XLIV

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El tacto de una persona provocó que aquella pequeña abrieran los ojos.

El sonido de la ambulancia y las patrullas policiales resonaban en los oídos de Ariana, pero sin importar qué sólo aquella persona que sostenía su mano llamaba su atención.

Abrió sus ojos con dificultad y sin importarle los sonidos externos se concentró en aquellos ojos color miel que estaban rojos por el llanto y la miraban con evidente preocupación, una pequeña sonrisa apareció en sus labios y Justin solo pudo tomar más fuerte su mano.

—Todo va a estar bien, pequeña. Ahora estoy contigo, nada malo te va a pasar. —las lágrimas estaban a punto de brotar de nuevo en él, ella lo sabía porque sus ojos estaban cristalizados.

Su rostro tenía algunas cortadas, alrededor de su ojo izquierdo una marca morada tiñendose de leve color marrón rojizo alertaron a la castaña, su labio llevaba aún un poco de sangre derramando de él. Pero todo ello, o al menos lo que la castaña podía ver, era poco para la situación en la que ella misma se encontraba.

Finalmente tras ambos dedicarse una última sonrisa, Ariana fue subida a la ambulancia y Justin se vio obligado a soltar su mano por petición de sus padres.

2 meses después...

La recuperación de Ariana fue un proceso largo y complicado, tras estar dos meses en rehabilitación, terapias y sesiones con la psicóloga, Ariana podía decir que estaba "casi" recuperada.

Poco a poco gracias a la psicóloga, Ariana logró superar el dolor emocional que aquel fatídico incidente le provocó. Sin embargo, aquel día del baile de graduación seguía en su mente, tal vez para siempre, no era sencillo para ella así cómo no lo es para nadie superar una violación.

—Dentro de quince minutos el tren va a partir. —la mirada tranquila de su madre se posó sobre ella mientras ella llevaba sus maletas al auto preparándose para ir a Nueva York.

Los planes de irse de la familia Grande jamás se erradicaron, pero si fueron pospuestos, ya que no se podía ser tan egoísta con un asunto tan delicado como el bienestar de una persona, y más aún si se trataba de su hija.

—Vayan ustedes, yo tengo que hacer algunas cosas antes de subir a ese tren. —Ariana colocó la maleta en la parte trasera del auto y mientras sus padres se observaban cómplices al ver cómo su hija se alejaban caminando de donde ellos estaban.

—¿Estás seguro que no le afecta? Sólo mírala, nuestra pequeña ama a ese chico. —Edward besó el cabello de su adorada esposa y sonrió ampliamente, mientras negaba con la cabeza.

Ambos eran concientes del amor que esos jóvenes se tenían, por lo menos Justin parecía estarlo, ya que su interés hacia Ariana, luego de que Ryan fuera a la cárcel, aumentó de manera notable hacía ella.

—Ariana ama a ese chico, Joan, pero ella está dispuesta a renunciar a su amor sólo para verlo feliz al lado de otra chica. —y es que para los padres de la joven Justin aún seguía siendo novio de Kylie, ya que en uno de sus encuentros en el hospital Justin pudo hablar largó y tendido con Ed, pudiendo sincerarse por completo con él acerca de muchas cosas.

Joan sólo asintió y miro como su hija se marchaba con aquel cofre entre sus manos, aquel mismo que por generaciones había estado en la familia Grande a punto de caer en manos de Justin Bieber, un chico que no había tenido una relación muy "definida" con la joven.

Luego de caminar un poco sus ojos se posaron sobre aquella mansión que ostentaba la familia Bieber como grandes empresarios en la industria petrolera.

La castaña tomó aquel cofre colocándolo sobre su pecho mientras caminaba con sigilo hasta el interior de aquella residencia.

Justin había dado órdenes claras de que si veían a Ariana merodear cerca de su mansión hiciera que pasará de inmediato, pero como está vez fue ella quién sólo ingresó no pusieron objeción alguna.

Caminó por la larga escalinata hasta llegar a la enorme puerta principal que aguardaba a dentro a aquella persona que ocupaba sus pensamientos diarios.

Respiró profundamente y tocó el timbre, como se suponía que debía ser hace dos meses atrás, antes de que todo sucediera.

Rápidamente sintió como sus manos empezaron a sudar frío, su temperatura había bajado, sus delgadas piernas flaqueaban y ahora sus manos jugaban de manera casi inconsciente por el nerviosismo de estar ahí.

Rápidamente de un momento a otro Justin ya le había abierto la puerta personalmente, cuando ella creía que sería alguna de sus sirvientas o algo así, una vez más la sorprendió.

—Ariana, no te esperaba ¿Que haces a...?—

—Vengo a despedirme, Justin. —los ojos del rubio se abrieron por completo mirando con sorpresa y miedo a la castaña.

Ariana no le había dicho nada a Justin acerca de su mudanza, pues ella consideraba eso como algo innecesario y un inconveniente más en su camino.

—¿Como? No puedes irte, Ariana, no puedes. No dejándome aquí sólo, con estos sentimientos que carcomen mi alma. Ariana, maldición no me dejes, por favor te lo suplico, eres lo mejor que me ha pasado desde que te conozco, eres la única chica a la que puedo mirar, pensar y desear. Desde que te vi en aquella fiesta, juró que quede enamorado de ti como un loco y ahora que te tengo cerca no quiero perderte de nuevo, no quiero que me dejes pequeña. Yo te amo. —los ojos Justin estaban criztalizandose con cada palabra. Ariana sólo bajo la mirada sorprendida ante sus declaraciones, hace algunos meses atrás tal vez aquello la hubiera vuelto loca, su crush le había dicho lo que tanto había soñado y anhelado. Sin embargo ella ya no era la misma chica ilusa de meses atrás, hoy más que nunca podía afirmar que finalmente había superado aquella obsesión por Justin Bieber.

—Tal vez, tal vez si me hubieras dicho todo eso mucho antes hubiera caído rendida a tus pies, como si nada más importará que no seas tú, Justin, pero ahora ya no. —sonrió de manera irónica mientras observaba aquel cofre entre sus manos y levantaba la mirada hacia él. —Tú te enamoraste de aquella chica atractiva que viste en la fiesta, yo no soy esa chica. —se miró a ella misma. Ahora lucía su antiguo look, faldas hasta la rodilla y blusas holgadas, acompañada de sus botines grandes y esos lentes que para muchos eran molestos. —Está soy yo Justin, soy Ariana Grande-Butera, la chica que se esconde tras un libro, la chica que suele pasar horas en la biblioteca, la misma chica que tú despreciaste hace mucho. —miró despectivamente a Justin quien escuchaba aquella a palabras mientras las lágrimas brotraban de su rostro siendo herido por la persona que antes él hirió. —Todas las noches que lloré, todas las noches que me emocioné, todas las noches que miraba aquella foto tuya y me preguntaba ¿Por qué no me amabas? Todo eso Justin, está aquí. —sus manos extendieron la caja frente a él mientras esperaba que la tomará. El miró aquella caja mientras trataba de descifrar las palabras de Ariana aún con las cartas en sus manos. —Ahí está todo lo que nunca te dije. —y sin esperar mayor respuesta miró por última vez a Justin y se alejó de él para siempre, de su vida, de su historia y de todo lo que alguna vez se trató de un amor platónico.

Ahora Ariana entendía eso muy bien, que para amar a alguien, primero debería aprender a amarse ella misma.

Let me call you crush ↬A.G.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora