Capítulo 10

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El ambiente de DESIRES era tan prometedora, cargada de sensualidad obscena, picante, embriagadora, seduciéndolos a satisfacer sus más salvajes instintos, arrastrándolos hacia un oscuro deseo enmascarado de paz y quietud pero representado todo menos calma, ahora entendía por qué las personas eran capaces de pagar esa cantidad de dinero para entrar a ella, al cruzar sus puertas el mundo de afuera dejaba de existir y uno de placeres se abría ante sus pies.

Sin embargo la entrada se mostraba selecta y complicada para el público Nadie accedía a ella sin una reserva de al menos un mes de antelación pero el contacto de su amigo resultó ser muy importante ya que Joel podría incluso jurar que el hombre verdaderamente aterrador que los recibió les sonrío maquiavélico y lujurioso, no solo no les pidió las falsas identificaciones que habían mandado a hacer a sugerencia del conocido de Johan, sino que ni siquiera les recibió el dinero de sus ahorros, olvidó cualquier pensamiento que intentara explicar lo acontecido rápidamente y se concentró en encontrar al chico panda, mientras Johan cuidaba de Yoyo y lo hidrataba con algo de agua ya que había sufrido un mareo por la atmósfera cargada, la labor en verdad se le hizo titánica por no decir imposible, apenas y podía distinguir rostros en la negrura matizada de luces titilantes, se pasó minutos, horas ya ni podía estar seguro tropezando a cada paso que daba, deambulando sin sentido, negándose a desaprovechar la única oportunidad que posiblemente tendría de volver a verlo.

En apenas un periquete desde la parte  superior del barandal observó un escandaloso bullicio en la planta baja, en dirección al lugar donde había dejado a sus amigos, trastabillando entre zancadas torpes llegó a ellos, Johan furioso acometía contra un hombre robusto de mediana edad mientras Yoyo trataba de contenerlo, sosteniéndolo del brazo.

Asqueroso degenerado, puerco!, gritaba su amigo

-Haciéndose los dignos, mocosos pasó las manos sobre su traje deshaciendo una arruga inexistente consíganme unos más dóciles para la próxima ni bien acabó la frase, se alejó de ellos como si la cosa no fuera con él. En medio del tumulto y el griterío, entre los hombres de la seguridad con una chaqueta de cuero le pareció reconocer a uno de los amigos del chico de las gafas oscuras, la sorpresa en su rostro al observar a Joel fue sustituida por un semblante estoico en cuestión de segundos ¡Imbéciles!,¿ no pueden hacer nunca un buen trabajo?, sáquenlos de aquí espetó. El menor tuvo la certeza de que en efecto era él ¡Christopher!, ¡Christopher!, necesito hablar con Christopher por favor empezó a gritar y patalear para soltarse del agarre de los escoltas mientras era arrastrado hacia la puerta trasera de salida del antro. Los tres fueron lanzados a la calle.

-Debemos regresar, él era el compañero de Chris dirigió su cuerpo nuevamente hacia la entrada pero la voz autoritaria de Johan lo contuvo de dar un paso

-Ya fue suficiente Joel, Yoyo y yo nos vamos y tú vienes con nosotros o voy a decirle toda la verdad a tu mamá.

-Tú no serías capaz, no podrías hacerme eso

-¿Ah no? Joel son las dos de la mañana y estamos lejos de casa en un lugar extraño, solo para adultos, a merced de quien sabe qué, las cosas que he visto ahí dentro... Créeme que voy a necesitar un psicólogo para olvidarlas y si eso no fuera suficiente a uno de tus mejores amigos un sucio viejo lo intentó tocar sin pudor. Y tú solo puedes pensar en recuperar la amistad de un idiota al que no le importas, lo golpearon, sí, lástima, no podemos hacer nada para cambiar eso, ¡nos vamos!

-¿Qué pasó qué? ¿Yoyo? replicó Joel, sintiéndose realmente culpable por hacer que sus amigos se expusieran a todos los peligros que había dicho el mayor

Descubriéndonos (Virgato)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora