Capítulo cinco: En Una Eterna Caída.

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Sentir que caes hacia la nada misma.
Que tu calvario jamás terminará.
Que el dolor será tu único y mejor amigo por siempre.
Si, sentimientos horribles. Pero sentimientos que ya tenía implantados en mi corazón con tan solo quince años de edad. Uno que piensa que a esa edad solo se puede pensar en chicas, videojuegos y la tarea del instituto. Pues resulta que para un chico que vive en la calle desde los ocho no resultan esas ser sus preocupaciones.


Llegaba por enésima vez con un ojo morado del colegio en el que me había metido comunicando mi situación de calle. Era un colegio del estado, claro está. De más está decir que allí recibía los mismos tratos que recibía en aquella primaria a la que me habían enviado Nia y Kimiro. Solo que aquí, al ser más grandes y además, adolescentes llenos de ira recibía peores palizas. Yo me defendía, pero siempre un ojo morado, algún moretón en los brazos y demás obtenía.
Volví a mi "casa" rápidamente, ya que el frío congelaba mis entrañas y solo allí tenía con qué mantenerme "caliente".

—Ya casi, Mark... Aguanta un poco... —Me dije, a mí mismo.

Cuando llegué había un perro allí, un pitbull. Cachorro, más bien. Era completamente gris plateado y solo una de sus patitas y la punta de su cola blanca. Abrió sus enormes ojos azules y me miró suplicante. Pensé en quitarlo a patadas de mi colchón bajo un leve techo en el que yo "vivía", más no pude.
Lo tomé en brazos y me senté en el colchón, con el cachorro sobre mis piernas. De mi bolsillo saqué lo poco que pude robar de comida y ella claramente comenzó a mover su pequeña colita creyendo que era para ella.

—Podrías haber elegido a alguien más como tu familia, pequeña... No tengo mucho que ofrecerte. —Dije, más ella solo me miró confundida y lamió mi mejilla.

Sonreí.
No podía dejarla sin comer.
Desde hoy, ya no podría prescindir de ella.
Le di uno de mis tres onigiris rellenos para que comiera. Eran bastante grandes, por lo que imaginé, que siendo tan pequeña se llenaría con facilidad. Por lo visto le gustó el onigiri, y le gustó mucho, ya que luego de ese que le di me pidió más. Y no pude evitar darle el último pedazo del mío. Debido a su perdición por aquellos pastelillos de arroz rellenos, decidí llamarla Onigiri.

—Buenas noches, Onigiri, descansa...

Esa noche, abrazado a ella, dormí mejor que cualquier otra noche que yo recordara. A la mañana siguiente debía volver al colegio, más Onigiri no se despegaba de mí, a donde quiera que fuera, ella me seguía; me sentí bien, me sentí... Querido. No tuve más remedio que ir al colegio y dejarla en la puerta esperándome. Con el miedo de que algo le pase.
Más cuando salí del colegio ahí estaba ella, sentada justo donde la dejé, moviendo su colita de lado a lado.

Camino a casa sucedió algo que me cambiaría la vida...

—¡Oh, pero miren que hermosa perrita! —Dijo un chico, como de mi edad, muy bien vestido y con un peinado de decía a los gritos "Soy extremadamente rico".

—Es mi mascota. —Dije, poniendo énfasis en la palabra "mi".

—Si... Lo sé, se nota... Te sigue a todos lados. Solo decía que es muy bonita, ¿cómo se llama?

—Onigiri.

—Aw, bello nombre. ¿Y tú?

—Yo, ¿qué?

—¿Cómo te llamas?

—Mark.

—No eres de aquí, ¿verdad? Yo soy Ameragume.

—No. Yo nací en Inglaterra.

—Wow... Y, ¿dónde vives?

—Yo no vivo. Yo sobrevivo.

—¿A qué te refieres?

—Yo no tengo casa, vivo en la calle.

—Ay no, por Dios...

—Yo me llamo a mí mismo Nómada, no vivo en un mismo lugar por más de dos meses. Siempre la gente termina por echarme.

Al ver que no contestaba nada y simplemente se quedaba parado frente a mi comencé a caminar hacia mi casa.

—O-oye, ¡espera!

Volteé a mirarlo.

—Mi mamá... —Dijo, pensativo, como si algo se le acabase de ocurrir. —Mi mamá está buscando un mayordomo. Ganarías unos cuantos yenes y tendrías un techo bajo el cual dormir... Ya que es con cama adentro... Además, te daríamos comida y protección, para ti y para Onigiri... Piénsalo...

—No tengo nada que pensar. —Hice una pausa. —Ni nada que perder. Llévame hasta tu casa.

—Sígueme.

Caminamos a través de la ciudad por mucho tiempo, hasta llegar a una enorme, pero ENORME mansión.
Ni bien llegamos las rejas comenzaron a abrirse automáticamente, éstas eran de color negro y aproximadamente de dos metros y medio, ni bien entramos, antecediendo a la casa se podía ver una piscina de agua cristalina, rodeada de reposeras, sombrillas y una pequeña mesa en forma circular rodeada de sillas de exterior. La casa desde afuera se veía hermosa. Paredes blancas y dorado, una escalera que llevaba a la puerta de entrada y de ahí salió una mujer de unos 30 y tantos, cabello rubio y largo hasta los hombros, con un vestido largo color negro y anteojos de sol.

—¡Ameragume! Bienvenido.

—Gracias mamá. Oye...

—Y, ¿quién es este muchacho? ¡Que guapo es!

—¿Mamá?

—¿Cómo te llamas?

—Mark.

—Mamá...

—¡Lindo nombre!

—¡Mamá!

—¡Ay! —Exclamó, asustada. —, ¿qué te pasa?

—Estoy queriendo hablarte desde que llegué.

—Pues adelante, habla.

—¿Ya conseguiste mayordomo?

—No hijo, no he conseguido, ¿por qué? ¿tú sí?

—Si... Él. —Pronunció señalándome.

—¿Él?

—Si, yo. Es que...

—Él vive en la calle mamá. Necesita un techo bajo el que dormir... Dinero para vivir.

—Oh, no, por Dios, ¡qué pena! Cuenta con el empleo.

—... ¿Habla usted en serio? —Interrogué, incrédulo.

—¡Claro que sí! Bienvenido a la casa de los Tsubaru —Hizo una pausa en la que me miró fijo y me señaló. —, ¿tu nombre?

Sonreí ante la poca memoria de la señora y contesté:

—Mark, D'Aragon Mark.

—D'Aragon Mark, D'Aragon Mark... —Se repitió "mentalmente", para no olvidarlo, supongo. —¡Bien! —Dijo de repente. —Mañana comenzarás el trabajo aquí. Hoy sólo te mostraremos la casa y te indicaremos levemente lo que deberás hacer... ¡Ah!, y te mostraré tu habitación, también. Escucha... ¿Y esa perrita?

—E-es... Onigiri... M-mi perrita, e-es apenas una cachorrita y dese-desearía que también pudiera vivir aquí... Conmigo.

—¡Pues, claro! De seguro se llevará muy bien con nuestro perrito, Mumu.

Sonreí enormemente.
Mi suerte comenzaba a cambiar... O al menos eso esperaba.

Un Lugar Llamado Demon's Wood: El Martirio de MarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora