Hilo Dorado

VI

Busque el libro por todos lados, sin embargo me fue imposible dar con él. Le pregunté a cada uno de los miembros y todos negaron haberlo tomado, incluso Jin que solía entrar a mi cuarto y tomar mis cosas sin permiso dijo "Hermano puedo tomar cualquier cosa tuya pero jamás un libro...no me gustan para nada" así que definitivamente el manuscrito había sido tragado por la tierra.

Jimin al verme algo angustiado se aproximó con su sonrisa de ángel y tomó mi mano para luego decirme "No te preocupes, ya aparecerá". De verdad amaba a ese hombre con cada fibra de mí ser, incluso cuando intentaba calmarme, era dulce y tierno para que no perdiera la cabeza. Le respondí con una cara chistosa y me marché nuevamente a mi pieza, no quería que fuera notorio.

Aun, un poco preocupado por el texto, me subí al furgón que nos llevaría hasta el escenario que recién se estaba armando para una presentación del álbum frente a las fans que se realizaba siempre en la misma fecha y que evidentemente este año no sería la excepción.

Jamás fui bueno bailando, era algo que admiraba de Jimin, ya que él cantaba y bailaba tan profesionalmente, que cuando lo vi por primera vez en las salas de ensayo quedé impresionado.

Me ubique a un costado del escenario, tratando de recordar y seguir los pasos de baile, pero me era imposible. Sentía la frustración que comenzaba agobiarme poco a poco al fallar tantas veces, pero Jimin con su generosidad se acercó seguido por Kook y comenzaron a explicarme paso por paso, hasta que algo muy extraño ocurrió.

Jimin me estaba mirando fijamente mientras practicaba los pasos cuando Kook simplemente estiró su brazo y me dio un empujón, provocando que perdiera el equilibrio y cayera por el borde del escenario golpeándome la cabeza con unos tubos de metal que se encontraban en el suelo.

No tengo recuerdos exactos de lo que ocurrió después, solo escenas como de una película fragmentada, que aparecían y desaparecían. Veía a Jimin sobre mí que me gritaba y pedía a la vez una ambulancia. Distinguía a Kook que me sujetaba la mano y repetía una y otra vez "¿Recuerdas mi nombre?" como si aquella pregunta fuera tan importante para él. Luego me veía rodeado de enfermeras y médicos que me llevaban sobre una camilla mientras podía escuchar a Jimin a lo lejos que pedía que lo dejaran entrar, pero al parecer no era una posibilidad en aquel minuto. Finalmente me vi envuelto en la oscuridad absoluta y el sonido persistente de una máquina, que solo me hacía odiar la habitación donde me encontraba, así que cerré los ojos y el dolor se disipó.

Me sentía liviano y aliviado, como si todo lo vivido hubiese sido un mal sueño del destino. Una sensación de paz me inundó repentinamente, era evidente que ya no me encontraba entre las mismas cuatro paredes del hospital, ahora todo era diferente. Había más luz, como si estuviera cerca del sol donde su tibio calor me envolvía por completo y me abrigaba del frío y el miedo que sentía de todo el mundo. Era parecida a la calidez de la mirada de Jimin, a su esencia maravillosa.

- "¿Que te trae de vuelta?" - una voz femenina pareció resonar con fuerza provocando ecos en el aire.

- ¿Quién está ahí? ¿Quién eres?

- Abre los ojos Siddhartha...no temas de la luz

Un haz de luz impactó de lleno en mi vista. El dolor y la molestia me invadieron y con urgencia me lleve las manos al rostro. Abrí los ojos lentamente y dejé por unos minutos que se acostumbraran poco a poco al resplandor que se esparcía por todo el lugar.

Me vi parado en el centro de una sala gigantesca y completamente blanca. Tenía atado a mi meñique un hilo ya grisáceo y deshilachado que se encontraba cerca de cortarse y que se extendía hasta donde la silueta borrosa de una mujer parecía aproximarse muy lentamente.