Capítulo 2. "No lo entendía"

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Estar en la mismísima casa de Justin Bieber parecía ser un sueño para cualquier chica. Pero este no era el mío. Yo jamás deseé estar a solas con este chico-alborota-hormonas. Sólo acepté el café porque en primer lugar me estaba muriendo de frío, en segundo no quería seguir caminando y en tercer lugar, no podía pescar un resfriado. Así que su invitación fue como un regalo caído del cielo, y bueno, no podía ser tan grosera después de todo. Él me ayudó y lo menos que podía hacer era aceptar su invitación.

Ah y también obtuve un viaje gratis en su lindo Ferrari. Era un auto muy elegante y... costoso.

Tuve que tener muchísimo cuidado para no hacerle ningún rayón con mis dedos. Cuando vi que andaba en ese maldito auto costoso, me arrepentí de haberle dicho que sí. Iba a mojar su jodido asiento, y seguro me iba a meter en problemas y yo no tenía dinero para arreglar su fabuloso auto. Para el colmo Justin se mofó de mí por la forma en que actuaba. Supongo que le pareció muy graciosa mi patética situación.

De igual forma se comportó como todo un caballero conmigo. Y antes de ayudarme a subir al auto, me tomó suavemente del brazo y dijo:

—Tranquila, bonita. Es un auto y tú eres demasiado pequeña como para dañarlo, así que no pienses más en eso que estás pensando ahora —me susurró al oído, causándome escalofríos—. Anda, súbete.

Otra en mi lugar ya se le habrían caído las bragas pero yo estaba tranquila. Bueno, no tan tranquila pese a que el miedo de dañar su auto no me permitía dejar los nervios. Intenté actuar como la chica normal que era o hacer el intento. Y en todo el camino hablé muy poco o mejor dicho, hablamos muy poco. La radio estaba encendida con buena música y la calefacción del auto me había ayudado a sentir menos frío, así como también la chaqueta que Justin me había prestado.

Olía a él. Y debía admitir que olía condenadamente bien.

Aún me seguía preguntando si todo esto era real. Si se trataba de algún sueño o si me había vuelto completamente loca. Cualquiera de las dos opciones podrían ser correctas. Mientras tomaba una ducha caliente en el baño de la casa de esta súper estrella, pensaba en lo que sucedería al final de este día... ¿Él se acordaría de mí después de esto? No era como si me interesaba que lo hiciera, pero yo me encontraba en su casa. Su hogar. Y podía apostar que este chico nunca había traído a una extraña a su casa; a menos que sus intenciones fueran otras. Sí... Me refería a follar. Pero sus intenciones conmigo no eran follar, ¿o tal vez sí? Ojalá que no.

Pues en estos momentos me encontraba fuera de servicio.

Bromeo.

Raelyn Clawson, o sea esta diosa que está aquí, jamás se acostaría con Justin Bieber. ¡Ni siquiera para devolverle el favor! Aunque dudaba que él fuera esa clase de hombre que pedía un favor a cambio de otro.

—¿Terminaste? —escuché decir a Justin del otro lado de la puerta.

—Estaré lista en unos minutos.

—Muy bien. El café ya está listo —hizo una breve pausa—, te estaré esperando en el living.

Lo escuché alejarse de la puerta del baño y suspiré, inquieta. No me sentía muy cómoda estando aquí... ¿Y si ese chico resultaba ser un violador o algo así? ¡Jamás aprendí a defenderme! Estaba jodida.

«¡Que no cunda el pánico!», me dije a mí misma.

Él era un chico de veinte años que tenía mucho dinero, lindos autos costosos y más de cuarenta millones de fans, y no era un violador. Sólo un chico joven que cantaba bien y tenía millones de fans alrededor del mundo. No conocía la cifra exacta. Había escuchado sus canciones y sabía cuántos años tenía actualmente, pero eso era todo. Estaba acostumbrada a verlo en la televisión y por internet, no obstante, todo lo que dicen de él no es completamente cierto. La mayoría eran rumores que se inventaba la gente para hacerlo quedar mal. Justin no era ningún santo pero tampoco lo veía como una mala persona. No lo culpaba por querer escapar de su dura y asfixiante realidad. Yo también lo haría.

Don't want no fuckboyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora