Capítulo 14

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  Narra Lourdes

  - ¡Bienvenida Sarah! -entramos a casa y estaban todos nuestros amigos y familiares ahí, dándonos una sorpresa. El living estaba decorado de rosa, con carteles de bienvenida. Sarah estaba dormida, en brazos de Guido.

  Pasamos una tarde hermosa. Todos juntos, felices. En un momento recibo un mensaje de un número desconocido. Aproveché que a Sarah la tenía mi mamá en brazos y llamé a Guido para que viera conmigo.

  - ¿Qué pasó, amor?
  - Me llegó un mensaje de número desconocido.
  - Bueno, abrilo -hice lo que me indicó y...
  - La venganza está llegando. Cuídense... y cuiden a Sarah -leí y la angustia se apoderó de mi. - Hay Guido, tengo mucho miedo. ¿Y si es Virginia?
  - No pienses eso, amor -dijo abrazándome y besando mi cabeza. - Vamos a disfrutar.
  - Está bien.
  - Dale, bebé, vamos.

  Continuamos festejando, pero yo seguía angustiada. Llegó un momento en donde todos se despidieron de nosotros y quedamos los tres juntos en el sillón del living.

  - Mi vida, hermosa -dijo sonriéndole a nuestra hija y tocando suavemente su pancita. Sarah le regaló una hermosa sonrisa. Y Guido, se derritió de amor.
  - La tenemos que bañar, amor -dije.
  - ¿La puedo bañar? -dijo, y esta vez, la que se derritió de amor fui yo. - Claro, vos me enseñas.
  - Sí, amor -dije sonriendo. Me paré a buscar todo para bañar a nuestra hija, bañadera, jabón, shampoo y acondicionador, la toalla de ella, un pañal y su conjuntito color naranja, el mismo que le había regalado Guido. Llené la bañadera con agua calentita. - Ya está, Guido -dije y a los segundos, apareció. Los dos nos arrodillamos. - Eu, amor, tranquilo jaja -tenía temor de que algo pasara, lo sé, lo veo en su expresión.
  - Es que nunca tuve a una bebé en brazos, es algo muy nuevo para mí.
  - Para todos es nuevo, Guido. Somos primerizos, es algo que tenemos que afrontar nosotros dos. Te entiendo -dije acariciando su mejilla. Me acerqué a él y lo besé.

  Continuamos bañando a la bebé. Estuvimos así por lo menos diez minutos. Queríamos hacer todo muy despacio, ya que Sarah aún era muy bebé, debíamos hacer todo delicadamente. Guido la sacó de su bañadera y yo la envolví en su toalla. La llevamos hasta la habitación. Allí la cambiamos. Luego de eso, la mecí en mis brazos hasta que se durmió.

  - Hermosa... -dijo y lo miré. - andá a dormir, debés estar muy cansada -dijo besando mi frente. - yo me encargo de Sarah. Descansá.
  - Está bien -dije y fui hasta la habitación. Allí, en cuestión de minutos, me dormí. Guido tenía razón, estaba agotada.

 
  Todo era oscuro. No alcanzaba a ver, la niebla impedía ver con claridad. En un momento, una sombra negra pasa por en frente mío. Logro ver que agarra un bebé. El manto era rosa con ositos. Era el manto de Sarah, mi hija. Se estaban llevando a mi hija y no podía hacer absolutamente nada para poder impedirlo.

  - ¡No! ¡Mi hija no, por favor! ¡No se la lleven! -me levanté de golpe. Con mis manos en mi cara, lloraba a más no poder.
  - ¡Hey, amor! -escuché la voz de Guido y todo se tranquilizó. - Está todo bien, tranquila, mi vida -me aferré a sus brazos.
  - Se la llevaban, Guido. ¡Se llevaban a nuestra hija!
  - Pero no pasó nada, bebé. Mirá, Sarah duerme cómo un ángel. Está bien, mi amor. Vení, vamos a dormir -dijo acostándome en su pecho. Así, me dormí, acurrucada a él.

  Al día siguiente me levanté y fui a hacer el desayuno para los dos.

  - ¡Buenos días, hermosa mamá! -escuché la voz de Guido detrás mío. Me di vuelta y estaban mis dos grandes amores.
  - Buen día -dije sonriendo.
  - ¿Cómo dormiste? -preguntó.
  - Bien, amor. Mejor, gracias a vos -dije mirándolo.
  - Me alegro, preciosa -dijo besándome. - Dale la leche a Sarah, yo me encargo de terminar el desayuno -dijo y me entregó a nuestra hija.
  - Vení, hermosa -fui hasta el sillón, me senté y ahí la amamanté.

