Capítulo 2

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Un nuevo día en mi vida. La rutina de siempre: levantarme, preparar el desayuno, levantar a Franco, desayunar, irnos al colegio. 

–Manu...– musitó Franco. Me pareció extraño porque siempre que me llamaba de esa forma era porque quería algo.

–¿Qué necesitás? –bajé la mirada hacia el, posité mi mano en su cabeza en forma de caricia y el me dirigió su mirada tierna, pero compradora.

–Tengo un amigo....

–Si.... seguí.

–Bueno, hace mucho le prometí que podía venir a casa.... ¿puede venir a casa cuando terminen las clases de hoy? –soltó una sonrisa rapida para tratar de convercerme–. Te prometo que cuando terminemos de comer, voy a juntar la mesa, hacer las tareas y despues por ahi si me dejas ir a jugar un partidito a la pla...

–Esta bién, no hace falta. Después de todo te mereces invitar a un amigo.

Franco tiene diez años, esta en quinto grado de primaria. Normalmente al ser un varón es muy amistoso y sentimental. Debe ser por nuestra historia. Hace seis años, cuando Franco tenía 4 años y yo 11, nuestra mamá se fue de viaje y nos prometió volver cuanto antes. Nunca volvió, hizo su vida en Yankeelandia, alla se casó con un musculoso, rubio y de ojos verdes, y tiene unos hijos perfectos. Eso nos unió mucho a Franco y a mi, y a pesar que los chicos no suelen demostrar cariño, nosotros lo hacemos porque no nos importa que es lo que piensen de nosotros.

Alcé mi mano en modo de saludo hacia Franco mientras el iba entrando por la puerta de primaria, me dedicó una sonrisa y entró. Giré sobre mi eje y comensé a caminar hacia la puerta de secundaria hasta que escuché pasos de un nene corriendo hacia mi.

–¡Manuel! –me dí vuelta, y me agache con los brazos abiertos para recibir a mi hermano que llegó hasta mi corriendo.

 –¿Olvidaste algo?

–Esto... –Franco me abrazó como nunca en su vida, su pequeño cuerpito parecía atrapado entre mi torso y mis brazos–. Sos el mejor papá del corazón que me pudo haber tocado –. Me abrazó más fuerte en modo de saludo y volvió corriendo a la puerta de primaria. 

*************

Pasaron las horas y acá estamos, almorzando con Franco y su amigo. Creo que se llama Gabriel.

Si, se llama Gabriel.

El diario de un chicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora