Capítulo 5: Solange

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Narra Solange.

Estos días han sido completamente aburridos. Las vacaciones siempre eran divertidas cuando solíamos salir en familia, pero ahora nada de eso pasa. Mis papás se dedican al negocio y prácticamente están atados a estos, aunque no viva con ellos en la misma ciudad, por el mismo trabajo.

Todo este tiempo que ellos no han estado, me he dedicado a administrar las tiendas; tanto como la de instrumentos y la del bar. Lo único malo de esto, era que de vez en cuando debía estar en estos negocios. No sólo para hacer acto de presencia, sino porque realmente debía ver que todo funcionara bien y de forma eficaz. Siempre supe que mi papá trató de hacerme agarrar el gusto por estos negocios, pero realmente no era de mi agrado, por el simple hecho que para mí era una tortura, algo que no disfrutaba, y que contaba las horas por salir de ambos lugares.

Por ejemplo, hace un mes estuve en el bar todas las noches observando como se movía todo, por lo que la mejor manera de hacer esto, era estar en la barra a modo de trabajo. Y bueno, era mucho más divertido que la tienda de instrumentos, pues se presentaban muy buenas bandas, y esa era la única parte de todo el trabajo que me gustaba; puesto que el ambiente y los tipos muchas veces mal educados era lo que odiaba de ese recinto.

Sé que no espero el mejor trato, pero por lo menos sí algo de cordura. Muchos de ellos creían que podían tomar a cualquier mujer y llevársela a donde diablos ellos quisieran, abusando quizás de la pobreza de ellas, ya que muy fácilmente se podía saber que muchas de estas mujeres trabajan de "prostitutas".

Además de entre tantos hombres, no faltaban esos idiotas que creían que por yo andar en la barra podían tener un acostón o una manoseada. Eso era algo que aborrecía, y por las cuales muchas noches terminaba peleándome con aquellos "clientes" del bar.
Sin aguantar más, tuve que contratar a otra persona para que hiciera esa parte de administrar, ya que no podía soportar estar en un ambiente así, donde se veían a tipos tirados por lo ebrios que podían llegar a estar, o ver en las esquinas como habían parejas que se manoseaban sin ningún pudor alguno.
Vamos, yo no pertenecía a ese mundo, me gustaba la música que se generaba ahí, sí. Pero no el lugar, ambiente o como deseen llamarle al bar. 

Así que por ahora me encontraba todo este tiempo restante en la tienda, y bueno no estaba tan mal, sólo porque el aburrimiento era único.

Yo prefería mil veces estar en mi habitación, que andar explicando a cada idiota que se acercará a preguntar por cualquier instrumento y luego no comprara nada.
Lamentablemente hoy no era un buen día, al menos, no para mí. Mis piernas se adormecían y prácticamente ya no sabía en que posición sentarme. Tomé el periódico que estaba a un lado y comenzé a  rellenar un crucigrama.- ¡Que buena vida tengo! - Pensé a forma de broma, mientras veía como cinco tipos con una pinta de vagabundos,  rockeros o quizás drogadictos entraron a la tienda. Suspiré una vez más, y rogué por que no preguntaran idioteces.

Me acomodé mejor sobre el mostrador y me concentré en lo mío, después de todo, había un par de trabajadores que podían atenderlos.

-¡Hola cariño! -Maldije para mis adentros, y con la mejor cara que pude tener, levanté ligeramente el rostro para encontrarme con uno de los cinco. Podía asegurar que era un poco mayor que yo, pero no por tanto, así que en cierto modo me pude sentir en algo de confianza.

-¿Sí? - respondí, dejando el lapicero junto con el periódico a un lado.

-Verás... - Quizás pasaron unos quince o veinte minutos hablándome. Al principio pensé que sólo quería distraerme para que los otros cuatro saquearan la tienda, pero cuando ví de reojo que uno de ellos si estaba interesado en aparentemente unas cuerdas, dejé mi paranoia y le tomé importancia a lo que me decía "Axl". Sí, yo también  lo pensé cuando me dijo su nombre. Era algo peculiar.

Después de haber hablado con el pelirrojo y de platicar de cómo habían dado con la tienda, comentándome que Steven los había traido, lo miré  de lejos al rubio. Quizás no se había dado cuenta que estaba en la tienda y por eso no se acercó hacia donde estaba yo para saludarme.

Finalmente ya casi para terminar mi conversación con Axl, estábamos quedando en que podría haber planes a futuro de una presentación en el bar. Realmente fue muy divertido hablar con él, pues quizás él haya sido el cliente más divertido que haya tenido hasta ahora, por lo que la pequeña confianza se acrecentó un poco con una broma tonta.

-Oye Axl ¿ustedes son una banda de ciegos? -reí mientras veía como hizo un gesto de "no entender".

- No ¿por? - contestó rápidamente, mientras iba viendo como se acercaba uno de ellos. Quizás el más neutral de los cinco.

-Es que como todos ustedes tienen lentes negros. - Axl rió y negó de una forma graciosa tomando el puente de su nariz con dos de sus dedos.

Lo dejé por un momento y me paré  para entregarle las cuerdas al otro chico, que al parecer se llamaba "Jeffrey" o al menos eso decía en la boleta. Acomodé su compra en una bolsa y coloqué un lapicero a forma de recuerdo de la tienda también.

Volteé para entregarle y me puse algo desconcertada. Quizás ya lo había visto alguna vez. Su rostro, su cabello negro y ese porte de sólo "él" se me hacía algo conocido. Me desconecté de mi, quizás unos segundos y luego pensé lo tonta que me pude haber visto.

Lo más probable es que me estaba confundiendo. Sí, era eso.

-Gracias Solange. - Dijo en un tono más bajo, a lo que sólo me dejó algo más perpleja haciendo que mis manos se formaran en puños debido a ese pequeño nerviosismo que estaba sintiendo sin razón aparente.

-¿Có-cómo sabes mi nombre?

-Tu broche. - Rió de medio lado y se fue. Al parecer sus otros cuatro acompañantes ya se habían ido, y lo habían dejado sólo.
Definitivamente fue un suceso muy raro.

Decisiones Nocturnas |Izzy Stradlin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora