Capitulo doce: Caída Libre

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¿Nunca sentiste tu vida en una caída libre? Es como... Que sabes que estás vivo, pero quisieras estar muerto.

Un sentimiento lúgubre, triste.Insoportable.

Casi dos años habían pasado desde mi primera cita con Mel. Desde ese momento, las cosas sólo habían mejorado, exceptuando al imbécil de Alexander que siempre me fastidiaba a mí, y más aún cuando me encontraba con Mel, todo parecía ir mejor en mi vida. Lo cual asustaba.

Las cosas me salían bien, mis planes nunca se veían arruinados por nada, todo me salía bien, todo parecía ser una antesala al desastre, como el ojo del huracán...

Pero, en fin, ese día me iría a ver con Mel, debería ir a recogerla a su casa y de ahí iríamos al centro comercial a pasar la tarde y tomar, quizá, un helado, pero esos no parecían ser los planes que el destino me deparaba, todo parecía tener un fin para mí, y no era para nada el que yo deseaba...

(...)

Todo el camino me he sentido más cansado de lo normal, me he sentido vigilado, observado. En varias ocasiones pude haber jurado ver siluetas detrás de los árboles o arbustos que decoraban aquel gran bosque por el cual debía pasar antes de llegar a la manada del Gran Alpha Minato. Verlas moverse con rapidez al momento en que yo me daba cuenta de su presencia.

Ya con diecisiete años, y una vida que había resultado de lo más difícil, podía divisar a lo lejos que algo andaba mal, la sensación que yo tenía era de que algo iba horriblemente mal.

De repente comencé a sentir un olor putrefacto, asqueroso. No pude diferenciar bien de qué se trataba aquel horrible olor, no era algo que yo haya olido antes en mi vida... Cada vez se volvía más y más fuerte, dándome la sensación de que el causante de ese putrefacto olor se hallaba cada vez más cerca, rogaba a Dios que no fuese ningún animal muerto, pero dadas las circunstancias, hubiera preferido que lo fuera...

—Pero miren nada más a quien tenemos aquí...

—¿Q-qué quieren de mi?

Eran brujas, ¡¿cómo rayos no pude diferenciar su asqueroso olor?!

—No te haremos daño... Siempre y cuando acates todas nuestras órdenes sin oponer resistencia... —Dijo una, la que parecía ser la jefa, mientras el resto me rodeaban.

—No... ¿Qué es lo que quieren...?

—Tu cuerpo.

—Tu mente.

—Tu alma.

—Tu espíritu.

—Te queremos a ti.

—¡¿P-para qué?! —Desesperé.

—Eres de cuerpo, poder y espíritu fuerte, eres perfección pura. Te queremos para hacer experimentos en ti, borrar tu memoria y mantenerte trabajando bajo nuestras órdenes para siempre.

"Para siempre", esas palabras retumbaron en mi ser por el resto de mis días.

—No...

—No hay forma de que puedas escapar de nosotras.

—Ya te tenemos.

—Eres nuestro.

—Estás completamente a nuestra merced. —Dijo, y todo se volvió negro desde esas simples palabras.

Mel.

Mark se está tardando demasiado... ¿Qué le habrá pasado?

—Oye, Mel, bonita.

—Alex. ¿Qué quieres? Estoy muy preocupada como para prestar atención a las tonterías que dices.

—Es que... Tengo algo para ti.

—¿Qué es?

—Es... Una carta... De Mark.

—¿Mark? ¿Por qué Mark te daría una carta para mi justo a TI?

—No supo con quién más hacerlo... Ya que yo soy el único que vive cerca de tu casa...

—Me parece aún muy sospechoso, pero voy a leerla.

"Melina, ya no puedo seguir más con esto, con lo nuestro. He decidido viajar a Inglaterra, no me busques, lo nuestro es pasado. Me duele en el alma decirte esto a través de una carta y no decirlo mirándote a los ojos, pero mi vuelo saldrá pronto, no quiero saber de ti, no me llames, he cambiado el número de celular, no me escribas, no quiero saber de ti.

Lo siento. Mark."

La carta, escrita a computadora, me rompió el alma en dos, pero algo en el fondo me decía que ese no era él. Las lágrimas quisieron abandonar mis ojos, pero decidí entrar en mi casa, no quería que Alex me viera llorar.

Mark.

Desperté en un cuarto, acostado en una cama, atado de manos a la cabecera de la cama, lo primero que pude divisar en la oscuridad de aquella habitación era una pequeña televisión en frente de mi. Nada mas. Era un cuarto de paredes blancas sin ningún tipo de muebles, solo la pequeña televisión apoyada en el suelo.

—"Hola, n°02320, bienvenido."

Mis ojos hicieron conexión con aquella televisión.

—"Es un placer tenerte justo a ti."

—Muéranse.

—"Te explicaremos, buscamos a las personas con menos suerte en la vida para cambiárselas ¡POR COMPLETO!"

—Ya me imagino...

—"Borraremos tus memorias, 02320, implantaremos nuevos recuerdos y te obligaremos a pensar cómo nosotros, serás un hombre frío, serio, calculador, ya no sufrirás. No sentirás. Absolutamente nada.

(...)

—Soldados.

Levanté mi cabeza, a la vez que los demás.

—Caminen.

Comencé a caminar, más rápido que los demás, para posicionarme adelante de todos, como capitán que soy.

—Muy bien, Mark, amo que hagas bien tu trabajo. Siempre adelante de tus inferiores.

—Si.

—¿Por qué el debe ser el general? —Dijo uno detrás de mí, creo que se llamaba Nick.

—Por que es el más serio, frío, calculador, el mejor entrenado y más poderoso de todos. Se merece el lugar que tiene. Además, es el que más antigüedad tiene aquí dentro. —Dijo la jefa.

—Es cierto, además... —Quiso decir Hillary.

—No necesito que prosigas a defenderme. Suficiente es la palabra de la jefa. La tuya... —Hice una mueca de asco. —Es insignificante. Inferiores. Caminen.

—Ponlos en su lugar, Mark. Revisa las habitaciones y castiga a quien tengas que castigar.

Hace ya meses que habían dejado de llamarme "02320", "Experimento 02320", "Interno n°02320" o "Soldado". Ahora ya merecía su respeto, mi poder estaba al nivel del suyo, ya no podían tratarme como basura. Desde la última exposición a los rayos X, mi poder había aumentado, y no les convenía tenerme en su contra.

—¡¿Qué mierda es esto?! —Dije, duramente, mientras recogía las prendas del suelo. —Ponte a ordenar tu maldito desorden, o ¿qué esperas?, ¿que lo haga yo?

—¿Quién te crees tu para hablarme de esa manera? —Me enfrentó, poniendo su cara muy cerca de la mía, su aliento a mierda chocando con el mío.

Luego de un ligero silencio, fulminándolo con la mirada, pareció retroceder unos pasos.

—Creo que alguien no sabe respetar sus límites. Ponte ahora mismo a levantar tus putas mierdas si no quieres que me deshaga de tu estúpida e insignificante presencia en este cuartel.

Un Lugar Llamado Demon's Wood: El Martirio de MarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora