Capítulo 21. "Cualquier cosa"

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En el preciso momento en el que Justin decidió publicar una foto mía cuya descripción hablaba sobre lo agradecido que estaba conmigo por darle una segunda oportunidad, todas las redes sociales hicieron un boom en segundos y yo estaba repleta de comentarios tanto negativos como positivos. Y no faltaron los mensajes privados de mis amigas que estaban, literalmente, locas con la noticia. No podían creerlo pues yo les había asegurado que no perdonaría a Justin por lo que hizo. Realmente quise alejarme pero no pude. Aunque esta vez todo será muy, muy diferente. La ingenua y tonta yo del pasado había muerto el día en que le rompieron el corazón.

Sólo una vez sentí tanto dolor que creí que se me saldría el corazón del pecho y fue el día que murió mi amado padre. Él fue mi primer gran amor. Lo adoraba con todo mi ser.

La traición de Justin me dolió pero no se comparaba para nada con la muerta de mi papá.

Ver a los ojos a Justin me era muy difícil. Sin embargo, debía pensar con la cabeza fría. No podía permitir que mis sentimientos me dominaran ni mucho menos que pasaran por encima de la razón. Eso se acabó. Así me doliera profundamente tocarlo, abrazarlo, besarlo y mirarlo. Porque dolía y mucho. Era un dolor mezclado con enojo, impotencia, rencor y tristeza. Me sentía impotente porque deseaba gritarle, pegarle y maldecirle por todo el daño que me causó y que aún me seguía causando su presencia y el recuerdo de sus actos. No era nada fácil de olvidar. Tampoco perdonar. Las fotos seguían rondando por las redes sociales que utilizaba casi a diario y los medios no dejaban de hablar de nosotros, e incluso los paparazzis no me dejaban en paz cuando iba caminando por las calles. Quería gritarles que se fueran al carajo pero lo que menos quería era darles una razón más para hablar. De todos modos, sabía controlarme muy bien. Igual ya estaba bastante acostumbrada a ese tipo de situaciones.

«Tienes que aguantar» me volví a repetir, «aún no es el momento».

Así que tomé una gran bocanada de aire y me subí al auto de Justin. Hoy andaba en su nueva camioneta. Creo que era una Mercedes último modelo.

—Hola, mi amor —saludó él con un tono alegre, inclinándose para darme un beso en la mejilla—. Te ves preciosa hoy.

—Gracias —respondí medio sonriente—. ¿Qué tal todo?

—Excelente —sonrió de oreja a oreja—. Ahora que tú estás devuelta en mi vida no podría estar mejor.

Asentí despacio.

—Me alegra escuchar eso.

—Tú no te ves muy feliz —frunció ligeramente el ceño—. ¿Pasa algo?

—Aún es muy difícil para mí —dije con total sinceridad.

Soltó un suspiro y en sus labios se formó una pequeña mueca.

—Entiendo...

—Pero bueno, no pensemos en eso ahora —hice un desdén—. ¿A dónde iremos?

—Como debo regresar pronto, iremos a comer algo muy rico y luego pasaremos un rato. ¿Te parece bien?

—Sí, claro.

—Perfecto —lamió sus labios—. Oh, casi lo olvidaba. Te traje un pequeño presente. Es algo muy sencillo, por favor, acéptamelo.

Entrecerré los ojos hacia él.

—Te dije que no quería más regalos caros. Ya sabes lo que pienso sobre eso.

—Por favor, Rae —me suplicó—. Este es diferente. Vale muchísimo, no monetariamente, pero sí sentimentalmente. Y es muy importante para mí.

Lo miré sin decir nada. En su mirada había cierta dulzura que me hizo encoger un poco el corazón. Exhalé un fuerte suspiro y terminé con el regalo entre mis manos. La caja era bonita, pequeña y liviana. Despacio, la abrí y observé el contenido, se trataba de un medallón de plata. Bastante sencillo a decir verdad. Aunque sí era muy bonito. Volví a levantar la mirada y Justin seguía mirándome fijamente, esperando que dijera algo.

Don't want no fuckboyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora