Capítulo 10

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  Narra Lourdes

    Me desperté, la televisión estaba apagada. Miré el celular, eran las cinco de la tarde. Escuché un ruido que provenía de afuera. Me levanté y f ui hasta el balcón. Miré hacia abajo, y allí estaba Guido, sentado, tocando la guitarra. Me quedé un rato ahí, escuchándolo. Hasta que se paró y entró a la casa. Bajé las escaleras y fui hasta la cocina a prepararme algo.
  Nos cruzamos y ni nos dirigimos la palabra. Él subió hasta supongo que a la habitación a dejar su amada guitarra. Realmente no podía creer cómo sus celos consumen su alma.
  Terminé de hacer el café con leche y fui a tomármelo al living. Me senté en el sillón y prendí la televisión. En un momento vuelve. Lo miré, pero no articulé palabra.

  - ¿Cuánto tiempo más vamos a estar así sin hablarnos? -preguntó de repente. Dejé el café a un lado y giré para mirarlo. Estaba sentado en la mesa.
  - Cuando a vos se te pasen tus celos, Guido.
  - Entonces nunca.
  - ¿Te diste cuenta que volvimos a hablar, no?
  - Vos me hablaste.
  - ¿Yo? Te recuerdo que hace menos de dos minutos me comenzaste a hablar vos -me miró y se rió. - ¡Definitivamente no se va a poder hablar en serio nunca con vos!
  - No soy serio, bebé -dijo sonriendo y mirándome de costado. Bien sabía que me rendía a sus pies cuando me llamaba así. Sólo lo miré. Seguí tomando mi café.
  - Cómo digas. Si querés que estemos bien, calmate con tus celos de cuarta -se levantó y fue hasta el sillón. Allí apoyó sus brazos en el respaldar, acercándose a mi. Lo miré. Se acercó aún más y me besó. Lo seguí. Mi lengua recorriendo su boca y viceversa. No lo puedo evitar. Es hermoso. Dejé el café que ya seguramente estaba frío a un lado y me paré en el sillón. Acto seguido me subí encima suyo. Besarnos y él tocándome... era hermoso, especial. Siguió besando mi cuello, lo que hizo que mi piel se erizara. Poco a poco fuimos yendo a la habitación. Dejando un recorrido de nuestra ropa por toda la escalera. - ¿Eso es un sí? -pregunté mientras me tiraba en la cama.
  - Es un voy a tratar -dijo riendo y tirándose con suavidad sobre mi.

《4 meses después》

  Hoy teníamos cita con el médico. Nos diría si mi bebé sería nena o varón. Estaba muy ansiosa.
  Mi panza ya había crecido. En cuanto a Guido, la convivencia había mejorado. Tuvimos altibajos, pero supimos superarlos. También cómo se enteraron mis familiares sobre las noticias, hicimos una reunión en casa con todos, mis padres, hermana, los padres de Guido y sus hermanos con sus hermosas mujeres. La pasamos muy bien. Les conté sobre mi embarazo y lo aceptaron, felices.
  Nos estábamos preparando para irnos.
  Subimos al auto y emprendimos viaje hasta la clínica. Llegamos y esperamos sentados. En un momento siento que Guido pone su mano en mi vientre. Lo miro y me está mirando. Le sonrío.

  - ¿Qué crees que será? -me preguntó.
  - No sé... ¿vos?
  - Nena... una princesa -dijo y sonrió.
  - ¿Y si no es?
  - Va a ser una bendición igualmente -nos besamos.
  - ¿Sardelli? -apareció un médico. Nos levantamos y entramos al consultorio. - ¿Todo bien con el bebé? -preguntó.
  - Sí, todo bien -respondí. Me dio señal de que me acostara en la camilla. Fui y me acosté. Guido se puso a un costado y tomó mi mano. Ni que me estuvieran por operar, jaja. El médico comenzó por ponerme un gel frío en mi panza. Allí con un aparato empezó a tocar la panza. Por una especie de escáner se veían los lugares que iba tocando.
  - ¿Ven? Ahí está su bebé -dijo y lágrimas inundaron mis ojos.
  - ¿Qué es Doctor? -pregunté.
  - Es una hermosa mujercita -dijo sonriente. Con Guido nos miramos. De él también caían lágrimas de felicidad.

  El médico nos dio indicaciones y rato después nos fuimos. Íbamos caminando hasta el auto tomados de la mano.

  - Soy el hombre más feliz del universo -dijo y lo miré. - Mi instinto no falló. Una princesita Sardelli -sonreí.
  - Tenemos que pensar el nombre, pintar la habitación. ¿Qué color sería el ideal? Comprar las cosas, ropa, cunero -mencionada emocionada.
  - Hey, tranquila -dijo riendo. - Vamos a ir de a poco -llegamos al auto y subimos.
  - Voy a llamar a Mel -dije buscando mi celular.

*Llamada telefónica*

  - Amiga, ¿qué pasó?
  - Estamos yendo a su casa -Guido me miró cómo diciendo: Recién me entero. - Tenemos una noticia muy importante para darles -dije sonriendo aunque ella no podía verme.
  - Ay, me pones manija, boluda.
  - Nos vemos.

