Capitulo catorce: Despedida.

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Las despedidas que son para siempre son las más dolorosas y difíciles.

Nunca resulta ser fácil decir "Adiós", y mucho menos cuando se sabe que es para siempre.

—He aquí a nuestra gran promesa, ¡D'Aragon Mark! Él nos llevará a nuestra victoria, ¡a dominar por completo la Manada del Viento! El plan se llevará a cabo el 30 de marzo, donde todos iremos a la dominación total de todos allí. Con un Minato muerto y unos Melina y Raidamaru abatidos por la muerte de su papá tendremos la oportunidad perfecta de acabar con su reputación y matar a todo aquel que no esté de acuerdo con lo que nosotras mandemos. Prepárense para el poder absoluto, jóvenes brujas. —Finalizó la jefa e inmediatamente me Miró. —Mark, ya puedes irte si así lo deseas.

Me coloqué mis auriculares y comencé a caminar hacia mi cuarto.

I walk this empty street, on the boulevard of broken dreams.

Mordí el interior de mi mejilla y me metí en mi cuarto para comenzar a idear mi propio plan para el dominio de los hermanos Hyakotsu-Fujiwara. No me quedaría de brazos cruzados mientras las que daban las órdenes eran ellas. Esta era mi venganza. Me desharía de los hermanitos, de la estúpida Manada y de las malditas brujas que se atrevieron a ponerme las manos encima en algún momento. Todos conocerían el nombre de D'Aragon Mark.

When the city sleeps, and I'm the only one, and I walk alone.

Nadie me detendrá. Esto se cumplirá. Mataré a quien deba para conseguir lo que deseo. Ellas me enseñaron a no pensar en la vida del prójimo. Ahora lo sufrirán.

(...)

Este día en particular ella me acompañaría a mi trabajo, como solíamos hacer cada viernes, ya que ella no tenía nada que hacer dichos días. Estábamos llegando a la cafetería cuando alguien pasó corriendo y empujó a Mel, haciendo que nuestros labios se unieran torpemente.

¿Alguna vez viste en alguna película que, cuando dos personajes se dan su primer beso, todo se ve en cámara lenta? Así me sentí.

Poco a poco fui neutralizando el beso y la tomé por las mejillas con total suavidad, no quería arruinar el momento. Ella, poco a poco, fue saliendo de su estado de shock para corresponder a mi beso dulcemente.

(...)

—Me gustas. —Dije, apoyando mis labios sobre su frente. —Mucho.

—Y... Y t-tu a... Y tú a... —Tomó una gran bocanada de aire. —Mi.

Y desperté. ¿Qué cojones?

—¿Qué rayos fue eso...?

Se sintió bien.

—Ya estoy alucinando.

Mel.

—Adiós... Papa... —Dijo Rai.

—Adiós... Papa... —Dije yo.

—Juro ante la tumba de mi padre que vengaré su muerte... Mark sabrá lo que es quitarme a alguien importante. Se arrepentirá de haber nacido, Mel.

—Estoy de acuerdo. Pero primero debemos viajar a China para concretar el Tratado de Paz con la Manada de la Nieve.

Mark.

—Es mi momento. —Sonreí. —Nadie va a detenerme.

Siendo las dos y media de la mañana, todos se hallaban durmiendo y yo tenía la oportunidad perfecta de huir y cometer mi plan. Ya estaba consiguiendo salir cuando alguien me chocó desde atrás.

—¿Mark? ¿Qué haces aquí? ¿A dónde vas a esta hora?

—Me voy. Cumpliré con mi plan. Completaré mi venganza.

—Pero... ¿Qué harás?

—Eso no es de tu interés. Y si me llego a enterar que tú abriste tu asquerosa boca en mi contra, serás la primera en morir en mis manos de la manera más dolorosa que pueda encontrar.

—No te delataré.

—Eso es lo que me gusta de ti. Sabes cuidar tu vida.

—Te acompaño.

—No necesito compañía.

—Podría ser de gran ayuda...

Me dijo, no podía dejar de verla a los ojos. Esos ojos suplicantes que rogaban por algo de mi atención.

—Lo dudo.

Dicho esto, me marché, dejándola allí de pie. El día se acerca, muy pronto, tanto Raidamaru como Melina partirán hacia China, y esa será mi oportunidad.

—Mi vida comienza aquí. Lamentarán haberla arruinado.

Mel.

—Raida, tengo un muy mal presentimiento... —Dije, asustada.

—¿Cómo? ¿A qué te refieres?

—No lo sé... Simplemente algo en el aire no me gusta hoy.

—Deben ser cosas tuyas, Mel.

—No lo entiendes. Algo está pasando, algo muy malo.

—De todas formas, no podemos abandonar el carruaje chino en el que nos han enviado de vuelta a casa, sería considerado como una terrible ofensa, Mel. Hay que permanecer aquí. Además... Solo quedan unas 4 horas, pronto llegaremos.

Algo en mi interior me avisaba que las cosas no iban nada bien, el mal presentimiento que tenía invadía mis entrañas y me revolvía el estómago. Necesitaba llegar a la Manada lo más rápido posible, ¡pero este maldito carruaje no podía ir más lento!

—Rai...

—Ya hablamos, Mel.

—Pero...

—Se acabó, Mel, compórtate. Pareces una niña, joder. Duerme un poco, se te hará más llevadero.

(...)

—Mel, Mel, despierta. Hemos llegado, estamos en el precipicio ya.

—¿Hn? ¿Ya llegamos?

—Si. Levántate.

Cuando salimos del carruaje un horrible olor a humo invadió nuestros sentidos.

—¿De dónde rayos viene ese olor? —Dijo Raidamaru.

—Parece ser cercano.

—¿Se habrá quemado algo en la Manada durante nuestra ausencia?

—No lo se. Pero el mal presentimiento es aún más latente.

—Pues vamos a averiguar, desde el precipicio se ve toda la Manada.

—Si.

Mark.

—¡Vaya! Hasta que los hermanitos decidieron aparecer... La verdad, ya me estaba aburriendo. Sus soldados no son para nada fuertes, eh. Deberían entrenarlos mejor. Tan sólo un golpe y ya yacen tirados en el suelo como señoritas.

—Tu...

—¡Bienvenido a casa, Raidamaru!

—¡¿Cómo pudiste hacer esto?!

—Oye, tranquila fiera.

Una vez llegamos a mi casa me quité la camisa frente a Mel, acto reflejo, enseguida volteé a verla.

—Ups. No me di cuenta. No suelo esperar un segundo a estar dentro de casa para desvestirme... Debo poner la ropa para lavar. De todas formas, no es algo que no hayas visto durante el verano...

—S-sí, ¡pero casi te desnudas por completo frente a mí!

—Eso, ¿te hubiera gustado?

—¡M-Mark!

Solo atiné a reír.

—Solo bromeo, tranquila, fiera.

Sacudí mi cabeza. ¿Qué rayos?

Un Lugar Llamado Demon's Wood: El Martirio de MarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora