliné mi cabeza para poder susurrarle al oído.

—Podría cortar la cuerda mientras estés escalando y parecería un accidente. Nadie sospecharía que fue un homicidio —hablé con un tono de voz muy seductor—. Y yo no sería una sospechosa.

Justin giró la cabeza para verme mejor y levantó una ceja mientras me examinaba meticulosamente el rostro. Traté de no reír.

—Eso quiere decir que me vas a matar, ¿no?

—¿Ahora temes por tu vida, Justin? —arrastré sensualmente su nombre—. ¿Eso te aterra?

—Oh, por supuesto que no —ladeó la cabeza, acercándose peligrosamente a mi rostro y clavando sus ojos en los míos—. Es todo lo contrario, preciosa.

Sonreí de costado.

—¿Ah, sí? —mordí mi labio inferior—. Dime por qué.

—Porque en vez de aterrorizarme, me excitas.

Un hormigueo me recorrió el abdomen bajo.

Eso que acababa de decir con ese tono de voz tan ronco, varonil y sexy logró encenderme desde la punta de los pies hasta la cabeza.

Tuve que fingir que no me afectó. Otra vez.

—Diría que no es posible pero conociéndote es bastante creíble.

—Veo que estás muy segura.

—Te conozco —me encogí de hombros—. No es tan difícil como crees, mi querido amigo.

—Amigo... Me gustaría más que me llamaras folla-amigo. Suena mejor —me guiñó el ojo.

—Podría hacerlo pero tú y yo no follamos, Biebs —chasqueé la lengua—. Y tampoco lo haremos. Nunca.

—Siempre tan condenadamente segura de ti misma... —murmuró. Alzó la mano y la colocó sobre mi mejilla, arrastrando su pulgar hacia mis labios—. Pero recuerda que las palabras se las lleva el viento.

—Y tú —coloqué mi dedo índice en su pecho sin apartar la vista de sus ojos. Lo siguiente que dije lo hizo sonreír—: Recuerda que lo que digo, lo cumplo.

Don't want no fuckboyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora