Prefacio *

42.9K 1.9K 203
                                    


Estaba caminando por aquella ciudad, una ciudad construida por los humanos, por la creación de mi padre. Aquella ciudad era grande con construcciones elegantes, y sobretodo altas. Según ellos, la hacían por el poco espacio que tenían en aquella ciudad que alguna vez fue espaciosa, llena de plantas y animales, en donde se podía convivir con la naturaleza y no con los desperdicios que hoy en día hay por doquier. Ellos lo hacían inconscientemente tratando de llegar a lo más alto que se podía puesto que según ellos, entre más alto más imponente, menos invencible.

Pero qué equivocados estaban, no se daban cuanta que entre más alto más débil eras, más enemigos, más dificultades, menos compañía, algo muy valioso.

Seguía caminando por aquella ciudad tan bullosa repleta de sobrepoblación, todos con distintos pensamientos, ideas y hasta compañeros, que, si bien podían estar acompañándolos o no en estos momentos, siempre había alguien a su lado, alguien que le diera cariño, que lo comprendiera, que lo apoyara en todo y que, sobre todo, que lo amara, lo mejor que puede haber.

A lo lejos se escucha ese sonido tan irritante de aquellos carros que le pertenecían a los policías quienes eran los que se encargaban de atrapar a las almas retorcidas que todavía siguen en sus cuerpos. Se pueden decir que ellos eran como yo, solo que, en vez de ser una deidad odiada por todos, ellos eran amados por las personas. No entiendo por qué había que temerme, yo solo cumplía con mi trabajo al igual que ellos, encerraba a las almas corruptas al igual que ellos lo hacían con aquellas personas malvadas. A veces los humanos pueden ser tan contradictorios consigo mismo que solo por no poder verme me temían, que solo por encerrar a las almas corruptas me temían, al final y al cabo solo hacia el mismo trabajo que aquellos a quienes llamaban policías.

Seguía en aquella ciudad, no me había movido del lugar que me encontraba , de todas maneras no molestaba a nadie ya que las personas ni notaban mi presencia, podía estar junto a ellos y de igual forma no me notaban, era como un fantasma entre ellos, algo que me molestaba ya que era tan real como cualquier otro, tenía un cuerpo, órganos y hasta sentimientos como todos, pero de todas maneras no me notaban, me atravesaron como si de un espectro se tratase, al fin y al cabo eso era lo que yo era para ellos y todo por aquel castigo que me hizo mi padre solo por malinterpretar mis acciones, aquellas acciones buenas que no sé cuándo se transformaron en malas.

Yo solo deseaba que mi padre me mirara y me apreciara como a todos los demás seres de su creación, quería que se sintiera orgulloso de mi, de mis acciones, pero en vez de eso, cada vez se sentía más decepcionado, diría que hasta enojado conmigo y seguía sin entender la razón, si mis acciones eran buenas ¿Porque había de castigarme tan cruelmente como lo hizo él? ¿Porque? Solo quisiera que hubiera alguien que me entendiera, que se dé cuenta que no soy el malo de la historia, pero lamentablemente no se podía, ese ser no existía y dudo mucho que algún día vuelva a existir.

Estaba a punto de irme a mi reino nuevamente, ya no tenía razón para esta aquí, ni siquiera podía recolectar almas ya que hasta eso me negaron, solo tenía que vigilar que todas aquellas almas retorcidas sufrieran y pagarán todos sus crímenes y actos atroces que habían cometido.

De repente siento la necesidad de ir a algún lugar que ni yo mismo conocía, no sabía a dónde me llevaría mi deseo, pero solo me deje llevar, de todas maneras, al cielo ya no podía entrar.

Al llegar, solo veo a una mujer y su esposo esperando la llegada de su primogénita la cual no se tardaría mucho ya que aquella mujer estaba en trabajo de parto, pero... algo era extraño, el hombre estaba nervioso y la mujer no emanaba una energía positiva, algo iba a pasar y no creo que sea algo bueno.

De la nada aparece una mujer con algunos trapos y una fuente repleta de agua, diría que llegaba a ayudar, aunque no sentía que este parto fuera a salir bien.

La mujer que acababa de llegar, se acerca a aquella que estaba en trabajo de parto, le pide al esposo que salga de la habitación para así poder darle un poco más de tranquilidad a su esposa y después de eso comienza con su trabajo. La partera le dice a la ahora futura madre que puje con todas sus fuerza, que no se dé por vencida, que piense en aquella bebé que estaba a punto de nacer, la mujer obedece y comienza a pujar, así se la pasa un buen rato pero la bebé no nacía, no sé cómo explicar cómo me sentía ahora, hacía tiempo que no sentía emoción alguna por parte de la humanidad o mejor dicho por todo, solo lograba sentir odio hacia las almas corruptas que llegaban al infierno, pero esto era otra escena, una madre desesperada por ver a su hija llegar y un ser que tal vez no iba a vivir en este mundo si esta escena seguía así.

Dentro de mi crece la necesidad de algo, la necesidad de actuar por aquella familia, pero ¿Qué podía hacer? Como lo había dicho antes, yo solo era un espectro ante ellos, un fantasma, no tenía poder alguno sobre este mundo, mucho menos sobre una vida humana, mis manos estaban atadas, pero... ¿Porque vine en un principio aquí? ¿Por qué sentí ese gran deseo de venir a este lugar? ¿Qué me atrajo aquí? ¿Acaso debía ayudar?

No podía hacer nada, era mejor que me largue de este lugar, ya sabía el final de todo esto, posiblemente la niña no llegara a nacer y los padres sufrirían, pero..., aunque quisiera irme, había algo que me ataba a este lugar, algo que me decía que me quede.

Sin más, me quedé, presencié cada momento del parto hasta que al fin aquella niña nació. La partera coge a la niña, pero al ver que no lloraba se preocupa, la madre asustada comienza a preguntar por su hija, la partera no dice nada y trata de reanimar a la pequeña.

De nuevo, no sabía que era lo que sentía en este momento, lo más probable es que esta niña muriera y no podía hacer nada, pero mi padre sí, y eso era lo peor ya que sabía que mi padre si lo podría hacer porque él mismo creó a esa pequeña, al igual que con cada ser en este mundo, le dio vida y sin más se la arrebataba del mismo modo en que se la había otorgado.

Milagrosamente la pequeña abre sus ojos, la partera se alivia un poco ya que estaba reaccionando, pero aun así seguía con el trabajo de reanimación, en ese momento me tranquilice, una vida inocente no sería arrebatada hoy.

Me quedé mirando a aquella niña y de pronto ella gira su rostro en dirección mía y me queda mirando "Tal vez esté alucinando" me dije a mi mismo porque era imposible que alguien me mirara, sin más me quedo mirando su rostro, su piel clara, con ese cabello achocolatado y que extrañamente en sus puntas tenía un color rojizo, del mismo color rojizo con que me miraban esos hermosos ojos, ella era especial, sin duda lo era, lo sentía.

Sin más sentí que ya era tiempo de irme, pero la duda seguía hay ¿Me puede ver? no me quitaba los ojos de encima, se me había quedado mirando fijamente. Entonces, decido ver si era verdad, es cuando comienzo a moverme y aquella pequeña me seguía con la mirada.

Un gran sentimiento me embarga, no sabía cómo explicarlo, era una mezcla de emociones y sentimientos que no había sentido hace tiempo, quizás...quizás era felicidad, no sabría confirmarlo, ese era una emoción que hacía siglos no sentía, alguien por fin me veía, alguien por fin sabía de mi existencia, pero esta felicidad no duró mucho, la niña seguía sin llorar y poco a poco comenzó a cerrar los ojos- Alguien especial, un ser que no debió existir, una falla en el plan de Dios, pero... No te puedo dejar morir...- Fue ahí cuando me acerqué a ella y posando mi mano sobre su cabeza le dije

-No te vayas pequeña Khara

El Diablo Enamorado© (Elegidos I) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora