Capítulo Veinticinco: ¿Todos mienten?

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Todos esperan a la luz
Tienen miedo, no tengan miedo
el Sol brilla en mis ojos
esta noche no se esconderá
Y el mundo contará fuerte hasta diez.


Mark.


Yacía en un desastre sobrenatural a mi alrededor, todos los muebles de mi antigua casa destrozados por la ira demoníaca que me estaba consumiendo hacía ya dos días, las cosas no iban para nada bien, ¿debía confiar en Mel? ¿qué es lo "planeado"?


No, ella no. Ella no me mentiría. Debes confiar Mark.


Respirando profundo y, pronunciando aquellas palabras internamente, logré calmarme lo suficiente como para que la Ira Demoníaca se desvaneciera poco a poco. Demon's Wood me necesitaba y no podía flaquear justo ahora.

Decidí emprender camino hacia el Palacio Real para cumplir con la promesa que alguna vez me hice: ayudar a la gente de Demon's Wood, y nada ni nadie me iba a detener. Al llegar, allí estaba ese desgraciado: el Rey Demonio preparándose para el enfrentamiento, ¿su contrincante?


Yo.


—Vaya, vaya, vaya... ¿A quién tenemos aquí? —Dijo el tipo, mientras extendía sus brazos para que uno de sus "leales" súbditos le retirara su capa, roja y con pelaje de león en la zona de los hombros. —Dime, jovencito, ¿tu nombre?

—D'Aragon Mark Aaron. —Espeté tranquilamente.

—Muy bien, Mark, ¿tus últimas palabras? —Decía con una sonrisa socarrona mientras retiraba su corona de oro con rubíes incrustados y la colocaba en aquel anaquel de mármol.

—¿Mías? —Dije, a la vez que sonreía de la misma manera que él, sosteniéndole la mirada en todo momento. La gente ya comenzaba a reunirse en círculo para poder visualizar el enfrentamiento, pero siempre manteniendo la distancia.

—¡Ah! Pero, que falta de RESPETO hacia TU Rey. —Alzó su voz mientras se deshacía de sus múltiples anillos. Este hombre era la definición absoluta de cliché de Rey.

—Tú no eres mi Rey. Y pronto... Dejarás de serlo para todos, también. —El mentón siempre arriba, sin quitarle los ojos de encima, este Rey se conocía por sus trampas a la hora de defender su Corona.

—Comienza a cavar tu tumba, D'Aragon.

—Mejor primero haz que tus súbditos caven la tuya, Rey de pacotilla. —Sus alas, cuernos y cola asomaron de manera brusca, demostrando que ya no tenía control de sus emociones. Sus ojos, de un rojo carmesí intenso, se posaron sobre los míos, aun verdes. Me quité los lentes y arremangué mi camisa blanca impoluta.


En ese preciso instante, corrió rápidamente hacia mí con la intención de golpear mi rostro, más con un rápido movimiento logré evitarlo y quedar detrás de él, por lo que desde esta posición, golpeé con fuerza directo a su nuca, su cabeza se hizo para atrás a la vez que sus ojos me miraban con fiereza. Quiso agarrarme del cabello, pero dando una voltereta hacia atrás logré evitarlo por apenas unos pocos centímetros. Una vez ya en el piso, dejé salir mis cuernos, cola y mis enormes alas, los cuales me permitirían pelear con mayor fiereza y, por sobre todo, mayor habilidad. Mis uñas comenzaron a crecer a la vez que mis músculos se ensanchaban y todos me veían sorprendidos.

Un Lugar Llamado Demon's Wood: El Martirio de MarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora