Hilo Dorado

II

Ahí me encontraba, recostada en un diván mirando al hombre que me daría esa supuesta terapia experimental, casi tratando de comprender lo que ocurriría.

Margot me dijo  que consiguió hablar con aquel terapeuta para que realizara la sesión correspondiente y lograr llegar a un punto de origen que aclara todas nuestras interrogantes. Conseguí el dinero y sin emitir una sola palabra se lo entregue a terapeuta que solo me dijo "Esto será confidencial, todo lo que suceda aquí permanecerá en estas cuatro paredes".

Me recosté en el diván con el nerviosismo a flor de piel, hasta que todo comenzó a calmarse. Poco a poco cerré los ojos hasta que la sensación de relajación me invadió por completo. Escuchaba la voz masculina de aquel señor y trataba de seguirla, pero todo quedó en nada. Las imágenes pasaban por mi cabeza como flashes que se sucedían una tras otra hasta que todo se volvió completamente blanco. La silueta de una mujer se veía aproximarse a lo lejos, la luz tenue de un hilo dorado que salía desde mi meñique y me unía a la figura femenina se volvía cada vez más opaca y la inseguridad de que alguna especie de vínculo terminara por debilitarse se encontraba próxima a volverse realidad.

- ¿Qué haces aquí?-se oyó una voz resonando a lo lejos.

- Vengo por respuestas- conteste.

- ¿Quieres saber quién eres?- volvió a replicar dulcemente.

- Deseo...yo deseo saber por qué...

- ¿Tu deseas?- interrumpió.

- Quiero recordarlo todo...quiero saber por qué la recuerdo a ella...

- Tus memorias yacen escondidas en tus verdades... incluso ahora que pretendes forzar a tu alma a retroceder, has llegado a este punto, el origen de tus vidas pasadas.

- ¿Vidas pasadas?

Fue ahí, justo en ese momento cuando las memorias perdidas volvieron. El reencuentro de todas las almas en un solo lugar. Hombres, mujeres, niños y ancianos en la misma habitación blanca en la que me encontraba. Las imágenes en movimiento, parecidas a la  secuencia de una película, desfilaban frente a mis ojos y la sensación de haber vividos por siglos se volvía cada vez más real de lo que jamás hubiera esperado. Entonces su sonrisa se hizo más clara, su mirada más profunda y su humanidad más hermosa, la recordaba a la perfección incluso si ahora lucía mucho más joven que la última vez que la vi en aquella noche fatídica donde perdió la vida en manos de un ser que no lograba percibir. 

Era extraño porque podía revivir cada sentimiento y cada detalle, sin embargo había una especie de bloqueo al intentar evocar el por qué en cada vida una de las dos terminaba muerta o herida luego de que ella se casara con otro hombre. ¿Qué era lo que nos impedía estar unidas nuevamente? ¿Acaso era posible que otra alma reencarnará aparte de nosotras?

Un alivio vino a mi cuando cada uno de ellos comenzó a desvanecerse. Las vidas pasadas me mostraban las diferentes situaciones que había tenido que sobrellevar y como ahora, en este trozo de vida, debía lidiar con el hecho de que siendo mujer amará a otra mujer.

La silueta femenina que antes veía a lo lejos, de repente estaba de pie frente a mí abrazándome con mucha fuerza. Tarareaba una melodía que parecía hacerme retroceder aún más en el tiempo, hasta que de un momento a otro dijo "Siddhartha, nos volveremos a reencontrar las veces que sean necesarias...estamos unidos hasta más allá de los tiempos" y el hilo dorado, que parecía debilitado, se fortaleció brillando y envolviéndonos hasta que mi respirar dejó de agitarse. Me abrazo con tal sutileza que la calidez apartó  el hielo que me congelo por tanto tiempo. 

Abrí los ojos consternada, pero aliviada a la vez. Era cierto todo lo que Margot me había contado, incluso lo que para mí era una muestra de ficción se había vuelto realidad y ya no me sentía sola,  ahora me encontraba a mí misma más fuerte y poderosa. Me sentía iluminada.

Me levanté rápidamente del diván y corrí a la sala de espera, donde su mirada acaramelada me observaba con impresión al notar la diferencia que había crecido en mí. Me aproximé y la bese con pasión, como si de un momento a otro hubiera deseado aquellos labios luego de una larga y vieja espera.