Capítulo 13

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  Narra Guido

  - ¡Ya viene Guido! ¡Ya viene! -dijo y entré en estado de shock. En horas sería papá. La puta madre, que rápido se pasó el tiempo. Rápidamente busqué el bolso que habíamos preparado anteriormente con todas las cosas para la bebé.
  - Aguantá por favor, amor -dije saliendo de la habitación de nuestra futura hija. Salí para afuera a guardar el bolso en el asiento de atrás del auto. - Vení, vamos -la ayudé a salir de casa. Saludé a mis tres cachorros y cerré la puerta de casa. Subió al auto con mi ayuda. Arranqué el auto y fui lo más rápido hasta la clínica.
  - ¡Hay, no puedo más!
  - Ya llegamos, mi vida, ya llegamos, por favor, aguantá un poco más. Respirá hondo -estaba tan nervioso, cómo si fuera a dar a luz yo mismo.

  Llegamos y automáticamente la llevaron en una silla de ruedas a una sala. Mis nervios y yo nos quedamos esperando. Salí al patio de la clínica.

  - Por favor, abuela... que todo salga bien en el parto de mi mujer. Que nazca saludable nuestra hija, Sarah. Que no les pase nada a ninguna de las dos. Vos, que nos cuidas desde arriba. Si estarías en este momento con nosotros, te juro que te llevarías por bien con Lourdes, mi mujer. Te extraño tanto, abuela. Me encantaría que en estos momentos estuvieras conmigo. Que fueras vos la primera que tuviera en brazos a mi hija... -no lo pude evitar, lágrimas cayeron de mis ojos. No podía así. Estaba en un estado entre felicidad y angustia. Entré nuevamente a la sala de espera. Empecé a caminar por el pasillo. Me senté en una silla y mi pierna comenzó a moverse reiteradas veces. Eso pasaba cuando estaba muy nervioso o impaciente. Decidí por mandarle un mensaje a toda mi familia. "Sarah Sardelli está en camino"
  - ¡Guido! -gritaron. Miré al costado. Era la mamá de Lourdes. Me levanté y la saludé.
  - Sarah está en camino, señora -dije emocionado. - Mi hija está en camino.
  - Mi nieta ya viene -dijo mirándome con dulzura.
  - Lu ya entró. Pero todavía no a sala de parto.
  - La deben estar preparando -dijo y sentimos que una puerta se abría. Era mi amor hermosa. Me acerqué rápidamente a ella.
  - Te amo, todo va a salir bien, te vamos a estar esperando -le dije y sólo se limitó a sonreir. Se la llevaron a sala de parto.

  Minutos después, aparecieron Mel y Pato con Máx y Solange. Ámbar y Gastón llegaron también. Todos nerviosos esperando.

  - Todo va a salir bien, hermano -me dijo Pato palmeándome la espalda. - Me acuerdo cuando pasó lo mismo con estas dos criaturas hermosas que me dio mi mujer hermosa -dijo en dirección a Mel y la besó. Eran una familia tan linda.

  Las horas pasaban y no había noticias de Lourdes.

  - ¿Familiares de Castillo? -preguntó saliendo un doctor de una habitación.
  - Yo, soy su pareja -dije parándome.
  - Felicitaciones entonces, papá. Tiene una hermosa hija. Nació saludable, pesando 2,400kg. Puede pasar a ver a su mujer y su hija -las mejores palabras que escuché fueron esas. La alegría brotaba de mis venas. Estaba tan feliz que necesitaba gritarlo a los cuatro vientos.
  - ¡Sos papá, pedazo de gil! -dijo Pato abrazándome.
  - Ay boludo, no puedo más. Es mucho para mi.
  - ¡Felicitaciones! -dijeron Ámbar y Mel.
  - Estoy orgulloso de vos, hermano -me dijo Gasty.
  - Gracias a todos por acompañarnos en todo esto.
  - ¡Hijo mío! Soy abuela nuevamente, ¡qué felicidad! -dijo mi mamá.
  - Te felicito, campeón -dijo mi papá abrazándome.
  - ¡Me alegro mucho, Guido! -dijo mi suegra.

  Entré a la habitación donde se encontraban las dos. Ella estaba dormida y a un lado en una cunita se encontraba mi angelito caído del cielo, mi Sarah hermosa. No puedo explicar lo bella que era. Rubia, sus cachetes gorditos, sus manitos chiquitas, estaba dormida mi vida. Apenas tenía cabello. Era muy linda. La tomé delicadamente en mis brazos. Le besé suavemente su cabecita.

  - Gracias abuela... -dije y lágrimas de felicidad cayeron de mis ojos. Me sentía tan feliz.
  - ¿Amor? -dijo y giré mi cabeza.
  - Mi vida, gracias por tanto. Me hiciste papá, es nuestra bebé hermosa. Te voy a estar eternamente agradecido -dije mirándola, enamorado.
  - ¿Me dejas tenerla? -preguntó y con movimientos suaves, le di en sus brazos a Sarah. Verlas a mis dos vidas juntas era la mejor sensación que tenía. - Mi vida, es hermosa. Mi hija.
  - Gracias -dije acercándome a ella y besando su frente.
  - Te amo, Guido.
  - Te amo, las amo.
  - Se ve que le encanta dormir -dijo riendo.
  - Jaja, si. Escuchame amor, afuera están todos.
  - Hay, qué lindo, que pasen.
  - Bueno voy llamando para que vengan de a poco.

  Entró primero la mamá de Lu. Después mis padres y por último mis hermanos con sus mujeres.

  Decidí publicar en Twitter lo siguiente: 20 de Octubre de 2018 a las 18:05, nació una nueva Sardelli, Sarah Sardelli, mi hija.

  - Dos días después -

  Estos días me los pasé en la clínica acompañando a Lu. A ella todavía no le habían dado el alta. Siempre llegaba la familia a ver cómo estábamos. Sarah se alimentaba muy bien. El otro día cuando despertó pude ver sus ojitos color café. Era tan bella. La amaba tanto.
  En este momento me encontraba teniéndola en mis brazos.

  - Amor, hoy me dan el alta. Ya vamos a poder volver a casa.
  - Me alegro mucho. Estos días fueron complicados, pero de mucha felicidad.
  - Claro. Estoy tan feliz, Guido.
  - Yo también.
  - Ahora sí se puede decir que tenemos una familia.

Cicatrices 2 (Guido Sardelli)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora