Capítulo 43: Comienzos

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Narra Solange.

No iba hacer más preguntas, de eso estaba más que claro, ni mucho menos tenía pensado matarme la cabeza con suposiciones, que lo único que hacía, era que me confundiera y que comenzara a armar situaciones que de seguro ni pasarían en millones de años.

De por sí, después de haber hablado con Axl  y haber tenido esa extraña conversación, ya había pasado aproximadamente una hora. Ahora, me encontraba matando tiempo con Duff, que al parecer lo único de lo que me hablaba, era incoherencias y malos chistes. Axl se había ido a buscar a Slash al supuesto bar y Steven se había largado con Adriana. En sí, tenía dos cadáveres en casa. Izzy durmiendo en su habitación, y Duff desparramado sobre el sofá.

- Ehhh, Duff.- Me paré del sillón y lo llamé, quería cortar de una buena vez con la conversación absurda.- ¿Quieres un sandwich? Le prepararé algo a Izz, también.

- ... y entonces yo le hablaba al tipo ¿Y sabes qué? ¿QUÉ?- Alzó sus manos. Seguía drogado, según yo.- ¡ERA AZÚL, AZÚL!

-Ajam...- Me dirigí hacia la cocina y esperé a que no me persiguiera. Duff seguía empeñado en su historia que no entendía muy bien, desde ya hace rato.

- ¡Es que no entiendes! Mierda... Era azúl.- Se recostó sobre el marco de la puerta y comenzó a simplemente a observar. Me perturbaba un poco que lo hiciese de una forma muy inusual, sin embargo, traté de no prestarle atención.

- ¿Duff? ¿Quieres el puto sandwich o no? - Me volteé para observarlo, e ignoré una vez más lo que dijo. Solamente, a esta altura de la situación, me incomodaba que se hubiese puesto tan cerca mío. Él lo estaba dudando.

- Ahhh... Luego hermosa, iré a la sala.- Dió unos pasos hacia atrás y sin decir más, salió de la pequeña cocina.

- Que tipo para más extraño.- Susurré.

Tomé unas cuantas cosas de las alacenas y traté de improvisar, no tenían muchas cosas y a decir verdad, llegué a un punto en el que no me sorprendía si no tenían azúcar o cualquier implemento básico. Eran demasiado descuidados para este tipo de asuntos, haciéndome pensar, que simplemente ellos no desayunaban, ni almorzaban, ni mucho menos cenaban. Ellos estaban acostumbrados a pedir pizzas con cupones o por último hamburguesas, que de buenas no tenían nada. 

Alisté la única mesa que tenían en toda la casa y coloqué el par de tazas con todo lo necesario como para que al menos no muriera de hambre Izzy. Ya sabía que a la próxima tendría que abastecer con algo de comida la casa. Por lo menos, durante el tiempo en el que viviría ahí. Quería, de cierta forma, sentirlo algo más hogareño, y no simplemente como "la casa de ellos". Realmente era y seguiría siendo algo muy incómodo para mí, tenerlo que recordar así.

- ¿Sabes? No tomo desayuno desde que me largué del jodido Lafayette.- Habló y rió algo suave. 

Sentí sus manos entrelazarse por mi cintura, siendo un tacto tan suave que simplemente hizo que un escalofrío tan repentino pasara por todo mi cuerpo. Y es que era tan fácil distinguir su presencia a pesar de que estuviese a espaldas de él. Era su voz, suave y ronca a la vez, que se me hacía tan familiar, que simplemente era casi imposible equivocarme. Era todo de él que me encantaba y que me hacía olvidar las preocupaciones o dudas que pudiese tener sobre él. 

-¿De verdad?- Coloqué mis manos sobre las de Izzy y lo guié hacia donde era su silla.- Es tu día de suerte entonces, porque no pasará siempre.- Reí.

- Al menos lo intenté.- Tomó mi rostro con una de sus manos y me plantó un beso en medio de una sonrisa.

Sus labios chocaron contra los míos de una forma no tan suave, pero que de igual forma disfruté. Había sido muy rápido. Lo odiaba, sin embargo, tampoco era que me quejara. Me gustaba observarlo e ir viendo cada gesto de él. Suponía en aquellos momentos, que debía de estar demasiado enamorada para que simplemente todo el tema "Izzy Stradlin" me fascinara a tal punto, en el que le prestaba atención a absolutamente todo. Desde su cabello algo despeinado, hasta su forma de sonreír que muy pocas veces lo hacía, pero que cuando eso sucedía, hacía de mí, una completa idiota.

-... Entonces, yo le dije que sí a Slash y Axl ¿Qué te parece, Sol?- Tomó el pan algo duro que estaba en el plato y comenzó a comerlo junto al poco huevo revuelto que había hecho. Se me hacía tan raro ver comer a Izzy. Era más común verlo fumar o tomar. La imagen que ahora apreciaba de él, era demasiado surrealista para aquellos instantes.

- Perdón ¿Qué me decías?- Pregunté.

- Que para las demás presentaciones va haber chicas sobre el escenario.

- ¿Tocando qué? ¿O haciendo qué?- Había cambiado un poco mi actitud.

- Pues ya sabes, animando un poco el ambiente.- Tomó el café, y me miró. Él se estaba burlando de mis supuestos celos ¿Tan fácil era de sacar?

- ¿Seguro Izzy?- Entrecerré los ojos, era inevitable.- ¿O es que ellas estarán animando las cinco pijas de ustedes?- Él rió.

-Bueno, si quieres puedes estar conmigo en el escenario. No será jodido.-Alzó sus cejas y su mirada bajó con obviamente, nada de sutileza. Se había quedado viendo el no tan profundo escote que tenía mi blusa.- Todo lo contrario, a mi me gustaría.

-¿Te gustaría qué?- Lo miré a los ojos, aunque él no lo hiciese conmigo. Él seguía en lo suyo.

- Pues eso.- Murmuró idiotizado.

- Ahh, no sé Izz, no sé, digo ¿Sabes que mi cara está arriba? - Era la ironía que nunca se iría.

- Es que amaneciste jodidamente bien, cariño- Terminó de tomar su café, y con el último sorbo, habló. Después de varios minutos, volví a ver su mirada marrón clara que se entremezclaba con un verde particular. Él había levantado la vista después de varios segundos. Eso me encantaba.

- Claro. Bueno ¿Y quiénes son?- Dije no tan convencida, no estaba segura si quería escuchar todo completo.

- Pues estará Adriana.- Eso no me sorprendía. Y mucho menos me sorprendía que él sacara rápidamente un cigarrillo del bolsillo de su chaqueta. Él ya tenía esa mala costumbre.- Y bueno, también estará una vieja amiga mía, se llama Annica Dave.

- Mmm, ya veo ¿Vieja amiga?- Murmuré con algo de duda y con algo de soltura a la vez.

- Así es.- Respondió no tan convencido. Quizás no entendía.

Me senté encima de sus piernas con delicadeza. Me fascinaba estar tan cerca de él. Más aún, el hecho de poder sentir que toda acción que yo hacía, era correspondida por él. Sus brazos se colocaron por alrededor de mi cuerpo, y sus manos se encargaron de no soltarme. Lo miré por unos cortos segundos y sonreí. Quería de cierta forma, acercarme mucho más, donde él fuese el único capaz de escuchar. Yo también podía jugar a su mismo juego que él hacía.

-Te vigilo Izz, y lo estaré haciendo todo el maldito tiempo que estés sobre ese escenario.

Decisiones Nocturnas |Izzy Stradlin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora