Capitulo seis: Un Nuevo Comienzo.

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Cuando definitivamente estas seguro de que las cosas han cambiado para bien, sólo en ese momento es cuando puedes comenzar a confiar nuevamente en las personas, en el destino.

Llevaba ya más de siete meses trabajando para los Tsubaru y no podía sentirme más a gusto en esta familia. Tenía los horarios ajustados a mis horarios del colegio y el dinero que recibía me venía muy bien, tenía un techo bajo el que dormir, ahorros y recibía muy buen trato por parte de mis patrones, obviamente, sin sobrepasar la relación de empleado-empleador, y eso me gustaba.
Me gustaba mucho.

Ese día, lo recuerdo bien, sábado 4 de febrero de 2014, la señora Sonya llegó con "Grandes y excelentes noticias", usando textualmente sus palabras.

—¿Qué sucedió, señora? —Me hallaba trapeando el piso de la cocina.

—¡Te inscribí a un nuevo colegio!

—¿Cómo?

—¡¡Lo que acabas de oír!! ¿No es eso genial?

Si, lo es.

—Emm... Pero... ¿Cómo? ¿A cuál? ¿Dónde? —Y por último, pero no menos importante. —... ¿Por qué?

—Porque te veo llegar del colegio y esconder esos moretones tras la blanca camisa de tu uniforme y me da mucha pena, Mark... Ver como intentas disimular el dolor que te provocan los golpes y palabras de los demás... No es un colegio para ti. Y además... No puedo tener un mayordomo con una educación tan pobre como esa, ¿no crees? —Dijo, burlándose de la esposa de un viejo amigo que había estado en la casa la tarde anterior.

Ambos reímos, cómplices.

—Cómo sea, el lunes comenzarás en tu nuevo colegio, ¡¿no estás ansioso?!

Creo que ella se hallaba más ansiosa que yo...

—Si, señora... Muchísimas gracias. Es usted muy amable.

—¡No hay de qué! Escucha, irás al mismo colegio privado que mi hijo, Ameragume.

—¿Cómo?

¿Privado?

—¿Usted pagará todas las cuotas, mes a mes?

—Ay que ingenuo eres, Mark. —Ahí, ahí estaba la trampa. —¡Ya están pagas! ¡Por adelantado!

¿Conoces ese momento en el que tu cerebro y corazón coinciden en algo? ¿Ese extraño, extraño sentimiento de que todo irá bien? ¿El dolor que provoca la felicidad? ¿Lo conoces?
Ese día yo lo conocí.
Supe con toda certeza que en esta mujer yo podría confiar plenamente. Que era buena gente, y por, sobre todo, supe que mi vida volvía a comenzar desde ese momento.


—Señora Tsubaru...

—Ay, no —Me interrumpió. —, por favor, llámame "señora Sonya", o sólo "Sonya".

—Y-yo no puedo... No puedo permitirme ese atrevimiento... Señora...

—¿Señora...?

—Señora Sonya. —Lo dije, era lo mínimo que podía hacer en forma de agradecimiento. Eso y trabajar más y más duro de ahora en adelante. —Se lo prometo, señora Sonya, no se arrepentirá de invertir ese dinero en mi educación, sabré recompensarla trabajando duro y siendo su más fiel confidente, si así lo desea. —Dicho esto, di una leve reverencia.

—Pero no te esfuerces tanto, eh. Deja algo de tu esfuerzo para el colegio.

Me sentí bien.
Me sentí, de alguna manera, en casa, en familia.

—¡Si!-Exclamé, entusiasmado.

(...)

—Bueno chicos... Él es el nuevo, alumno, preséntese, por favor.

—Ah, uhm, y-yo... —Oí a alguien burlarse por mi tartamudeo. —Mi nombre es D'Aragon Mark, y espero, al menos, tener una relación imparcial con ustedes.

—¿Listo? Bien. Puedes sentarte... Ahí —Dijo, señalando un lugar vacío. —Justo al lado de la señorita Fujiwara.

—¿En serio tendré que sentarme al lado del Dragón? —Dijo, y pronto todos empezaron a reír como retrasados mientras que un grupito repetía lo dicho por la tal Fujiwara y me señalaban. —Ideen cosas nuevas y propias para burlarse del nuevo. Esa es mía.

—Muy graciosa. —Dije, sentándome justo donde me habían indicado.

—Gracias. —Contestó.

—Hmp.

A la hora del receso Ameragume se reunió conmigo, llevándome a quien sabe dónde, tomándome por el brazo.

—Bueno, Mark. Te presentaré a mis amigos. Él es Hyakotsu Raidamaru —Dijo, señalando a un joven de nuestra edad, cabello color plateado y ojos dorados, bastante más alto que yo, intimidante, más esa sonrisa que tenía era tranquilizadora. —, él es Terada Kotch —Éste era un chico, también de nuestra edad, de cabello azul y ojos rojos, una cola y cuernos de demonio sobresaliendo. —Ella es Aimara Jinx. —Una joven de cabello rojo y largo hasta la cintura, con reflejos en color violeta y ojos color verde. —Y ella es Fujiwara Melina. —La misma del salón, la cual se burló de mi apellido. Tenía cabello negro azabache, largo hasta poco antes de sus hombros, sus ojos, también negros, expresaban una profundidad única en la que podrías perderte fácilm... Espera, ¿qué rayos, Mark? Relájate. Sus anteojos reposaban sobre su nariz, dándole un aspecto de nerd. —¡Espero que todos nos llevemos muy bien!

—Si... Mi nombre es D'Aragon Mark.

—¡Hola! —Dijo Raidamaru.

—¿Qué tal? —Dijo Kotch.

—¿Todo bien? —Interrogó Jinx.

—Dragón, ¿cómo te va?

—Es D'Aragon. —Dije, poniendo especial énfasis en la pronunciación de mi apellido. (Para los que quieran saber, se pronuncia -Di Aragon-).

—Da igual.

—Hmp. Espera... ¿Hyakotsu? ¿Como el Alpha de la manada del fuego?

—Si. Soy el hijo del gran Alpha Minato. Mel es mi hermana.

—Wow...

El rio.

—¿Qué pasa?

—No, nada. Es sólo que... Siempre he admirado mucho al Alpha Minato... De hecho, él iba a adoptarme, luego... No sé qué pasó. No sabía que había tenido un hijo.

-No lo hizo. Soy adoptado. Mel también.

-Si, Dragón, Duh. Es sencillo. Él no te adoptó por que nos adoptó. ¿No puedes usar el cerebro o no sabes?

-Mel...-La regañó Raidamaru.

-Oh...-Fue todo lo que pude decir.

¿Todo lo que pude decir? Doy asco, ni siquiera pude defenderme.

El golpe había sido muy fuerte y muy de repente, por lo que me quedé sin habla. No podía negarlo, los odiaba un poco por el simple hecho de haber sido ellos a quienes el gran Alpha haya adoptado y no a mí. Pero sería algo con lo que tendría que vivir; lo hecho, hecho esta, después de todo.

—¿Mark? ¡Mark! ¿Estás ahí?

—Ah, sí, perdón... Me quedé pensando...

—Claro, no hay problema. Te decía que disculpes a Mel, ella siempre es así: un poco... Agresiva con quien acaba de conocer, pero te aseguro que ella lo siente mucho.

—¡Raida! ¡No te disculpes por mi! ¡Yo no lo siento!, para que sepas, Dragón.

—No necesito tus disculpas, tu hermano parece ser el educado de ambos, después de todo.

La fulminé con la mirada, ella hizo lo mismo.

De pronto, una voz que se me hacía escalofriantemente conocida me quitó de mi ardua labor de mirar mal a la Fujiwara.

—¡Maaaaaaaark!

Un Lugar Llamado Demon's Wood: El Martirio de MarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora