Diego
La mandíbula se le cayó al piso, su gesto de estupefacción duro un segundo y después recupero su ya muy practicada pose distante te todo, comenzó a caminar nerviosa por la sala, el teléfono sonó, miro el identificador pero no contesto, después de tres llamadas arranco el cable sin esfuerzo alguno y lo tiro al suelo, se detuvo tras la barra de la cocina y se quedo mirando, inspeccionado cada rasgo de mi rostro.
Parecía tener una lucha interna, una que por su expresión no estaba ganando.
-antes de acceder a nada respóndeme algo-mordió su labio inferior-fue Christian ¿no es así?
-¿de qué hablas?
-el te dijo que me pidieras algo así en cuanto la oportunidad se presentara. Lo conozco como la palma de mi mano y sé que esto es obra suya
-¿Por qué haría algo así?
Recargo los codos en la barra y se cubrió la cara con las manos, el impulso de correr a consolarla me estaba carcomiendo pero no podía, ahora no, tenía que saber que pasaba ¿Qué había sucedido para justificar la actitud de ambos?
-porque así es el
-si sabes de lo que es capaz porque sigues provocándolo
-no voy a agachar la cabeza-me respondió-no frente a el
-dime qué fue lo que paso, porque por más que lo pienso no entiendo que los hace odiarse y sobre todo tolerarse a pesar de lo que uno le hace al otro
Suspiro y comenzó a caminar nerviosa por la casa hasta llegar a la cocina donde se quedo sentada en un banco frente a la barra, me miro por un largo rato y después suspiro parecía haber perdido una batalla interna.
-cuando aún era humana-comenzó-Christian y yo tuvimos una relación…
Cerró los ojos con fuerza.
-no puedo decirlo -decidió de pronto-solo puedo decirte que Christian y yo tuvimos un matrimonio que salió demasiado mal y lo perdimos todo
-¿Por qué no se alejaron?
-Steven y Abigail son como mis verdaderos padres, me acogieron y criaron y bueno Christian ha vivido en Francia desde que dejo a su familia, también lo considera su hogar así que hicimos un trato que básicamente era que lo que pasaba entre nosotros se quedaba entre nosotros
-no entiendo-confesé
Vanessa pareció irritarse y la desesperación la llevo a decir algo que no quería.
-tuvimos un hijo ¿ok?-confeso entre gritos-maldita sea Sforza…
La sorpresa se abrió paso por mi rostro, cosa que a ella no le sorprendió, parecía haber guardado el secreto por demasiado tiempo porque no tuve que presionar mucho para que se desmoronara, parecía enojada y entonces se relajo su postura cambio y se levanto con su habitual mascara de indiferencia.
-no sé qué decirte
-no tienes que decir nada-se irguió y recobro la compostura- pues bien, acepto
-¿de qué hablas?-fruncí el ceño
-una noche a cambio de tu silencio, nadie debe saber nada de lo que paso con Savik ni de lo que acabo de decirte-se levanto y camino hacia el pasillo-subiendo es la habitación del fondo
Después de diez minutos seguía sin poder moverme del banco, que ella tuviera que pasar por todo eso me hacia hervir la sangre y ahora muchas cosas empezaban a tener sentido, me levante y camine hasta la habitación, yo solo quería hacerla mía, tocar su cuerpo, una noche y después iba a encargarme de que el mundo la viera como una cualquiera pero ahora…