  Narra Guido

  No puedo negar que me asusta un poco lo que Lourdes sueña, lo que vemos en la televisión, los mensajes. Trato de ser fuerte, pero tocan a mis dos ángeles y me vuelvo una bestia. Son todo lo que tengo. Sin ellas, no sabría qué hacer. No tendría rumbo mi vida.

  Aprendí mucho a valorar a la familia, a los hijos, a la mujer que tengo al lado, y es lo más lindo que la vida nos puede dar.

  La imagen más bella que vi, fue acercarme al sillón con el desayuno ya listo, en una bandeja y ver a mi amor, amamantar a mi hermosa hija. Una imagen tan natural...
  Lourdes miró hacia arriba y me vio. Sonreímos los dos.

  - Te amo -dije.
  - Te amo -me respondió.
  - Traje el desayuno -hice una mueca.
  - Bien, amor. Termino con Sarah y desayuno.

Me senté a su lado, prendí el televisor y comencé a tomar mi amado café. Segundo después, Lu se levantó con Sarah en brazos y se fue a quién sabe donde. A los minutos, volvió con el coche de nuestra hija y ella ahí, acostada.

  - Le fui a hacer provecho, y de paso, se durmió -dijo sonriendo.
  - Sos una hermosa mamá.
  - Y vos un hermoso papá -nos besamos. - Es todo muy cursi esto -dije riendo.
  - Pienso lo mismo -contestó. - Pero lo que siento por vos no se puede ocultar, amor.
  - Está bien, ahora desayunemos.

  Se sentó en el sillón, con Sarah a su lado. No se despegaba un segundo de ella.
  Mientras desayunábamos, conversábamos sobre que la semana que entraba, se venían los controles para Sarah. Ya habíamos sacado turno con el pediatra de nuestra hija.

  - ¿Te quedas hoy con Sarah? -preguntó. - Tengo que ir al estudio.
  - Me encantaría, amor. Pero tengo que ensayar con mis hermanos.
  - Está bien, no hay problema. La llevo conmigo -dijo mirando hacia otro lado. - Me voy a preparar. Hoy tengo una sesión para un book de quince -asentí y me quedé con Sarah. - Ah, Guido, ¿salimos los tres juntos y me dejas allá?
  - Sí, si -asintió y se fue.

  Narra Lourdes

  Guido nos dejó en una quinta. También me ayudó a bajar todos el equipo. Allí sería la primer sesión de Lena, la quinceañera.
  Había logrado hacer dormir a Sarah; así que, me puse a preparar la cámara junto con las demás cosas mientras esperaba que llegaran la maquilladora, el chico que arma el vídeo fotográfico y nuestra modelo con su mamá.

  - Hola, Lu -dijeron detrás de mi. Me di media vuelta y me encontré con Mariela, la maquilladora.
  - ¡Hey, hola! -la saludé con un beso en la mejilla.
  - Hay, a ver esa hermosa nena -se acercó al cochecito de Sarah. - Es una muñeca, Lu, los felicito a los dos.
  - Gracias, ja, ja. La traje porque Guido no podía cuidar de ella y no quería dejársela a nadie más.

  Rato después, llegaron todos. Mientras maquillaban a Samantha, yo fui a hablar con su hermanita chiquita.

  - Hey linda -dije sonriendo. - Mientras yo le saco fotos a tu hermana, ¿cuidarías a mi hija? -pregunté. - Se llama Sarah, es muy pequeña.
  - ¡Sii! -la nena no tendría siete años, era chiquita.
  - Gracias -dije y acaricié su cabello.

  Con Julián -el chico del vídeo-, Lena y yo ya preparados, empezamos a sacar fotos.
  Había mucho trabajo detrás de todo esto. Muchos cambios de vestuario, peinados, maquillajes. Nos tomó la mañana entera.
  Al finalizar, nos pusimos a charlar sobre cómo quedaron las fotos y también sobre la próxima sesión.
  Me despedí de todos, que también se estaban por ir y me fui. Afuera, estaba Guido esperándonos. Nos saludamos con un beso, él agarró a Sarah y se dedicó a sacarla del coche y dejarla dentro del auto, y yo me puse a guardar todo el equipo.
  Una vez ya listos, emprendimos viaje.

Cicatrices 2 (Guido Sardelli)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora