XVI

246 24 2
                                    

(Narrado)

Hacía mucho que un había decido dejar de escribir aquellas cartas. Para ser sincera habían sido de mucha ayuda por un tiempo, incluso llegue a creer que eran una buena terapia personal, pero no era así.

Elizabeth me hizo comprender que no tenía caso seguir escribiéndolas, solo causaba más daño en mí, dejaba que mis heridas abrieran al intentar mantener vivo su recuerdo en mi corazón.

Debía olvidar, necesitaba hacerlo.

Suspiré pesadamente una vez más. Mire con desesperación el reloj, como todos en realidad.

3:00

El timbre no tardó mucho en sonar.

El alboroto reino en cada parte del salón. Al parecer todos se encontraban en la misma posición que yo.

Empecé a arreglar las cosas en mi pequeña bolsa. Termine de hacerlo y salí de aquel lugar, no hablaba mucho con nadie, solo lo necesario para no llamar la atención demasiado.

Camine hasta mi casillero para recoger mis libros e ir al estacionamiento dónde se suponía estaba Lizzie esperándome.

Hoy iríamos a la inauguración del nuevo restaurante de su padre, mi mamá sabia de eso es iría también, la única diferencia era que yo pasaría toda la tarde junto a Elizabeth para comprar nuestros vestidos y alistar nos antes antes de la maravillosa ceremonia que ofrecería el señor Gillies.

Abrí mi casillero e hice lo planificado, una vez lista me dispuse a seguir mi camino, esto sería interesante.

Llegue hasta el lugar, un grupo de personas rodeaban a alguien frente al majestuoso BMW plateado que ostentaba mi querida amiga Elizabeth, no había que ser adivina para saber que ella se encontraba en ella centro, hablando de moda o algunos temas triviales que tanto entretenían a esa gente falsa. Siempre sucedía lo mismo.

Me acerqué sigilosamente al grupo e intente llegar al centro, recibiendo algunas miradas despectivas y comentarios desagradables.

No caería a su nivel, si algo me habían enseñado mis padres era a respetar.

Incluso las ratas merecen sentirse importantes tratando de pisotear a los felinos, en el fondo lo único que tienen es miedo, por que saben que ellos tienen el poder de acabar con su pequeña y mediocre burbuja de felicidad.

Ya me había acostumbrado a eso, no me sorprendía, después de todo no era muy común ver a una chica popular junto a una "nerd". Sin embargo la verdadera amistad es aquella que por las únicas etiquetas que se deja llevar, son las del corazón.

Cuando al fin logré ver a Lizzie, sus ojos se encontraron con los míos por breve instante.

—Bueno chicos, creo es hora de irme.— los abucheos y súplicas para que se quedará no tardaron en aparecer, pero solo los ignoró y subió a su auto.

Una vez adentro me hizo señas para que ingresará, así que imite su acción. 

—¿Interrumpía algo importante?— sonreí mientras me colocaba el cinturón al rededor de mi cintura.

—Sabes perfectamente que cuando se trata de ellos la palabra "importante" equivale lo mismo que decir "¿Que color de labial me asienta mejor?"— dijo imitando una de las típicas voces chillonas que constantemente se veía obligada a escuchar mientras yo reía un poco.

—Tienes razón, lamento haberme tardado.— el auto inició su recorrido, probablemente iríamos la centro comercial.

—No tienes que disculparte, no es tu obligación estar a mi lado las veinticuatro horas del día .— volvió  reír junto conmigo .— Pero gracias por rescatarme de esos hipócritas.— dirigí una de mis manos y la  pose sobre una de las suyas para después acariciarlas lentamente.

—Lo haré siempre que me necesites, no lo dudes .— intercambiamos sonrisas una vez más y ambas volvimos nuestras miradas al camino.

—Primero iremos a comer ¿Te parece? Muero de hambre .— asentí mientras reí un poco.

Tal vez nunca cambiaría, ya me había acostumbrado a ella.

~*~

Llegamos al centro comercial. Curiosamente aparcó frente a una de las sucursales de Mc'Donals.

Eso me hubiera sorprendido si fuera como una de esas personas superficiales que tenían una idea errónea de Elizabeth Gillies, pero yo la conocía-o al menos eso creía-después de todo era mi mejor amiga.

Entramos al local y nos sentamos en una de las mesas principales.

Pedimos dos hamburguesas Royal, a las dos nos encantaba la comida chatarra, y unas gaseosas, Coca-cola para ella y una Sprite para mí.

Tal vez en un futuro sufra de colesterol o algo así, pero luego pensaría en eso.

Disfrutamos el tiempo de espera entre bromas y conversaciones banales, no me gustaba mucho entrar en ellas, pero con ella esas conversaciones tomaban otro sentido.

Si algo amaba de ella era su increíble personalidad.

—No esperaba verlas aquí.— el tono seductor y misterioso resonaron entre nosotras disminuyendo automáticamente las risas hasta apagar las completamente.

Elizabeth me propinó una mirada complice. Sabía perfectamente de quien se trataba.

Escuchar aquella voz hizo resurgir esos sentimientos que tanto me había esforzado por sepultar dentro de mí. Era él.

Justin Bieber había vuelto.

Let me call you crush ↬A.G.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora