Capitulo ocho: Cambiar Tu Vida.

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Cuando decides cambiar tu vida por ti mismo es cuando te das cuenta de que empiezas a madurar. Una lástima que yo tuviera que madurar tan temprano, pero no hay nada que pudiera hacer.

Todo marchaba tal y como esperaba. Nada más llegar, Onigiri ya se buscó un lugar en el cual dormir y yo saqué mis orejas y cola de una vez de su escondite. La verdad era que dolía bastante esconderlas, y en éstos últimos días yo estaba sintiendo un especial dolor en mis orejas y cola...

—No puedo más del dolor... Mejor será que me eche al menos una siesta y después seguir con el orden de la casa...

Si, claro.

—¡¿Qué?! ¿Dormí toda la tarde y toda la noche? —Me exalté, pues al oír la alarma y ver mi reloj despertador, la hora marcaba 6:20 a.m. ¡¡A.M!!

Sin tener más remedio me levanté, desayuné, preparé mi bento y salí hacia el colegio de una buena vez. Una vez llegué, Nishiki y Ryuka me tomaron del brazo y me llevaron con el resto de los chicos: Rai, Mel, Ame, Jinx y Kotch.

—Buenos días. —Dije.

—Buenos días. —Contestó Mel.

—Buen día, rubio. —Siguió Kotch, nombrándome por el apodo que el mismo me había inventado.

—¿Cómo estás? —Preguntó Rai.

—¿Cómo te va con tu nueva cas- —Lo interrumpí tosiendo falsamente.

—Con mi nueva, ¿qué?

—T-tu nueva... ¡Camisa! Así es, ¿qué se siente la tela de tu nueva camisa? —Rio, nervioso.

—Que pregunta más extraña... Pero se siente bien. —Contesté disimulando lo mejor que pude. Si había algo que sabía hacer, eso, sin duda, era mentir.

—¡Miren! Ya hay que entrar. —Dijo Ameragume prácticamente corriendo hacia el patio.

En eso, Mel se acercó a mí. No entendía bien el por qué o las razones de por qué su cercanía y su aroma me ponían tan nervioso, pero a la vez me gustaba ese sentimiento.

—¿A qué se refería Ameragume? Se bien que no hablaba de una estúpida camisa. Tu sabrás mentir, pero él no.

—Luego te cuento.

—No, cuéntame ahora.

—Tu curiosidad muchas veces podrá ayudarte, Mel. Otras veces te perjudicará. —Dicho esto, pasé de ella, yendo al salón.

2do. Receso:

Nishiki y Ryuka se habían retirado temprano ese día, por lo que en el segundo receso no pude verlos. Por lo tanto, decidí mantenerme lejos de Ameragume y sus amigos, quería estar sólo, y la única manera que me resultó fue quedarme en el salón.

—Tu.

Volteé.
Era Melina.

—¿Cómo es eso de que ibas a un colegio tan pobre y ahora al instituto más caro de todo Japón? ¿Y eso de que vives en un barrio super peligroso y con un alquiler de apenas unos cuantos yenes al mes?

Rayos, ya lo sabía.

—Rayos, y a ti, ¿qué te interesa?

—Me interesa, porque me parece extremadamente extraño que alguien que aparentemente no tenía un maldito peso pase a pagar cada estúpida cuota de justamente este colegio mientras vive en la MISERIA.

—¿Es TU vida? No. Entonces. Puedes darte media vuelta, caminar hacia esa puerta, irte de aquí y, simplemente, dejarme solo. SIN tu compañía. Gracias.

—Esto no se quedará así, D'Aragon.

—Piérdete.

—Tu primero.

—Estúpida.

¿Qué rayos le importaba a esa? Estaba más que claro que no le diría nada, no tenía obligación de hacerlo. Pero, de todas formas, no tenía por qué interesarle en lo más mínimo mi vida. Pero parecía interesarle. Y eso me inquietaba. Esta chica era muy curiosa y cada vez que quería saber y/o averiguar algo, debías tener por sentado que de alguna u otra forma lo terminaría sabiendo.

—¡Maldición!

El resto del día, Mel pareció olvidar su curiosidad, ya que no volvió a preguntar ni estarse encima de mí. Aunque por eso yo sintiera un pequeño vacío sin entender bien por qué.

Mi primer día en la cafetería Good Time era hoy y yo no podía estar más nervioso. Ni bien saliera del instituto debería ir a la cafetería para empezar mi trabajo.

—¡Mark! —Dijo Rai. —¿Vienes con nosotros después del colegio? Vamos a mi casa.

—Nuestra casa. —Corrigió Mel.

—Ah... Eh, gracias por invitarme, pero no puedo. Tengo... Cosas que hacer. Tal vez otro día.

—¡Claro! Otro día será, entonces.

—Adiós, debo irme ahora. ¡Pásenla bien!

—¡Siií!

Mel.

—Ustedes adelántense. —Dije, viendo como tomaban sus mochilas. —Yo los alcanzo en un rato.

—¿Eh? —Dijo mi hermano, Rai. —¿Cómo? ¿Por qué?

—Tengo algo que hacer antes de ir a casa. Ustedes diviértanse. En un rato llegaré a casa.

—Muy bien... Te estaremos esperando.

—Claro.

La misión comenzaba ahora.
Averiguaría lo que el rubio me escondía sí o sí. No había margen de error. Era seguirlo o quedarme sin saber qué se traía detrás de sí.

—Muy bien, Marky. Averigüemos quién eres en verdad.

Manteniéndome en las sombras y asegurándome de que no me vería, lo seguí. En un momento se detuvo ya que una perrita gris lo interceptó, una de raza pitbull. Estás frito, Marky, pensé. Más estaba equivocada, la perra le saltó y lamió su mejilla. Luego otros perros se acercaron a él, los acarició a todos y vi unas orejas y cola asomar de su cabeza y cintura.

—Un gato. Con razón nos llevamos tan mal, como perros y gatos. —Dije para luego sacar mis orejas y cola de lobo.

Mark sobó su cabeza, se quejó de dolor y siguió caminando hasta llegar a... ¿Good Time? ¿Frecuentaba la misma cafetería que yo o se vería con alguien? De seguro tenía novia. Sin saber exactamente por qué un fuego se apoderó de mi pecho y sentí un enojo indescriptible al imaginármelo besando a una chica.
Como sea, no podría averiguar qué iría a hacer en Good Time si no entraba, pero no podía entrar como estaba, con el uniforme del colegio, el rostro descubierto y mis orejas.

Decidí ir a la tienda de disfraces que quedaba a unas dos cuadras de la cafetería y me compré un abrigo extremadamente grande, mucho más que mi propio cuerpo, un pantalón, una gorra y anteojos de sol para esconder mi identidad.

Entré en la cafetería ya disfrazada, Eres toda una genia, Fujiwara Melina, pensé.
Pero entonces el...

Un Lugar Llamado Demon's Wood: El Martirio de MarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora