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P.O.V James

Entré sigilosamente al cuarto de Diego, este se encontraba sentado en su cama mirando las estrellas y la luna en cuarto creciente a través de su ventana.

Me senté detrás suyo y le abracé por la espalda, este dio un pequeño salto y se alejó de mí.

—¡Me asustaste!...¿Qué haces aquí James?—preguntó Diego.

—Escucha...

Se levantó y me miró con su ceño fruncido.

—¿No deberías estar besándote con Eric o Caleb?

Alcé una ceja y le miré con una sonrisa.

—¿Acaso estas celoso?—pregunté.

—¿Por qué debería estarlo de alguien que sabe que su hermano menor es su alma gemela y que aun así, no se haya fijado en él?—dijo

—Tienes razon, no tienes ningun motivo para estar celoso.

—¡Sal de mi cuarto!—dijo mientras señalaba la puerta.

—No.

Me levanté y le empuje suavemente hacia la cama, haciendo que cayese de espaldas, me coloque encima de él, le quite la chaqueta, el chaleco y la camisa blanca del traje, así dejando ver su torso desnudo.

—¿Qué ocurre contigo, ¡bájate!?—dijo.

Comencé a lamer, mordisquear y pellizcar sus rosados y erectos pezones, este intentaba apartar mis manos de sus pezones, pero el placer le ganó.

—J-James, ah, b-basta—gimió.

—No quiero...quiero demostrarte que te amo —le miré a los ojos y sonreí— te hare mío esta noche—dije.

Sentí como su miembro y el mío se pusieron erectos, seguí pellizcando sus pezones, me posicioné encima de su miembro y comencé a frotar mi miembro erecto junto con el suyo por encima de los pantalones.

—...no...nunc-ca te...ah...te perdonare...mng...—gimió.

Pero ya no hacía caso, quería hacerle mío. Comencé a frotar mi miembro contra el suyo más rápido.

—¡No...no q-quiero!—dijo.

—S-si..hazlo...c-córrete conmigo...ah..—gemí.

—¡No s-sigas...ah...ah...voy a...!

Alcé la mirada y vi como la luz de la luna bañaba su piel, bajé la cabeza y vi una mancha en sus pantalones, me separé lentamente y noté como un hilo de su semen que unía nuestros miembros.

—¿Por qué lo hiciste, por qué?—preguntó mientras derramaba lagrimas

—Porque no voy a perder a la persona a la que amo solo por una estupidez que cometí.

Me acerqué a sus labios y comencé a besarlos, pero este no correspondió el beso.

—¡Vete!—gritó.

Me levanté de la cama, bufé y le miré.

—Que cabezota eres.

—¡Sal de mi cuarto!

—Pimienta me quedo!

Diego me miró confuso por unos segundos, luego sonrío, miro hacia otro lado y comenzó a reírse.

—Eres estúpido.

—Pero aun así me amas.

—No te amo.

—Si lo haces, eres mío.

—¡No soy tuyo!

—Ya veremos

Sangre de la Realeza⚣© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora