Adriel se ocultó tras unas cajas de madera, para recuperar el aliento. Los perros eran rápidos pero no tanto como él. Esa mezcla tan extraña y única de sangre que era la suya tenía sus beneficios. Escuchó con atención, no oía pasos, ni gruñidos ni tenia un desagradable olor y un aliento junto a su nuca.
– Que te follen, puto perro – murmuró, feliz por esa victoria. Había corrido su tiempo, los otros dos ya deberían estar a nada de la pelirroja, había cumplido. Adriel salió de su escondite, dispuesto a buscar a la chica y al mono alado cuando una presencia conocida se acercaba a él. Con los pies preparados para volver a correr miró a su derecha… y se relajo al ver que era un perro, pero no del que huía.
– Pluto. ¿Que haces aquí? – siguiendo a su dueña hasta el fin del mundo. – Danny no está, y a mi me haces estornudar así que, vete.
El perro le respondió con un gruñido poco normal en el que le puso en guardia. Algo pasaba.
– ¿Pluto? – los ojos del perro se volvieron rubí, un color más oscuro que cuando lo hacia de forma amistosa. Había crecido, su pelo estaba erizado y las garras y los dientes eran de depredador buscando su presa. Él. – Venga, colega, no quiero hacerte nada – empezó a caminar hacia atrás, pero choco contra la pared. El perro seguía adelante, fiero – Eres importante para Danny, por todos los diablos, no me obligues…
El perro se abalanzó hacia él, no pudiendo hacer otra cosa que esquivar. Por desgracia para Adriel, los ejemplares jóvenes, aunque más pequeños eran más rápidos, una zarpa le pillo el pie, rasgando parte de su pantalón. Ralentizado por el dolor, Adriel solo pudo levantar el brazo, recibiendo profundas heridas en el de sus garras y sus colmillos. Pluto quiso rematarle, el demonio aprovechó para desembarazarse de él y devolverle el golpe. El perro aulló de dolor, tenia que hacerle caso omiso… por mucho que, de repente, ese maldito can le importase.
– Mierda, Pluto, despierta. – las heridas le dolían, una había llegado a su pecho–. No… no es lo que Danny querría, perro.
De nada le sirvió, Pluto, más cabreado aún le tumbó, intentando abrir su pecho con sus afiladas garras. Danny, atemorizada al oír los gritos desesperados de Adriel aceleró el paso, sin imaginar lo que estaba viendo.
– ¿Pluto? ¿Que te ha pasado? ¿Que haces? – vio horrorizada como ese bulto lleno d sangre bajo sus patas era el demonio – No, suéltale.
Al oír su voz, el perro pareció reaccionar. Se apartó de Adriel, medio muriendo y gimoteo, pero sin perder ese aterrador aspecto. Danny le llamo, sin saber muy bien que hacer. Le había dejado en la casa y ahora estaba allí, medio visible, medio invisible, como el de Crowley. Encima, él tras dudar, al final se apartó de ambos corriendo hacia otra nueva figura.
– ¿Te ha gustado mi regalito, pitufina? – Crowley acarició al perro, teniendo que agacharse en vez de al revés.
– No toques a mi perro con tus asquerosas manos – le grito furiosa, preocupada y confusa a la vez. Adriel pareció intentar decir algo, ella quiso acercarse, pero Crowley con un movimiento de mano, la paralizo en una pared.
– El trabajo de mis guardianes se observa mejor desde la distancia, mocosa.
– Ese es mi perro.
– ¿Y quien crees que lo dejo allí, mocosa entupida? – Dijo alzando la voz, en uno de sus ataques ondulados – ¿Acaso crees que los perros infernales surgen como las setas?
– No... entiendo.
– Ay, por todos los diablos, ¿es que tengo que dejarlo con un lacito en el cuello para que los humanos entendáis algo? Este perro es mío, porque YO soy el demonio de cruce de caminos, no tu, insolente. Solo… digamos… que te lo he prestado para que me lo cuides… hasta que fuera mayor y útil, como me ha demostrado.
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Supernatural: Entre cielo e infierno. (Temporada 1,parte 1)
FanficEn un mundo de ángeles poco bondadosos y demonios con integridad, el destino une a Faith Carroll y a Danny Vranjes en la caza de demonios, un oficio con alta tasa de muerte. Tras su primer encuentro con alguien demasiado poderoso para ellas, encuent...