*Fin de llamada*

  - ¿Desde cuándo íbamos a ir a su casa?
  - Desde ahora -reí.
  - Me hiciste dar toda la vuelta, bebé -sonrió mirándome.
  - Así y todo me querés.
  - Asi y todo te amo -nos miramos.

  Manejó hasta llegar a la casa de los chicos. Nos bajamos y tocamos timbre.

  - ¿Y? ¿Qué pasó? -preguntó Mel.
  - ¿Está Patiño? -últimamente había adoptado ese apodo para Pato.
  - Está cambiando a Soli -dijo riendo Mel y apareció Pato.
  - Llegué, ¿tanto aclamaban por mí? -exclamó riendo. - ¿Qué tienen por contar?
  - Venimos de hacer la ecografía -dijo Guido.
  - ¿Y? -dijeron al unísono. Con Guido nos miramos sonrientes.
  - ¡Es una nena! -anuncié feliz.
  - ¡Hay amiga! -puso sus manos en su boca y acto seguido fue a darme un abrazo, que correspondí.
  - Se viene una señorita Sardelli -festejó Pato. - Una prima para Máx y Soli -decía mientras hacía reir a sus hijos. - La pusiste bien, Guido -dijo riendo. Él lo fulminó con la mirada.
  - Siempre está el desubicado... -dijo Mel y todos nos echamos a reír.

  Nos quedamos un ratito más con los chicos y luego nos fuimos a casa.
  Al llegar, me fui a pegar una ducha. Cuando salí, me vestí y me tiré en la cama. Agarré el celular y comencé a llamar a mamá y papá para que se enteren de lo de hoy.
  Mientras esperaba a que mi mamá me atienda, entra Guido. Lo miré y sonreí. Me hizo una seña indicando a quién llamaba.

  - A mi mamá -susurré. Asintió y se acostó al lado mío. Allí empezó a acariciar mi vientre. Le toqué su mano y nos miramos hasta que mi mamá atendió. Hablé un ratito con ella, se puso muy feliz. Al final me dijo que estaba orgullosa de mí. Me puso muy contenta escuchar eso salir de sus labios. Luego llamé a mi papá. Le conté también. Se emocionó mucho, hasta me pareció que estaba llorando, jaja. Después corté la llamada y me paré para ir a la habitación de nuestra futura niña.
  - ¿Donde vas? -preguntó acostado. Di media vuelta y lo miré.
  - A la habitación de nuestra futura hija. ¿Venís conmigo, futuro papá? -le dije y sus ojos brillaron. Se levantó, se acercó a mí y me besó.
  - Claro, futura mamá -sonrió. Fuimos hasta allá.

  Teníamos ya un placard color blanco que después le pintaríamos los bordes de un color rosa bebé. En estos cuatro meses compramos ropita de colores unisex, aunque no teníamos mucho. La sillita para el auto también estaba ahí. Muchas cosas no había, estaba aún muy vacía la habitación. Guido me dijo que poco a poco compremos y pintemos.

  - Podemos comprar pintura blanca. Además le podemos dibujar un árbol, junto a unas hadas, mariposas. Soy muy buena en eso. ¿Te gustaría? -iba diciendo muy emocionada.
  - Me encantaría -me atrajó hacia él y me besó.
  - Y bueno, a medida de que vaya creciendo, podemos volver a pintar y tapar. Se verá.

  - ¿Kassandra o Mackenzie? -pregunté. Estábamos desayunando y definiendo cuál sería el nombre para nuestra hermosa niña. Yo tenía un libro en mis manos que se titulaba "Nombres para niñas. Guía para padres primerizos".
  - ¿No hay otro?
  - No sé, fijate. ¿Tan malos son? -pregunté mientras le daba el libro.
  - No es eso. Es que parecen muy yankies -dijo y yo reí. - ¿Sarah? -preguntó mientras miraba el libro.
  - Sarah Sardelli... me gusta. Igualmente sigamos buscando, queda de opción -dije tomando un sorbo de mi té.
  - De origen hebreo... su significado es Princesa, Señora, Soberana -dijo mirándome. - Hay otro... Sofía. Es de origen griego y su significado es Sabiduría o que posee sabiduría.
  - Me sigue gustando Sarah... es hermoso... auténtico. ¿A vos cuál te gusta?
  - Sarah -dijo sonriendo.
  - Bueno, algo en lo que estamos de acuerdo -me miró y me fulminó con la mirada. Me eché a reír y me levanté llevando la taza al lavabo. - Mm, me voy, amor. Llego tarde -le di un beso.
  - ¿No querés que te alcance?
  - No, está bien. Voy caminando. Queda cerca, nos vemos.
  - ¿Te paso a buscar después?
  - Si podes, sí, sino, no hay problema -cerré la puerta y me dediqué a caminar las cinco cuadras que me separaban del trabajo. En un momento recibo un mensaje. Lo abro, era Guido. Me había mandado un audio.
  - 🔊 Guido: Igual creo que una mujer embarazada no debería trabajar, digo, por el bebé. Te amo -me reí y le mandé un corazón.

Cicatrices 2 (Guido Sardelli)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora