Capítulo 2

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Un guante blanco cubría mi mano derecha, evitando mostrar aquella horrible cicatriz adornando mi piel, desde aquél incidente ella regresó al día siguiente por dinero, volviendo a salir ignorando mi presencia por completo; después de ese día pasó casi una semana. Desde hacía mucho tiempo deje de importarle como hijo, solo había odio injustificado entre ambos, ni siquiera se como paso. Simplemente un día comenzó a beber e insultarme sin sentido, llegando incluso a golpearme en ocasiones, pero jamás me atreví a levantarle la mano. Era mi madre después de todo.

Tenía diez años cuando ella un día llegó a casa con unas botellas de alcohol, se puso a beber escuchando música a un alto volumen, después de un rato empezó gritar y romper los platos y muebles mientras yo jugaba en mi cuarto tratando de no escuchar, era un niño en aquel entonces, no entendía porqué hacía eso. Incluso una vez jugando con mis coches de juguetes ella enfurecida se levantó del sillón donde estaba bebiendo y me cogió del brazo llevándome a la habitación, en donde comenzó a golpearme con un cinturón en mí espalda echándome la culpa de que papá se fuera, no le había importado mi llanto y súplica pidiendo perdón, rogando que se detuviera, un perdón innecesario porque no había hecho nada. Solo estaba jugando con mis coches.

Bajé del autobús cuando llegó a la parada frente al instituto, saliendo de mis recuerdos y pensamientos me encaminé al interior del edificio escolar, fui directo a recepción a recoger mi horario, una vez en mi mano me dirigí a mi primera clase, Química.

Toque la puerta y un momento después fue abierta por un hombre de mediana edad, mirándome expectante.

—Llega tarde, joven...— Pronunció levantando una ceja, interrogativo.

—Ian Brown, soy nuevo.— Expliqué brevemente.

—Oh, pasé.— Dijo apartándose un poco de la entrada.—Que esto no vuelva a suceder.

Entré al salón apresurado quedando de pie frente a todos los estudiantes captando su atención. Mi vista se dirigió a cada uno de ellos deteniéndome en un chico de cabellos oscuros y ojos azules, una leve e imperceptible sonrisa se dibujó en su rostro cuando me descubrió observándolo, aparté rápidamente la mirada extrañado.

—Jóvenes, el es Ian Brown, será su nuevo compañero este año.— Presentó el profesor.—Tome asiento junto al joven Bushnell.

Asentí dando unos pasos buscando a mí compañero de banco, viendo como el chico que había visto hace un momento levantaba la mano lentamente, me acerqué al pupitre rápidamente y tomé asiento ignorando al chico a mí lado.

—Hola, soy Alan.— Susurró mi compañero unos minutos después, sin prestar atención a la clase.

Lo miré un momento de reojo, sus cabello castaño oscuro caía por su frente tapando un poco sus ojos, continuaba con esa sonrisa de lado en su rostro, esperando una respuesta.

—Hola.— Respondí con sequedad, volviendo mi vista a la pizarra.

—¿Qué edad tienes?— Habló nuevamente en un susurro, solté un suspiro algo irritado.

No contesté, no quería hablar con nadie. Pero parecía que no captaba la indirecta.

—¿Porque tienes un guante puesto?—.

—¿Vas a hablar toda la clase?— Cuestioné girando mi rostro para verlo.

-Yo pregunté primero.

Volteo la cabeza nuevamente hacia el frente, dispuesto a ignorar al chico parlanchín sentado a mi lado. Puse la mayor atención en la clase y por suerte mi compañero dejó de molestar, cuando el timbre de receso sonó su boca volvió a cobrar vida.

—Ahora que terminó la clase podemos hablar.— Propuso con una sonrisa mostrando sus dientes.

Este chico me pareció extraño, pero sería mi compañero a partir de ahora así que dándome por vencido, suspire pesadamente. Me puse de pie y salí del aula siendo seguido por él.

—¿Porqué estás hablando conmigo?— Pregunté frunciendo ligeramente el ceño.

—Porque somos compañeros.— Con simpleza, respondió.—¿Qué edad tienes?

—Diecisiete.— Ya me había rendido.

—Yo también.— Comentó sonriendo de lado.—¿Porque usas ese guante?— Volvió a preguntar, fijando un segundo su vista en mi mano.

—No te importa.— Hablé molesto.

Entramos a la cafetería en dónde desapareció de mí vista yéndose a una mesa con una chica rubia, respiré aliviado y me senté en una mesa vacía abriendo mí lonchera con mi almuerzo, no compraba en la cafetería porque era un gasto innecesario, prefería preparar mi almuerzo yo mismo y ahorrar mi dinero.

—Ya termino el receso.— Habló el chico de química, apareciendo en mi campo de visión cuando la campana de la escuela sonó.

—¿Porqué me sigues?— Pregunté viéndolo con el ceño fruncido.

—No te sigo, ambos tenemos la misma clase.— Contestó alzando las cejas como si fuera lo más obvio.

Me incorporé y salí de la cafetería con él; yendo a la próxima clase, Matemáticas. Tomé asiento junto a la ventana y de reojo vi que Alan se sentaba a mi lado, fingí que no le preste atención comenzando a escribir en mi cuaderno. Él no volvió a abrir la boca mientras teníamos la clase.

En cada clase que compartíamos él se sentaba a mí lado, supongo que después de todo si hice un amigo el primer día, aunque no sabía si era por lástima o realmente le caía bien. Por alguna razón quería que fuera lo segundo.

Tóxico AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora