Capítulo 3

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Al rededor de las seis y media pasada, suena el timbre.

–¡Yo voy! ¡Dale Gabriel, apurate pibe!

–No no –frené con mis brazos a mi hermano y su cómplice –. Ustedes no van a ningún lado.

–Pero dale Manuel, nunca me dejas hacer algo divertido cómo ir a abrirle a la hermana de Gabriel –se me acercó al oído y susurró algo –. No sabes lo buena que está.

–¡¿Dijiste algo?! –gritó Gabriel un tanto enojado, tirando de la remera de Fran. De verdad parecía enojado.

Fran salió corriendo y Gabi iba atrás de el, que hermosa imagen: ver a mi hermano jugando, con amigos, convirtiéndose en todo un hombre.

La segunda vez que llamaban al timbre fue necesario para que saliera de aquel pensamiento.

Me acerqué hacia el portero automático y apreté el botón que emitiría el mensaje hacia el otro dispositivo colocado al lado de la puerta de entrada.

–¿Hola?

–Emmm... hola –era una chica, posiblemente la dicha hermana del chico; tenía voz dulce, fuerte y simpática... Ok, eso no se escuchaba bien –. Soy la hermana de Gabriel, lo vine a buscar.

–Oh, claro. Pasa.

Presioné el segundo botón que era el que habría la puerta. Junté los vasos y restos de galletitas que dejaron los intrusos en la mesa de la cocina y acomodé el centro de mesa que mi abuela delicadamente arregla todas las semanas con lindas y frescas flores.

Si. Dije lindas y flores en una misma frase. Y no; no soy gay.

Los intrusos entraron corriendo del patio, y noté por la ventana -tapada por cortinas gruesas- una pequeña silueta de dicha hermana.

–Me dijo mi hermano que era por acá... permiso –era la hermana, y sonó bastante torpe.

Sonreí y me gire para verla. No podía creer lo que tenia en frente de mis ojos. Aquella rubia curvilínea, con delantera importante -¡Con esa delantera salimos campeones! ¿ven que no soy gay?-.

–Hmmm, ¿hola? –hizo un gesto de saludo con un tono de burla, me hizo quedar como un idiota.

   Jenny 1 - 0 Manu

–Ah, si. Hola –le regalé una de mis sonrisas lindas.

Ella se acercó y me saludo, con un beso en la mejilla. Su rozamiento logró que me estremeciera por completo y soltara el vaso de vidrio que tenía en mis manos. ¿Siempre tuve ese vaso en mis manos? No sé.

   Jenny 2 - 0 Manu

–Vaya, boludo que soy –murmuré agachándome para juntar los pedazos de vidrio que había tirado.

–Digamos que te recibes oficialmente de boludo si piensas juntar los vidrios con la mano –Jenny rió y se agachó para ayudarme.

Vamos, ¿Enserio? Ahí va:

   Jenny 3 - 0 Manu

–La verdad, eres una rubia inteligente –levanté mi mirada y la ví, agachada junto a mi con los brazos cruzados y con una cara de enojo, pero divertida.

–Ajam –okey, algo voy haciendo mal –. ¿Que les hace pensar que las rubias somos tontas? –dejó caer su culo en el piso e hizo saltar su hermosa, digo inmensa delantera.

Dios mio, bendecida sea esta mujer ¡en tu nombre!

–Ya sabes lo que dicen, las rubias suelen ser pura figura –otra de mis sonrisas coquetas.

Jenny rió y me miro directo a los ojos.

–Tenes una linda sonrisa –asintió como si estuviera orgullosa de lo que dijo–. Me caes bien.

-pase del Kun a Messi, Messi, ¡Messi! ¡GOOOOL!-

   Jenny 3 - 1 Manu

Lo admito, festejé mentalmente.

Le volví a sonreír, ahora voy a aprovechar al máximo esta nueva habilidad descubierta.

Me pare y decidí comenzar normalmente.

–Manuel, decime Manu, como quieras –le extendí mi mano para que la tomara y así ayudarla a levantar. Todo un caballero, diría mi abuela. Por suerte se había ido de Día de Bingo para Jubilados.

–Jennifer –como si no lo supiera, aceptó mi mano y se puso de pie. El contacto de nuestras manos me causó un escalofríos grandioso –, pero me agrada que me digan Jenny.

El diario de un chicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora